TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Operación Púnica: Así saqueaba Granados

La operación Púnica no deja de dar sorpresas. La trama de corrupción destapada por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, que mantiene en prisión al que fuera número dos de Esperanza Aguirre, Francisco Granados, ha cobrado ya dimensiones mastodónticas: más de cien tomos, varias piezas separadas, decenas de comisiones rogatorias y la constatación de que la corrupción anidaba en el centro del poder de la Comunidad de Madrid. Hemos leído los últimos tomos sobre los que se ha levantado el secreto de sumario y traemos a Territorio Negro detalles que les harán sonreír e indignarse… Ya verán.

Luis Rendueles y Manu Marlasca

Madrid | 06.06.2016 18:33

Antes de empezar con la operación Púnica vamos a matizar algunos puntos del Territorio Negro de la semana pasada, porque hemos recibido información nueva. Hablamos con Jorge Hoz, el abogado de Westley Capper, uno de los protagonista del Territorio Negro de la semana pasada, que nos hizo algunas correcciones que trasladamos aquí para ser rigurosos y exactos. Contamos, por ejemplo, que Capper estaba en libertad bajo fianza de 300.000 euros por la detención ilegal agravada –así ha calificado el juez el delito– de Agnesse Klavina, cuando la realidad es que esa cifra corresponde a la fianza de responsabilidad civil que el juez le ha exigido al dictar auto de procesamiento. Capper y su amigo están en libertad por ese hecho, aunque el magistrado les retiró el pasaporte y les obligó a presentarse dos veces al mes en el juzgado. Sin emabrgo, ahora están en prisión, recuerden, por el atropello de Fátima Dorado, una mujer boliviana. El abogado de Capper nos anunció que había recurrido el auto de procesamiento porque no está conforme con los hechos que se relatan en el mismo.

Francisco Granados ha realizado ya dos comparecencias en la comisión de investigación de la Asamblea de Madrid. Con el mismo desparpajo del que hacía gala cuando tenía responsabilidades políticas, dice que no sabe por qué lleva más de año y medio en prisión y niega rotundamente haber metido la mano en la caja…

Francisco Granados no ha perdido, como vemos, las señas de identidad que lucía como político y que le hicieron asiduo a algunas tertulias en las que aparecía indignado con su ex compañero de partido Luis Bárcenas y decía cosas como que había que sacar del país a los sinvergüenzas corruptos y que él estaba muy tranquilo, porque era trigo limpio. Sin embargo, mientras decía todas estas cosas, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil iba acumulando la información que le ha llevado a prisión, donde está desde octubre de 2014 por una retahíla de delitos, todos ellos relacionados con la corrupción.

Delitos que se remontan a sus primeros tiempos como político, al frente del ayuntamiento de su pueblo, Valdemoro. La Guardia Civil entregó al juez en febrero de este año un informe demoledor sobre Francisco Granados. Se trata de un informe de más de 200 folios que afirma que el que fuera hombre de confianza de Esperanza Aguirre empezó muy pronto a hacer negocios gracias a sus responsabilidades políticas. Apenas dos semanas después de su nombramiento como alcalde, Granados abrió una cuenta en un banco suizo y muy pronto empezó a preparar el plan que convertiría en millonarios a él y a sus amigos, los constructores David Marjaliza y Ramiro Cid, ambos investigados también en la operación Púnica.

David Marjaliza, amigo de Granados, es el gran arrepentido de esta trama. Contó en sus trece horas de declaración en qué consistía el plan de Granados ante el juez Eloy Velasco y los fiscales, pero es que, además, la documentación recabada por la Guardia Civil no deja lugar a dudas. Cuando Granados tomó el bastón de mando de Valdemoro, puso todo su empeño en trazar un nuevo plan urbanístico para su pueblo con el único fin de beneficiar a sus amigos, Marjaliza y Cid, que incluso estaban presentes en las reuniones de planteamiento urbanístico que se celebraban en la sede del Ayuntamiento. De esta manera, Valdemoro recalificó como urbanizable más de un millón de metros cuadrados de suelo rústico, lo que supuso, según el informe de la Guardia Civil, plusvalías de hasta un 74 por ciento y un incremento patrimonial de 709 millones de euros para los dos constructores de confianza de Granados, que regaron de comisiones a su amigo.

