Oliver soñaba con ser bailarín, inventor o bombero pero fue diagnosticado con cáncer a los 8 años. El pasado 26 de febrero decidió unirse a las manifestaciones de venezolanos que protestaban por la escasez de alimentos en su país. Su imagen con una mascarilla en la cara y portando una cartulina en la que había escrito "Quiero curarme, paz y salud" dio la vuelta al mundo.
Su rostro se convirtió así en la imagen de la crisis de salud que afecta a Venezuela que muchos califican como de emergencia sanitaria y crisis humanitaria.
Su tío, Ricardo Lobo, ha contado que Oliver era un chico muy alegre, que transmitía mucha energía positiva y que fue él mismo quien pidió ese día acudir a la marcha.
La lucha de sus padres por conseguir un tratamiento y la medicación adecuada ha sido una odisea. Acudieron a las redes sociales, a amigos y a donativos para buscarlos. A veces se tenían que desplazar a cientos de kilómetros para obtenerlos desde donde vivían, en el estado de Miranda.
Después tuvieron que mudarse a Caracas, donde viven sus abuelos maternos y su madre dejó de trabajar para cuidarlo. Hace una semana y después de un año intentando conseguir el mejor tratamiento sin éxito, el estado de salud de Oliver empeoró por una infección urinaria y otra respiratoria que le llevó al coma. De ahí a un ingreso hospitalario en un centro privado para poder darle una terapia intensiva y con la que se ha despedido este martes de su familia.