El Vaticano ha amanecido de luto. Las campanas de la Basílica de San Pedro resuenan en señal de duelo y miles de fieles comienzan a congregarse en la Plaza para despedir a un pontífice que ha marcado una era. El papa Francisco ha muerto, dejando tras de sí un legado de fe, sencillez y compromiso con los más vulnerables.
Desde su elección el 13 de marzo de 2013, Francisco rompió con siglos de tradición: rechazó los lujos del Palacio Apostólico, prefirió una cruz pectoral de plata en lugar de una de oro y optó por un anillo del Pescador de material modesto en vez del tradicional oro macizo. Su estilo de vida austero ha sido un reflejo constante de su mensaje de humildad y servicio. Ahora, tras su partida, surge una pregunta inevitable: ¿qué sucederá con sus objetos personales?
A lo largo de la historia, los bienes y pertenencias de los pontífices han tomado diferentes caminos. Algunos artículos han sido transformados en reliquias religiosas, otros han pasado a formar parte de colecciones en museos o archivos vaticanos, y en algunos casos, ciertos objetos han sido entregados a allegados o destinados a causas benéficas. Sin embargo, en el caso del papa Francisco, el destino de sus posesiones sigue siendo una incógnita.
Un legado sin ostentación
Desde el inicio de su pontificado, el papa Francisco dejó claro que su estilo de vida estaría marcado por la sencillez, alejándose de la pompa y el boato que tradicionalmente rodeaban la figura del pontífice. Su decisión de no ocupar los apartamentos papales en el Palacio Apostólico y residir en la Casa Santa Marta fue un primer gesto que simbolizó su cercanía con la gente y su deseo de vivir con lo esencial. Para él, la opulencia no tenía cabida en la misión de un pastor al servicio de su rebaño.
Cada detalle de su vestimenta y sus hábitos diarios reflejaban esta visión. Su cruz pectoral no era de oro ni de piedras preciosas, sino una sencilla pieza de plata que había llevado desde su tiempo como arzobispo de Buenos Aires. Su anillo del Pescador, en lugar de ser la imponente joya de oro macizo que lucieron sus predecesores, fue fabricado en un material más modesto, un símbolo de su enfoque pastoral y de su rechazo a los excesos.
Incluso en los pequeños gestos, Francisco transmitía este mensaje. Se negó a usar los tradicionales zapatos rojos papales y prefirió mantener los mismos zapatos negros gastados con los que había caminado por Buenos Aires. Su maletín de cuero, que él mismo cargaba en cada viaje, se convirtió en un símbolo de su austeridad y sencillez, en contraste con la imagen más solemne que habían proyectado otros pontífices.
Esta renuncia a los símbolos de poder no fue solo una cuestión estética, sino una convicción profunda. Francisco insistió en que la Iglesia debía alejarse del clericalismo y enfocarse en su misión evangélica, recordando constantemente que el papado no era una monarquía ni un trono, sino un servicio.
El deseo de Francisco por una vida sin ostentación también ha quedado reflejado en sus últimas voluntades respecto a su funeral y su descanso final. A diferencia de los papas anteriores, que fueron enterrados en las grutas vaticanas, Francisco pidió expresamente no ser sepultado allí. En cambio, dejó claro su deseo de descansar en la Basílica de Santa María la Mayor, un lugar profundamente significativo para él. Desde el inicio de su pontificado, acudió a rezar ante la imagen de la Virgen Salus Populi Romani antes y después de cada viaje apostólico, encomendándole su labor como pastor de la Iglesia.
Asimismo, Francisco ha solicitado un funeral sencillo, sin títulos pomposos ni ceremonias excesivas. Se han eliminado elementos tradicionales de los funerales papales, como la triple ataúd de ciprés, plomo y roble, que había sido una norma en las exequias de los pontífices anteriores. En su lugar, su cuerpo será colocado en un ataúd de madera sencillo, con un interior de zinc para la conservación.
El velatorio tampoco seguirá el protocolo habitual. En lugar de un evento exclusivo para la Curia Romana y dignatarios, el Papa ha expresado que su despedida esté abierta al pueblo de Dios. Su féretro permanecería expuesto en la Basílica de San Pedro durante tres días para que los fieles puedan rendirle homenaje, pero sin el tradicional catafalco elevado.
Otro cambio significativo será la forma en que se referirían a él durante la ceremonia. En lugar de los grandilocuentes títulos de "Sumo Pontífice" o "Vicario de Cristo", se utilizarán los términos más simples de "Papa", "Obispo de Roma" o "Pastor".
Pertenencias del papa Francisco: posibles destinos
Los objetos personales del papa Francisco, al igual que su pontificado, han estado marcados por la sencillez y la austeridad. A la hora de pensar en el futuro de estos objetos, es fundamental entender que, en términos generales, los bienes personales de los papas están sujetos a los protocolos establecidos por la Santa Sede, pero el destino de sus pertenencias se ve influido también por la personalidad y las decisiones del propio pontífice.
