La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) denuncia que las primeras operaciones de compraventa que empiezan a formalizar agricultores y operadores comerciales de cara a la próxima campaña citrícola establecen unos precios en origen que se sitúan hasta un 30% por debajo de los costes medios de producción.
Con el objeto de aprovisionarse de suficiente fruta ante una temporada donde se prevé una reducción de cosecha a causa de las adversidades climáticas, varios comercios privados están mostrando interés por comprar. En el caso de la naranja Navelina ofrecen precios en torno a 0,21 €/kg. Sin embargo, los gastos que supone el cultivo de la naranja superan los 0,32 €/kg después de haber aumentado un 40% en los dos últimos años, según calcula la organización agraria a partir de los datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) y del Ministerio de Agricultura. Los comercios también tratan de adquirir clementinas precoces protegidas de alta calidad a 0,28 €/kg, frente a los 0,39 €/kg a los que ascienden los costes de producción. Es decir, tanto en naranjas como en mandarinas, un productor tipo estaría perdiendo 0,11 euros por cada kilo que venda a ese precio.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, afirma que “hay quien puede pensar que es un buen precio después del desastre de la pasada campaña, cuando las cotizaciones de las naranjas se hundieron por debajo de los 0,10 €/kg, pero si hacemos números y vemos cómo se han disparado todos los costes, se trata de cantidades que conducen a los productores a la ruina”. Por ello, el dirigente agrario pide “prudencia y coherencia respecto al precio de venta” y además recomienda “no precipitarse a la hora de vender las cosechas, máxime en una campaña con una producción que se prevé corta debido a la combinación letal de malas condiciones meteorológicas en primavera”.
En cuanto al mensaje dirigido a las administraciones, Aguado alerta de que “la ley de la cadena alimentaria sigue sin funcionar y sin dar respuesta a los abusos comerciales. Los agricultores, sobre todo en productos perecederos, no podemos repercutir la escalada de costes porque el precio viene impuesto de arriba hacia abajo. Al final solo se benefician las empresas que dependen del productor provocando la ruina de este”. Tras el balance negativo de las últimas campañas, Aguado reclama a los políticos que “se pongan las pilas ya porque, o ponen en marcha medidas de mercado verdaderamente eficaces que permitan reconducir esta tendencia, o se producirá un abandono inmediato, espectacular y de no retorno de los citricultores. Cansados de trabajar duro y perder dinero, los mayores dejarán de gastar su exigua pensión para mantener los campos y los pocos jóvenes que quedan huirán en busca de una actividad profesional viable”.