punta norte

La Tierra de Bunge

Javier Cancho recorre en 'Por fin no es lunes' este desierto de casi 4.000 kilómetros cuadrados, al norte del Círculo Polar Ártico, un lugar muy extraño en esas latitudes del mundo

ondacero.es

Madrid | 05.06.2022 12:34

¿Alguna vez han oído hablar de la Tierra de Bunge? Aquel es un paisaje muy desconocido. Cuando estás allí se ve una vasta extensión de arena. Es una arena de grano pálido. Es una planicie casi monótona, interrumpida sólo en algunos lugares del horizonte por lo que parecen ser dunas bajas, o tal vez los lechos secos de ríos antiguos.

Mirando el aquel paisaje en una foto, podría confundirse con el desierto del Sahara, o con el conocido Barrio Vacío de la Península Arábiga. Pero allí percibes que aquel es un desierto extraño. Estamos describiendo un lugar llamado la Tierra de Bunge. Es un desierto de casi 4.000 kilómetros cuadrados, que está al norte del Círculo Polar Ártico. Es una zona casi árida. Y una zona así está en las islas Anzhu, al norte de Siberia.

Es muy extraño un lugar así en esas latitudes del mundo. Y es más llamativo todavía que no hay consenso entre los geólogos sobre cuál es la explicación de un desierto en esa ubicación. La Tierra de Bunge es un desierto. Lo es. Y también es un signo de interrogación. Seguramente porque su ubicación remota y su clima inhóspito han convertido en algo inaccesible el estudio de ese enclave tan sorprendente. La geología subyacente de esa comarca es particularmente compleja.

Y luego está el asunto del tiempo que se termina. El tiempo puede estar agotándose para descubrir el origen de ese misterioso accidente geográfico. El cambio climático es un inconveniente enorme, dicen los geólogos, para describir el porqué de un lugar así, para saber qué pasó, para conocer cuál es la explicación del origen de la Tierra de Bunge.

A medida que se intensifica el cambio climático, también lo hacen las tormentas de primavera y verano, que periódicamente inundan con agua marina gran parte de ese desierto ártico. El aumento del nivel del mar puede inundar la mayor parte de esos casi 4.000 kilómetros cuadrados. Es muy probable que dentro de un tiempo la Tierra de Bunge desparezca para siempre.

La Tierra de Bunge está en la costa norte de Rusia, donde los mares de Laptev y Siberia Oriental. En ese escarpado archipiélago hay zorros árticos y hay lemmings. Sobre los lemmings, Jaime, recuerdo una curiosa historia que se sitúa en ese límite que a veces aparece entre la ficción y la realidad. Con la búsqueda del drama en algunos relatos, en ocasiones se acaba cruzando la frontera de la realidad para entrar directamente en el territorio de la ficción.

Esto le sucedió a Disney con los lemmings. En una producción del 1958 que se titulo ‘Infierno Blanco’. En aquella película se ve a un montón de lemmings saltando desde un acantilado al Océano Ártico. La peli ganó un Oscar a mejor documental, cuando todo era un montaje. No hubo un suicido masivo de lemmings. Los pequeños roedores fueron acorralados, y atosigados hasta que acabaron saltando al agua.

Pequeños roedores metidos en grandes apuros por la perversa idea del director de la película. Se ve que la realidad está sometida a demasiados infiernos.

Volvamos a la Tierra de Bunge donde hay zorros, lemmings y, en verano, aves migratorias. Y no mucho más. No hay demasiada actividad en la Tierra de Bunge. Aunque, sí, hay algo en lo que allí está sucediendo que no es lo de menos, que preocupa y mucho a los científicos. La capa de permafrost, la capa de suelo permanentemente congelado, allí suelo cubierto de tundra, allí esa capa se está descongelando.

A medida que las capas comprimidas de hielo y suelo que alguna vez estuvo congelado se derriten, las costas oscuras e irregulares de las islas se desploman, trozo a trozo, en el agua gélida. Como la Tierra de Bunge está entre dos islas muchos se perdieron sin llegar a encontrar el paraje. Fueron hasta allí sin terminar de localizar su ubicación exacta. Los primeros exploradores de la comarca, de los que ha quedado registro, llegaron allí a finales del siglo XVIII y durante el XIX. Es fácil no ver el desierto del ártico porque está entre dos islas. Y sucede, en ocasiones, antes más que ahora, que el mar estaba bajo el hielo, mientras la tierra quedaba bajo la nieve, y no había una frontera definida entre ellos. Algo parecido a lo que a veces sucede entre ficción y realidad.

Un científico llamado Alexander von Bunge dirigió una expedición que puso rumbo a los nuevos territorios siberianos allá por 1886. Aquella tierra lleva su nombre en honor a aquel científico. Lo que nunca ha podido desvelarse del todo es qué fue aquel lugar y cuándo se formó.

La Enciclopedia de los Mares del Ártico Oriental define la Tierra de Bunge como una isla y un banco de arena. Pero los geólogos no están muy de acuerdo con esa definición. Los geólogos llaman a la Tierra de Bunge puente terrestre o zona intermedia. Hay quienes consideran que las dos islas y el desierto son en realidad un sólo conjunto, una sola isla. Durante la mayor parte del siglo XX, los científicos, cuando pensaban en aquel desierto remoto, pensaban que era un bloque de fondo marino arenoso que de alguna manera había sido empujado hacia arriba y expuesto. A primera vista, eso parece plausible.

Si miramos el lugar desde un satélite, además del contraste de sus arenas pálidas, llama la atención algo más: las líneas divisorias entre Bunge y la tierra a ambos lados son bastante nítidas. Por tanto, ese lugar podría haber sido tallado por la actividad sísmica del pasado. De hecho, todo el archipiélago de Nueva Siberia se encuentra dentro de la zona activa del Rift del Ártico, donde las placas tectónicas de Eurasia y América del Norte se están separando lentamente en las profundidades de la superficie, arrugando, estirando y desgarrando todo lo que está por encima de ellas.

La existencia de ese lugar también puede estar relacionada con el permafrost derretido. El orden exacto de los eventos y el momento siguen siendo un misterio.

La Tierra de Bunge se formó durante la última edad de hielo, cuando los niveles del mar eran más bajos, y toda la región formaba parte de una enorme llanura que abarcaba continentes e incluía el puente terrestre de Beringia, que los antiguos siberianos cruzaron hacia lo que ahora es América del Norte. Se formó en aquel lejano entonces. Sin embargo, esa extensión arenosa anómala, junto con los eventos exactos que la crearon, sigue siendo un asunto desconocido.