Históricamente, las pertenencias de los papas han seguido una serie de caminos preestablecidos. En el caso de Francisco, es probable que sus objetos personales no se destinen a la creación de reliquias ni se expongan de manera solemne en museos. Su vida, siempre alejada de las formalidades papales, sugiere que sus posesiones seguirán una línea más discreta. Es posible que los artículos personales del Papa, como su anillo papal, su maletín o su sotana, sean preservados en archivos vaticanos o bien donados, ya sea a instituciones benéficas o a personas cercanas que compartieron su misión pastoral.
A diferencia de otros papas, cuyos objetos personales se han convertido en reliquias de devoción o han sido distribuidos entre familiares o allegados, el papa Francisco podría optar por una distribución más acorde a sus principios de humildad. En este sentido, es plausible que no busque que sus pertenencias se transformen en símbolos de poder o estatus, sino que sigan la misma dirección que su vida: al servicio de los demás, en un acto de generosidad y cercanía con la comunidad.
¿Qué ha pasado con los objetos personales de papas anteriores?
A lo largo de la historia, los bienes personales de los pontífices han seguido distintos caminos tras su muerte. Desde la transformación de ciertos objetos en reliquias veneradas hasta su resguardo en museos o su entrega a familiares y allegados, cada papa ha dejado un legado material con un destino diferente:
- Juan Pablo II (1978-2005): su sotana blanca manchada con la sangre del atentado que sufrió en 1981 en la Plaza de San Pedro se ha convertido en una de las reliquias más icónicas. Fragmentos de tela de esa vestimenta han sido distribuidos a templos y fieles en todo el mundo. Además, su sangre, conservada en pequeños relicarios, ha sido enviada a diversas diócesis. Su bastón pastoral, sus libros y hasta su escritorio han sido conservados en el santuario que lleva su nombre en Cracovia.
- Juan XXIII (1958-1963): conocido como el “papa bueno”, fue canonizado en 2014. Entre sus reliquias, destacan objetos sencillos que usó en su vida cotidiana, como su rosario y su breviario, ahora expuestos en el Vaticano. También se conservan algunas de sus vestimentas litúrgicas, e incluso su cuerpo incorrupto, que fue trasladado a la Basílica de San Pedro para la veneración de los fieles.
- Pío X (1903-1914): primer papa del siglo XX en ser canonizado, sus pertenencias personales, como su sotana y algunos de sus escritos, fueron distribuidos entre iglesias y fieles devotos. Una de sus reliquias más destacadas es un anillo episcopal, resguardado en la catedral de Venecia.
Sin embargo, más allá del valor religioso, los objetos personales de los papas también tienen un enorme valor histórico. Por ello, el Vaticano ha preservado muchas de sus pertenencias en los Museos Vaticanos y la Biblioteca Apostólica, instituciones encargadas de resguardar el legado de los pontífices:
- Benedicto XVI (2005-2013): al haber renunciado al papado en 2013, su destino fue distinto al de sus predecesores. Sus ornamentos litúrgicos, como la mitra y las casullas que usó en su pontificado, fueron entregados a la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Vaticano. Parte de su biblioteca personal se integró a los archivos de la Biblioteca Apostólica Vaticana. También se conserva su vestimenta papal, aunque sin ser transformada en reliquia.
- León XIII (1878-1903): fue el primer papa cuya voz quedó grabada en un fonógrafo. Ese histórico cilindro de cera con su voz está resguardado en los archivos vaticanos, junto con otros documentos importantes de su pontificado.
- Pablo VI (1963-1978): uno de sus gestos más simbólicos fue donar su tiara papal a la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, como una muestra de humildad y apertura. Este objeto se ha convertido en una pieza central de la colección vaticana en Estados Unidos.
Además, a pesar de que los papas no tienen una familia en el sentido tradicional, algunos han dejado objetos personales a sus allegados o colaboradores más cercanos:
- Juan XXIII (1958-1963): antes de su muerte, dejó en herencia a su familia ciertos efectos personales de valor sentimental, como cartas, fotografías y pequeños objetos que había usado durante su juventud y su etapa como sacerdote.
- Pío XII (1939-1958): su biblioteca personal fue entregada a su familia, y muchos de sus objetos personales, como su máquina de escribir y su escritorio, fueron donados a museos religiosos en Italia.
- Benedicto XVI (2005-2013): a diferencia de otros papas, al haber vivido su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano, tuvo la oportunidad de disponer de algunas de sus pertenencias en vida. Algunos libros y escritos personales fueron entregados a su círculo más cercano, incluidos sus secretarios y colaboradores.