Ha mantenido su sexualidad en secreto mientras oficiaba matrimonios gays hasta que las autoridades sospecharon de él.
"Dicen que soy un clérigo y que no debo reunirme con hombres homosexuales. Me amenazaron con matarme". Taha cuenta además a la BBC que las autoridades iraníes le interrogaron varias veces sobre los amigos que tenía y al final se vio obligado a huir. Se fue a Turquía, a Estambul, donde se reunió con otros dos refugiados iraníes en su misma condición.
Uno de ellos, Ramtin, salió de Irán hace un año. Ahora quiere casarse con su pareja y espera que Taha oficie la ceremonia.
"Antes considerábamos que los mulás eran personas que querían castigarnos. Oraban por nuestras ejecuciones. Pero ahora rezan por nuestras bodas".
El otro refugiado, Farid, huyó hace un mes. Para él es muy difícil confiar en Taha porque es un mulá, una clase religiosa que dice que ha sido parte de los temores a lo largo de su vida, por lo que no puede confiar en él.
Como ellos hay al menos otros 1.000 casos en suelo turco. Para Taha, Estambul es sólo un hogar temporal. Su destino final será Canadá mientras espera que algún día su país pueda aceptarlo como es.