No hay una cifra cerrada de cuánto dinero se llevó Granados en comisiones. Sí sabemos, por ese informe de la Guardia Civil, que Granados ingresó en metálico en su cuenta suiza, en sus cuatro años de alcalde de Valdemoro, 1,33 millones de euros y que la cifra subió hasta 1,68 millones en 2005, cuando ya tenía responsabilidades en el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Pero es que Granados dio una vuelta de tuerca al sentido de la palabra comisionista, porque lo que hizo fue hacerse socio de los constructores a los que beneficiaba.

Granados, Cid y Marjaliza fundaron Servicios Patrimoniales Obras y Vías cuando Granados llegó a la alcaldía, aunque el dirigente del PP no aparecía en los papeles de la empresa, sino que colocó como mujer de paja a la esposa de su jefe de gabinete. El dinero para comprar suelo rústico lo ponían los dos constructores, mientras que el político recalificaba suelo, según declaró Marjaliza ante el juez. Así, Granados se llevaba un tercio de los pelotazos. Marjaliza declaró que por cada vivienda que se construía en Valdemoro, el político se llevaba entre 3.000 y 6.000 euros, y en su mandato como alcalde se levantaron entre 3.000 y 4.000 viviendas, así que estamos ante más de 20 millones de euros en comisiones.

La Guardia Civil dice en sus informes que Granados empleaba métodos muy sofisticados para tratar de repatriar a España el dinero sucio. Antes de salir de la alcaldía, constituyó una empresa con la misma testaferro y vendía a sus socios, Cid y Marjaliza, acciones de esta empresa para traer dinero. También transfirió en 2007 parte de su fortuna en Suiza a cuentas que Marjaliza tenía en el mismo país a nombre de sociedades off shore, concretamente 1,67 millones de euros. Poco después, Granados vendió a Marjaliza cuatro parcelas por 1,55 millones, un precio muy superior al de mercado. Pero de esta manera consiguió legalizar ese dinero sucio, hasta el punto de que esta operación la declaró a la Agencia Tributaria sin despertar sospechas.

La investigación de la Guardia Civil ha destapado también que en esta trama no falta un clásico de todas las tramas de corrupción: las prostitutas… Han aparecido varias veces a lo largo de este sumario, pero en la última parte de la que se ha levantado el secreto aparecen de forma vergonzante. El testaferro del constructor Antonio Pardal contó durante la instrucción que su jefe recibió varios contratos públicos en Valdemoro, hasta el punto de que era frecuente oírle decir que “Granados es el único político que nos ha dado de comer”.

Así que Granados y su sucesor en la alcaldía, José Miguel Moreno Torres, eran recompensados con estancias a todo trapo en la feria de Sevilla. El constructor pagaba uno de los mejores hoteles de Sevilla, desplazamientos en coche de lujo con chófer, entradas a los toros, gastos en clubes de alterne e incluso el hombre de confianza del constructor dijo que en alguna ocasión recogió a dos señoritas llegadas de Barcelona que se alojaron en el hotel Alfonso XIII y que su jefe le explicó que se trataba de “las putillas de confianza de Moreno”.

La Guardia Civil hace constar un contrato de seis millones de euros para las empresas de Pardal, pero es que además, Granados colocó a una hija del constructor mientras él fue consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid. El hombre debía estar muy agradecido, porque regaló al político dos cabezas de toros de la ganadería Miura disecadas, que lucen en la finca de Granados, y hasta un caballo blanco del que se encaprichó Nieves, la esposa del número dos de la Comunidad de Madrid.

La mujer de Granados también aparece varias veces en este sumario de la operación Púnica. Queréis hablar de un episodio que, dadas las cifras de las que estamos hablando, parece menor, pero que es muy revelador del modus operandi de Francisco Granados.

