con javier cancho

Historia de una aventura que cumple 50 años

Imaginen subirse a un barco hecho íntegramente de papiro para -en esa embarcación tan rudimientaria- tratar cruzar el Atlántico.

Javier Cancho

Madrid | 20.05.2020 11:11

Estamos escuchando la voz de Mohamed Ait Ouhanni. Él participó en aquella aventura. Es el único que queda vivo de los ocho tripulantes que estuvieron a bordo. A sus 80 años es capaz de recordar -dice- hasta el último detalle de lo que considera una gesta. Recuerda que permanecieron confinados en alta mar durante dos meses con la expectativa de -en algún momento- poder gritar tierra a la vista.

El barco se hizo con cañas de totora. La totora es una planta común de los pantanos cuyo tallo erguido mide entre uno y tres metros. Aquella embarcación de hace 50 años fue construida por aimaras bolivianos para ser movida sólo por los vientos alisios. En ese barco -construido según las maneras de la antigüedad- cruzaron el Océano Atlántico, surcando la distancia marítima que hay entre África y América, en una travesía que recibió el nombre de Ra-II.

Capitaneando la ruta iba el mítico explorador noruego Thor Heyerdahl, que en 1947 ya había logrado culminar una expedición que consistía en cruzar el Pacifico en balsa, desde Sudamérica y hasta la Polinesia. Veintitrés años después del 47, Heyerdahl se disponía a cruzar otro océano. Eligió el puerto marroquí de Safi como punto de partida, por ser uno de los más antiguos puertos documentados de África, construido por los fenicios seis siglos antes de Cristo. Heyerdahl estaba intrigado por el hallazgo de restos arqueológicos de los antiguos egipcios en el Atlántico. Heyerdahl estaba convencido de que los egipcios llegaron mucho antes que Colón a lo que hoy llamamos América. Él mencionaba las similitudes entre las pirámides, las momias o la escritura jeroglífica que están a orillas del Nilo con las que se descubrieron al otro lado del Atlántico. De modo que el aventurero noruego decidió construir una embarcación de papiro, que bautizó con el nombre de RA, en homenaje al dios del sol de la mitología egipcia.

Y con una embarcación de papiro zarpó emprendiendo rumbo al otro lado del océano. El papiro se elaboraba a partir de una hierba acuática. De modo que con 15 toneladas de papiro traído desde las fuentes del Nilo, Heyerdahl contrató a cinco nativos aimaras en la región del Lago Titicaca de Bolivia. Y los cinco aimaras construyeron en 6 semanas el RA II, un barco de 15 metros de largo y 6 de ancho. Sobre el inicio de la travesía de esa embarcación llamada Ra informaban los medios hace 50 años.

Hace 50 años el otro propósito de la expedición era un mensaje vinculado con el medioambiente. Heyerdahl quería llamar la atención sobre la contaminación de los océanos. Durante el viaje se toparon con grumos sólidos de petróleo, había ya entonces residuos líquidos en el océano y peces muertos. El periplo replicó en lo posible los viajes en barco de los antiguos egipcios cuando en los mares del mundo no flotaba la porquería.

A bordo iban 8 seres humanos, de distintos países, para también tratar de dar un ejemplo de convivencia. Ocho seres humanos cruzando un océano sin fronteras con la compañía de un pato, un mono y una paloma.

En la bodega llevaban carne, pescado, frutos secos, huevos y pan

artesanal….todo conservado en recipientes de barro, llevando el agua en pellejo de ovejas. Avistaron tiburones y ballenas, soportaron frío y calor, y pasaron miedo. Sobre todo cuando una tormenta destrozó el timón, o cuando tuvieron que cortar parte de la proa y de la popa para garantizar la flotabilidad del barco. Pasaron miedo pero tenían confianza. Un día la paloma bravía que viajaba con la expedición salió del barco y no regresó.

Aquello era la señal de que pronto habría tierra a la vista. El 12 de julio de 1970, tras haber surcado 6.400 kilómetros, el barco de papiro llegó a su destino en Barbados. La expedición lo había conseguido.