Ella misma se ve ahora como una ingenua, pero reconoce que en su momento "le colaron la historia". Hace dos años, cuando ella tenía 18, comenzó a salir con el chef de un restaurante de su ciudad. Era, dice Rachel, nombre de nuestra protagonista, "una relación agradable", que se volvió un poco más complicada cuando él perdió su trabajo y le pidió a ella un préstamo para ir tirando. Un dinero que le fue devolviendo poco a poco hasta que un día, de repente, abandonó la casa que compartían -llevándose hasta los muebles- y dejó de responder a sus llamadas.
Inquieta, Rachel llamó a la madre de su novio que le contó que había ingresado en una clínica para un programa de rehabilitación alcohólica. Pasadas unas semanas le comunicó el fallecimiento de su hijo.
Tras el impacto inicial, la joven rehízo su vida y con el tiempo volvió a tener pareja. Durante un viaje hicieron una parada para comer en un restaurante de carretera y allí descubrió a su ex novio, el muerto, llevando una bandeja.
Rachel entró en shock y abandonó el restaurante. Ahora se arrepiente, dice, debería haber hablado tranquilamente con el "difunto" y de paso pedirle el dinero que aún le debe.
