Sprey cuenta al New York Times cómo le tocó la parte que tenía que ver con la compra de aviones para la Guerra Fría en Europa. “Un área muy excitante para trabajar”, dice, “para un hombre que quería diseñar aviones.
Llegaron a la conclusión de que se gastaba demasiado dinero en bombardeos que jamás pararían a los rusos. Empezaron a buscar otras alternativas y Pierre lo aprovechó para dar forma a su sueño, diseñando un avión de combate que demostrara que los ataques podían ser más económicos y efectivos. Y así, con un grupo de pilotos de prueba e ingenieros, nació “The Fighter Mafia”, o “mafia de combate”.
“Comenzamos un programa para construir un aparato pequeño y barato, que pudiera vencer a cualquier otro avión de combate en el mundo. Y nació el F-16”. Cuarenta años después, Pierre recuerda cómo un general de las fuerzas aéreas le dijo entonces que nunca vería a ese maldito aparato volando, antes de que se empezaran a construir los primeros F-16.