Uno de los actos organizados ha sido una mesa redonda en la que 5 mujeres de Colombia, El Salvador, México, Paraguay y Perú han podido contar su experiencia sobre el terreno con sus organizaciones locales, socias de Manos Unidas. Son países con altos índices de violencia contra la mujer.
La representante de Paraguay, Mirta Lezcano, que trabaja para garantizar los derechos de las mujeres en situación de calle, ha dejado claro que la educación es un pilar fundamental para combatir la desigualdad. Ella tenía que caminar cada día 10 kilómetros hasta el colegio. A su asociación acuden niñas embarazadas tras haber sido víctimas de un abuso sexual. En Paraguay, muere una mujer a la semana por feminicidio.
En Colombia, sí que existen leyes que protegen a las mujeres de la violencia. En cambio, no se llevan a cabo, tal y como ha incidido Diana Marcela Torres, del Servicio Jesuita a Refugiados en Colombia. "Si una mujer quiere poner una denuncia por violencia de género lo primero que le preguntan es si eso realmente pasó. Hay una gran brecha entre el contexto rural y el urbano. Como consecuencia del conflicto armado se producen muchos desplazamientos". Por eso, hacen especial hincapié en trabajar en el entorno rural
Lizette Hernández, de la Asociación civil Kalli Luz Marina, ha explicado que cada día son asesinadas nueve mujeres en México, concretamente 33 en lo que va de año en la región de Veracruz. "Ser mujer, indígena y pobre recrudece la situación. Muchas viven en condiciones de exclusión, son analfabetas y sufren violencia por parte de sus parejas”. Con Manos Unidas les dan acompañamiento y educan también a los hombres para que ejerzan su masculinidad respetando a las mujeres. También las ayudan a que su liderazgo sea real
En Perú, Desiree Bozzeta de las Esclavas Adoratrices del Santísimo Sacramento, ayuda a las mujeres víctimas de explotación y trata. En lo que va de año, cinco mujeres han sido asesinadas por feminicidio en el país. Su testimonio ha sido muy positivo. Se puede salir del lado oscuro, aseguraba
Todas ellas coinciden en que una de las claves para terminar con la violencia es la educación y que violencia y pobreza están íntimamente relacionadas. Un acto que se enmarca también dentro de la campaña anual de Manos Unidas con el lema: “Creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas”.