La Guardia Civil ha acreditado que en los años 2006 y 2007, Nieves Alarcón compró cestas de navidad por valor de 57.047 euros. Hasta ahí, todo normal, el problema es que esas cestas no las pagó el matrimonio Granados-Alarcón, sino que fueron cargadas a las cuentas de Arpegio, una sociedad pública encargada de gestionar suelo en la Comunidad de Madrid, entidad que presidía el propio Granados. La UCO ha hecho un trabajo artesanal con este episodio para imputar a Granados malversación de caudales públicos, porque ha localizado y tomado declaración a los empleados de Arpegio que autorizaron el pago y a los receptores de esas cestas.

Nieves Alarcón encargó 42 lotes o cestas de navidad que contenían jamón ibérico, lomo ibérico, vino, aceite de oliva, miel, pastas… Eso sí, todo fabricado en la Comunidad de Madrid. Los receptores de estos lotes poco o más bien nada tenían que ver con Arpegio: entre ellos estaban el primo y la hermana de la mujer de Granados, la dermatóloga del matrimonio, la empleada de hogar de la pareja, el rector y varios compañeros del centro universitario en el que daba clases la esposa de Granados, un cirujano que operó a la suegra del político, el arquitecto que realizó las reformas en una de las casas del matrimonio, y hasta dos monjas de un colegio de Valdemoro.

Y todo ello, recuerden, con dinero público. Hay una parte de la investigación de esta trama que permanece aún secreta y es la que hace referencia a la financiación del Partido Popular de Madrid, abierta a raíz del hallazgo de una agenda con anotaciones manuscritas de Granados.

En ese papel, Granados apuntaba las donaciones que los constructores entregaban para el PP entre los años 2011 y 2014. Según la Guardia Civil, habría recibido un total de 2.060.000 euros, pero solo entregó al entonces tesorero del PP de Madrid, Beltrán Gutiérrez, ya despedido del partido, 1.460.000 euros. Los investigadores concluyen que Granados también se llevó el 30 por ciento de estas entregas, la mayoría de ellas hechas por el empresario Javier López Madrid, directivo del Grupo Villar Mir y la constructora OHL, un hombre estrechamente unido a Granados, que pasaba unos veranos de lujo a bordo de su barco.

La Guardia Civil, que no ha dejado ni un cabo suelto, también ha elaborado un detallado informe de los veranos de la familia Granados. La investigación sostiene que tanto el político, como su amigo David Marjaliza y el propio López Madrid disfrutaban del yate Myriam, una embarcación de 18 metros de eslora, pero los empresarios eran los únicos que pagaban los gastos. Marjaliza se hacía cargo de todo lo que le correspondía pagar a Granados. Las tres familias se alternaban el uso del barco para no coincidir y lo hicieron entre los veranos de 2010 y 2014, unos meses antes de que Granados fuera detenido.

La UCO ha descubierto los gustos culinarios de la familia Granados cuando estaba embarcada: bogavante, caviar, gambas, mejillones, almejas, ensaimadas, atún fresco, rapé, emperador, boquerones, sepia, chuletas de Ávila, solomillo de ternera, bacalao, bonito, Baileys, whisky, ginebra Hendrick's, cerveza, fruta o helados son los conceptos que aparecen en las hojas de gastos intervenidas por la Guardia Civil. Gastos todos ellos que asumía Marjaliza.

Y ese pago, lógicamente, era una contraprestación por todos los favores que Granados seguía haciendo a Marjaliza. Así lo escribe la Guardia Civil, que cifra en 130.000 euros el dinero que Marjaliza pagó para que a la familia Granados no le faltase de nada a bordo del yate de López Madrid: "estas aportaciones que realiza David Marjaliza correspondientes a Francisco Granados se tratarían de una contraprestación. Es decir; un pago en especie por os favores de los que han sido beneficiarias las sociedades del empresario Marjaliza", dice el informe de la Guardia Civil.

En ese mismo informe se detalla que el empresario se hacía cargo hasta de la prensa que leía Granados o el champú y la pasta de dientes que compraban durante su estancia en el barco. Granados pasaba hasta el coste del autobús de línea para llegar al puerto -1,50-, los taxis o las propinas que daba y que en ocasiones llegaban a 50 euros, muy generosas, sobre todo porque no las pagaba él.