El legado y los testamentos de personajes famosos y conocidos llaman mucho la atención porque despiertan curiosidad. A través de lo que legan y a quién lo hacen o dejan como albaceas se puede conocer un poco más cómo era ese personal. Y eso es lo que está estudiando el abogado y Académico de Número de la Real Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación, José Luis Artero. Goya, Marco Polo y ahora Leonardo Da Vinci han sido los personajes sobre los que ha estudiado su herencia y el próximo será Isabel la Católica.
Precisamente el legado de Leonardo Da Vinci sobre el que acaba de estudiar y concluye que “en estos personajes se puede ver cómo se reproducen los mismos defectos e inquietudes que tiene una persona normal. Leonardo tuvo problemas con sus hermanastros y su padre, ya que era hijo ilegítimo, y la herencia de su tío fue impugnada. Nada que no se vea en otras familias”, indica Artero.
El testamento de Da Vinci es curioso porque era italiano, pero lega en Francia. Pudo hacerlo porque testó ante un notario real. José Luis Artero que esto indica dos aspectos importantes, por un lado, indica el ascendente que tenía el artista con Francisco I, rey de Francia, y por otro, testar ante el notario real le daba dispensa para disponer de los bienes que tenía en el país francés.
Lo que caracteriza el testamento de Leonardo Da Vinci es la “reconciliación y el perdón” y establece una serie de mandas, legados y obras pías como un número concreto de misas por su alma, que su féretro lo llevaran 60 pobres portando 60 antorchas y a los que les dejó una cantidad de dinero. “No era religioso, pero la iglesia estuvo siempre muy presente y aparecen también personas que fueron importantes en su vida, aunque algunas no se habían portado bien". Algunas de ellas fueron sus 16 hermanastros por parte de padre (su padre era un notario florentino que se casó cuatro veces y tuvo 7 y 9 hijos, respectivamente con las dos últimas esposas). Con ellos mantuvo disputas por la herencia del padre e incluso impugnaron el testamento de su tío. Aún así les dejó 400 escudos.
Pero, en definitiva, lo que le importaba a Leonardo Da Vinci era mantener vivo su legado artístico y proteger sus obras, sobre todo sus retratos, como indica Artero.
