OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El documento del PSOE tiene lo justo para que parezca que se mueven algo"

En una hora comienza el festival de solistas por el estrado. Los dieciocho procesados del caso Noos —-noos lo hemos llevado—-. Comienza el desfile, los interrogatorios, y abre plaza Pepote Ballester, cuya relación con la familia real se limita a ser un viejo compañero de pupitre de Iñaki Urdangarin.

Carlos Alsina

Madrid | 09.02.2016 08:12

A Pepote lo colocó en la administración autonómica Jaume Matas, en aquellos tiempos en que Matas era un político de referencia en el PP de Aznar, ex ministro de Medio Ambiente reconvertido en presidente autonómico. Matas fichó a Pepote no por su competencia para el cargo de director general de deportes, qué tontería, sino porque era un deportista olímpico con buen cartel y manifiestamente manejable. Y el pobre Pepote, entre que él no era muy ducho en la gestión, que obedecía ciegamente a Matas y que quería echar una mano a su amigo Iñaki, pues chico, acabó dándole al duque contratos a dedo para que organizara unas jornadas sobre deporte y turismo que no serían para nada, salían caras pero tenían a todo el mundo contento: a Matas, al duque, al socio del duque y a la familia del duque.

Éste es el cómo empezó todo, la versión que dará Pepote, sobre los primeros apretones que le dieron Urdagarin y Torres, el instituto sin ánimo de lucro Noos, a la ubre del dinero público. Ballester fue quien abrió camino al formidable negocio que acabó haciendo el yerno del rey y es procesado y, a la vez, confeso y testigo de cargo en virtud del pacto que alcanzó con la fiscalía. Le llaman arrepentido, pero en realidad no consta que se arrepienta de lo que hizo: qué iba a hacer él, ¿verdad?, si su jefe, que era Matas, le decía que al yerno del rey le tuviera contento. Todo “lamentosísimo”, como diría Carmena. Siquiera mínimamente.

Comienza el juicio, ahora ya sí que sí, superadas las cuestiones previas y sin bajas en el banquillo. Ahí sigue la infanta, fracasada la estrategia de su defensa de invocar la doctrina Botín y tragando mecha a partir de hoy y hasta que le toque a ella misma responder al interrogatorio de las partes. Todos aquellos que, cuando el cerco judicial empezó a estrecharse sobre Cristina de Borbón, profetizaron de manera categórica que jamás, jamás, jamás, veríamos a una infanta juzgada, han tenido ya tiempo de comerse la profecía con patatas.

Son los jueces los primeros interesados en que la sociedad conozca la forma en que hacen su trabajo y las razones que les llevan a tomar unas u otras decisiones. Cuanto más claramente razonen sus autos más fundamentadas podrán ser las opiniones que emitan, o emitamos, los ciudadanos.

El juez Ismael Moreno, de la Audiencia Nacional, hará bien en sacar cuanto antes la patita de donde la metió el sábado, animado por la fiscalía y con tanta precipitación como ausencia de ponderación. Cuando estando de guardia en la Audiencia Nacional, envió a prisión provisional a los dos titiriteros por presunto enaltecimiento del terrorismo.

El auto del magistrado refleja el error de interpretación en que tanto él como el fiscal han incurrido. Como dice el juez, para que exista enaltecimiento del terrorismo han de existir acciones o palabras que elogien o justifiquen comportamientos criminales. Y si los dos titiriteros hubieran hecho eso, estarían justificadas las medidas cautelares. Pero en la descripción de los hechos yerra el magistrado: los autores de la función no exhiben una pancarta haciendo suyo lo que pone en ella, no es un Gora Al Qaeda Eta lo que está en la intención de la obra, es un elemento de una trama ficticia —-una escenificación, como dice, ahí sí con buen criterio el juez—- que no supone apología de terrorismo alguno. Cuanto antes se revierta este disparate y se pongan las cosas en su sitio —-y a los titiriteros en la calle— mucho mejor. Para todos. El espectáculo de títeres no era para críos y era, o es, una función bastante burda a mayor gloria de la ideología anarquista de sus autores, pero eso da para una formidable controversia social y política, no para mantener a dos hombres en prisión.

Responsablidad política del gobierno municipal por programar la obra en la plaza pública y para todas las edades, esa sí, toda. Lo admitió ayer Manuela Carmena —hechos lamentosísimos, dijo, y ostentóreos, podría haber añadido— aunque a la vez eludiera concretar la alcaldesa quién debe asumirla en primera persona. Tantas dudas expresó Carmena sobre la conveniencia de que su concejala de cultura siga en el cargo que es razonable pensar que carece de autonomía, en realidad, para destituir a nadie. Celia Mayer sigue mientras Celia Mayer quiera.

¿Y las negociaciones de Propuesto Sánchez cómo van? Pues según el escudero parlamentario de Sánchez, Hernando, todo va bien, todo va bien.

Tres reuniones, con IU —-el náufrago Garzón es un entusiasta de este acuerdo-, con los valencianos de Compromís –que han roto el boicot a Ciudadanos de sus colegas de Podemos— y con los cascos azules de Rivera, que están dispuestos a fingir que la propuesta socialista les parece mejor de lo que, en realidad, les parece.

El equipo negociator del aspirante publicó su documento goma, lo bastante elástico y lo bastante etéreo para que nadie pueda salir corriendo. Con Podemos aún no se ha sentado el PSOE, porque Iglesias no quiere, pero la primera valoración de éste ha sido muy de Podemos: nos han copiado el programa electoral, por eso nos parece bueno.

En realidad, el documento socialista, además de ser elástico —-vamos a ver qué dice Ciudadanos de la legislación laboral tan alejada de lo que ellos planteaban, o del capítulo fiscal, sin una sola mencion a bajar IRPF y sí a crear nuevos impuestos medioambientales—- es premeditadamente brumoso en el último de sus folios, que se supone que es el más relevante. Reforma de la Constitución. Ahí lo despacha casi todo el PSOE con un verbo comodín: revisar. Revisar las funciones del Senado, revisar los aforamientos, revisar el sistema electoral, revisar el título octavo. ¿No era esta la principal reforma que proponía el PSOE, hacer de España un estado federal? Bueno, lo era. Pero en el texto goma lo que han puesto es desarrollar el concepto de estado federal, siquiera mínimamente. Un poquitín. La puntita. Lo justo para que parezca que ellos sí se mueven, no como Rajoy, que no propone nada a los catalanes, sin que Ciudadanos se levante de la mesa. Siquiera mínimamente.

Nunca un documento de negociacion incluyó una expresión más inconcreta. Y encima lo han escrito, si quiera, como si fueran dos palabras. Para que abulte.