Diseñan un modelo científico basado en la termografía para saber si alguien miente
Científicos de la Universidad de Granada han diseñado un modelo de laboratorio, el más fiable hasta la fecha según los investigadores, para averiguar si una persona miente o dice la verdad basado en la técnica de la termografía.
Este sistema toma como base el denominado "efecto Pinocho", según el cual cuando una persona miente la temperatura de su nariz desciende y la de la frente aumenta, entre otros cambios térmicos faciales, ha informado la Universidad de Granada.
Los científicos, pertenecientes al Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada, mantienen que este sistema es más exacto que el famoso polígrafo y que otras técnicas de imagen cerebral empleadas en investigación.
Según explica el investigador principal del proyecto, Emilio Gómez Milán, las dos regiones de la cara claves para medir este "efecto Pinocho" son la punta de la nariz y la frente. Cuando mentimos, la temperatura de la punta de la nariz desciende entre 0,6 y 1,2 grados, mientras entras que la de la frente sube entre 0,6 y 1,5, señala.
Cuanto mayor sea la diferencia de cambio de temperatura entre ambas regiones de la cara, más probable es que esa persona esté mintiendo, apunta el experto. Cuando alguien miente se produce una respuesta emocional en su cuerpo, la ansiedad, que se manifiesta en la temperatura de la nariz, pero también se produce una respuesta cognitiva, porque para mentir tenemos que pensar o planificar nuestras excusas, y esto se traduce en un aumento en la temperatura de la frente.
En resumen, "para mentir hay que pensar, y por eso aumenta la temperatura de la frente, pero también nos ponemos nerviosos, lo que provoca un descenso de la temperatura de la nariz". El investigador advierte de que hay que diferenciar el estudio de la mentira en el contexto del laboratorio y en la vida real.
Las técnicas que se utilizan en el laboratorio, explica, son muy distintas de las que emplea, por ejemplo, la Policía, que usa la denominada entrevista estratégica (con cuestionarios que incluyen preguntas 'trampa' y la petición de gran cantidad de detalles) para intentar pillar al mentiroso. "La detección real de mentiras incluso por expertos apenas supera el nivel de azar (54%), y con la entrevista estratégica sube hasta un 60-70 %", según el investigador, para quien lo ideal sería combinar ambas técnicas en las comisarías, los aeropuertos o los campos de refugiados.
Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores trabajaron con una muestra formada por 60 estudiantes de Psicología de la Universidad de Granada, a quienes realizaron una serie de pruebas con el termógrafo. Una de ellas consistía en realizar una llamada telefónica de entre 3 y 4 minutos a una persona querida en la que debían contarles una mentira significativa inventada por ellos (por ejemplo, que acababan de ver a un actor famoso, o de sufrir un accidente).
Mientras tanto, el grupo control, al que también se monitorizó con la cámara térmica, debía realizar otra llamada similar contando a su interlocutor lo que estaba viendo en la pantalla del ordenador (imágenes desagradables de cuerpos mutilados y accidentes).