OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Un rey defendiendo la Constitución es, para Torra y compañía, un árbitro que barre para casa"

Comienza el verano. Y comienza la actualidad del verano. Refrescante, si usted quiere.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 21.06.2018 07:29

La actualidad del verano de 2018 arranca entre los Juegos Mediterráneos de Tarragona y los Juegos del Hambre del primer partido de España.

O una.

Siete eran siete. Como los enanitos. Santamaría, Cospedal, Casado, Margallo, García Hernández, Bayo y el último espontáneo que se lanzó al ruedo: Elio Cabanes.

Siete eran siete hasta que perdieron seis y quedó uno. O una.

El que más avales presentó, Pablo Casado.

La segunda, Cospedal.La que más ex ministros tiene haciendo campaña por ella, Sáenz de Santamaría.

¿Significa esto que la victoria será de alguno de los tres? En absoluto. Vaya usted a saber lo que estará madurando, en la intimidad de su condición de afiliado, cada una de las setecientas y pico mil personas que el PP declara como militancia del partido. O, en rigor, aquellos de entre esos setecientos mil que estén al corriente de pago de su cuota cuando el lunes termine el proceso para registrarse como votantes en primarias.

Entre los Juegos del Hambre del PP y los Juegos Mediterráneos de Tarragona va a comenzar el verano.

Tarragona, Cataluña, España.

Llega mañana a puerto la candidatura que presentó el ayuntamiento hace once años y que hicieron suya el Parlamento español, el gobierno central y la Generalitat de Cataluña. Aquellos tiempos en que se exaltaba la colaboración entre instituciones. Cuando Artur Mas aún no se había hecho independentista, cuando Puigdemont aun no era nadie y cuando Joaquim Torra…ni te cuento.

Mañana empiezan los Juegos Mediterráneos y acudirán el rey Felipe y Pedro Sánchez a la inauguración de la cosa. Está por ver que acuda QuimDeMont, el profeta del diálogo al que su cuerpo indepe le está pidiendo hacerse un Colau y ausentarse del recibimiento al rey. La coartada será, o sería, que el monarca no ha querido verse con él para pedir perdón por la terrible ofensa que le hizo a Cataluña (y bla bla bla) en su discurso del 3 de octubre. Aquel en el que el rey hizo algo tan incomprensible para el indepedentismo militante como defender la Constitución y urgir a las instituciones a garantizar su cumplimiento.

Un rey defendiendo la Constitución es, a los ojos de los Torra, los Torrent y los puigdemones por el mundo, una afrenta, un árbitro que barre para casa, un testaferro de Rajoy interpretando la canción que le ha escrito el gobierno. El gobierno de antes, se entiende. Que ésta era la jugada.

Torra reclama verse con el rey al que quiere tumbar para que el rey le explique por qué se prestó a hacer aquel discurso.

Qué pasó para que hiciese aquel discurso. Y lo pregunta uno de los promotores de la arremetida contra el Estado, el Estatut y la legalidad democrática. Si QuimDeMont quiere saber qué pasó en octubre no necesita verse con el rey. Sólo tiene que mandarle un guasap al de Berlín y él se lo explica.

El empeño de Torra en puentear al presidente del gobierno y dirigirse directamente, de tú a tú, de jefe de Estado a jefe de Estado, al rey Felipe no es nuevo. Ya apuntó maneras Torra en su discurso de investidura, ¿se acuerdan?

En castellano, que es la lengua de las bestias.

En castellano le ha escrito también la carta trampa que llegó a la Zarzuela ayer.

Viene a decir: majestad, a ver qué le parece esta trampa para osos que se nos ha ocurrido a mí, Joaquin Torra por la gracia del dedazo de Puigdemont, a mi jefe Puigdemont, residente en Berlín, y al del dedazo que hizo presidente a Puigdemont, este Artur Mas cuyo peso político se ha ido quedando en las raspas.

La carta trampa se resume en estas tres ideas envueltas, o camufladas, en farfolla pseudo política de cuarta.

1 • Fue usted, Felipe, quien humilló a los catalanes con su discurso del 3 de octubre; fue usted quien abrió una terrible herida; nosotros no hemos hecho nunca nada.

2 • Es usted, por tanto, quien tiene que hacer acto de contrición y propósito de enmienda aceptando reunirse, de jefe de estado extranjero a jefe de estado inexistente, con el muy honorable Torra.

3. El precio que habrá de pagar para que le perdonemos la terrible ofensa de octubre es aceptar de una vez la autodeterminación para que su reino pueda ser troceado.

Y el colofón:

Si no traga usted con nuestras condiciones le acusaremos de un nuevo agravio, le culparemos del plantón que habremos de darle y engordaremos con usted nuestro memorial de agravios. Y si está libre Toni Albá, le encargaremos otro pregón anti borbónico.

Naturalmente, en la Zarzuela han dicho que no cuela, Torra, no cuela. Le han remitido la carta a Sánchez y le han hecho saber a QuimDeMont que el interlocutor de los presidente autonómicos es el presidente del gobierno. Que, por cierto, ha puesto ya fecha a su reunión con el avatar del de Berlín.Será el 9 de julio en la Moncloa.

El 9 de julio se internará Torra en el corazón del reino opresor, el maléfico Palacio de la Moncloa, la cueva del demonio, la caverna.

Sánchez se abstendrá de llamarle xenófobo y le invitará a repasar juntos la lista de cuarenta. Los cuarenta puntos principales de las reclamaciones del gobierno autonómico. Se saltará la primera, claro, por improcedente: no cabe un referéndum de autodeterminación. Y si Torra admite que los hechos son los hechos y que el camino no es la insurrección, hasta podrían terminar la jornada haciendo juntos unos estiramientos y saliendo a trotar por el complejo.

Sánchez, cuando se lo propone, es un hombre afectuoso.

Miren su debut de ayer en la sesión de control del Congreso. Que fue también el debut de la oposición en su labor controladora.

Oposición, de momento, hacen el PP y de Ciudadanos, porque el resto de los grupos fueron ayer de flower power. Con mención especial para los juegos florales de Pablo Iglesias en su nueva condición de escudero del caballero Pedro. Rozó la torridez el intercambio de mimos y carantoñas entre el presidente y el de Podemos, Pedro y Pablo, Pablo y Pedro.

Y porque los paró la presidenta del Congreso. Porque paró los preliminares, que si no acaba levántadose Pablo del escaño y yendo al encuentro de Pedro para estamparle un beso en los morros, como si fuera Xavier Doménech.

Hay amor. Fingido, puede ser. Utilitario, lo es. Hay amor de ocasión que no equivale al amor verdadero. Pero es bonito asistir a la reconciliación de la pareja. Tan bonito como previsible sabiendo que todo lo que se dijeron ayer en público ya se lo habían dicho en la intimidad de su encuentro secreto del jueves pasado en Presidencia. La cita en el mayor de los reservados que existe en Madrid: el despacho del presidente del gobierno.