La crisis política en Extremadura, que desembocó en la convocatoria de elecciones anticipadas el 21 de diciembre, ha catapultado a un nombre al centro del tablero: Óscar Fernández.
Designado candidato a la presidencia de la Junta por Vox en un movimiento interno que relegó al anterior cabeza de lista (Ángel Pelayo Gordillo), su figura se erige como la apuesta del partido para derrocar a la popular María Guardiola y desbloquear una región gobernada por el PP con su apoyo externo.
Nacido en Cáceres, pero oriundo de Casas del Castañar, un municipio cacereño de unos 600 habitantes, Fernández lleva impreso el sello de la Extremadura profunda. Casado y padre de dos hijos adolescentes, define a "la familia como el pilar de toda mi vida", un principio alineado con el discurso de su formación.
Enfermero y empresario
Su perfil profesional dista del político de carrera tradicional. Es diplomado en Enfermería por la Universidad de Extremadura, una formación a la que sumó un máster ejecutivo en Dirección Comercial y Marketing.
Ha conjugado ambos mundos: por un lado, ha sido gerente regional para una multinacional farmacéutica; por otro, es un empresario con experiencia temprana, ya que con 23 años se convirtió en socio fundador de negocios vinculados a la hostelería y la distribución alimentaria.
Esta dualidad le permite presentarse tanto como un profesional que conoce el sector sanitario como un gestor privado.
Ascenso orgánico en Vox
Su militancia política cristalizó al escuchar a Santiago Abascal: "Vox es un partido que hacía y defendía lo que yo pensaba". Tras ocupar cargos en el comité provincial, dio el salto a la primera línea como candidato al Senado por Cáceres en las generales de 2019, aunque no logró escaño.
Su consolidación llegó en las autonómicas de 2023: como cabeza de lista por Cáceres, condujo a Vox a cinco escaños, un resultado que permitió al partido condicionar al PP y firmar el pacto de gobierno con Guardiola.
Desde entonces, ejerció como portavoz del Grupo Parlamentario Vox en la Asamblea de Extremadura y presidente provincial del partido en Cáceres, forjando un perfil batallador y de tono contundente.
Ruptura y banderas propias
Fernández llega a la candidatura con un mensaje de ruptura contra el "bipartidismo PP-PSOE", acusando al gobierno de Guardiola de ser "continuista" y una "copia de las políticas socialistas". En declaraciones hechas durante la campaña, Fernández ha aseverado: "El Partido Popular y el Partido Socialista son lo mismo, votan lo mismo y roban lo mismo".
Su campaña está centrada en varias banderas identitarias de Vox: la defensa del campo extremeño y la crítica a la burocracia que lo asfixia, la lucha contra el "despilfarro político" y la reducción del gasto institucional, la protección de la central nuclear de Almaraz y, como es habitual en su formación, una agenda dura en seguridad y control de la inmigración irregular. Fernández muestra también su rechazo frontal a las "leyes ideológicas" y acusa a la presidenta de Guardiola por su posicionamiento en temas como el aborto: "Todo el mundo sabe que María Guardiola es una pro-abortista", aseguraba en declaraciones a los medios en Mérida, durante la campaña.
El reto: convertir el poder de veto en victoria
El principal desafío del candidato de Vox es capitalizar el malestar hacia el PP dentro de su electorado más conservador y materializar el cambio que, según Vox, el pacto con Guardiola frustró.
Estas elecciones, un test clave para la derecha y la ultraderecha en la comunidad, juzgarán si Óscar Fernández, el empresario y enfermero de Casas del Castañar, logra transformar su reciente notoriedad en un liderazgo capaz de alterar el mapa político extremeño.

