El pintor vivía sólo en una casa alejada y aislada. Un taxista con el que se desplazaba a menudo alertó a la Guardia Civil.
El cuerpo en descomposición estaba fuera de la casa y le faltaba un brazo, que pudo ser devorado por alimañas o por su propio perro.
La veterinaria que lo tuvo que narcotizar para llevárselo confirmó la imagen "terrible" que vio al llegar: "El señor murió fuera y estaba fuera, y el perro estaba por allí custodiando al dueño y no dejaba acercarse a nadie a él -ni a los caballos, que eran de la propiedad-. No dejaba acceder a la Policía Judicial, ni a la forense".
La Guardia Civil sigue la investigación. Los primeros indicios apuntan a que no fue una muerte violenta.
El Ayuntamiento custodia toda la pictórica del artista que tenía en su domicilio.