Judith González hace una propuesta a los oyentes y al equipo de "Por fin no es lunes": comprar un cuaderno y que cada día tratemos de escribir un rato en él. Basta con un cuaderno, porque las hojas sueltas se pierden con más facilidad… y una hojas encuadernadas, por el contrario, se suelen conservar. Nos sirve también cualquier bolígrafo o pluma, lo que cada uno quiera; pero que deslice bien por el papel, que escribir sea una acción cómoda.
Luego viene lo más sencillo y a la vez lo más difícil: escribir lo que nos dé la gana. Dice que es complicado porque pasa a menudo que cuando podemos hacer cualquier cosa, no sabemos, de pronto, qué hacer o no sabemos por dónde empezar y esto nos paraliza. La clave es no dejar que la hoja en blanco nos mire durante mucho tiempo, que entonces se hace fuerte. Se trata de que la miremos nosotros a ella y que vayamos ganándole terreno al blanco. Podemos empezar por poner la fecha y luego lo que hemos hecho hoy, lo que queremos hacer mañana, una idea que queramos anotar, una palabra que queramos recordar, el sitio donde estamos, lo que vemos alrededor… Cualquier cosa para romper el hielo.
Hay que hacerlo sin pretensiones. Al final, es solo nuestro cuaderno, hay que quitarle hierro, no estamos escribiendo un discurso para el rey. No tiene porqué leerlo nadie más y si alguien lo lee y no le gusta o no lo entiende es su problema: qué no se hubiera puesto a cotillear donde nadie le llama. La idea no es que a otra persona le resulte útil o interesante. Esto se hace solo para nosotros mismos.
Resalta Judith que esto de no tener grandes pretensiones, porque lo que no quiere es que ponernos a escribir se sienta, de antemano, un reto muy grande. No nos juzguemos a nosotros mismos. Cada uno tiene que escribir como sepa escribir: unos mejor y otros peor; unos con una caligrafía modélica y otros a renglón torcido; unos con una prosa encomiable y otros con faltas de ortografía.
Ya llegará el momento de preocuparse después de cómo escribimos. Primero vamos a habituarnos a coger el cuaderno y la pluma y, después, la preocupación por ha-cerlo bien, llegará sola. Cuando uno ya sabe conducir, siempre acaba por querer que coche sea bueno. Este hábito de escribir en un cuaderno tiene infinitas ventajas. Dos de las que les parecen más útiles a Judith es que sirve para conocernos mejor a nosotros mismos y que sirve para alcanzar nuestros objetivos, para recordar las cosas que creemos importantes.
Se pueden hacer ejercicios tan simples como resumir un día o una semana con una sola palabra. Tiene semanas con la palabra hidropónico (porque le interesó mucho este tipo de cultivos en agua), pero si ha estado constipada la palabra que pone es mocos. Es un ejercicio de realidad para nosotros mismos, no algo que tenga que quedarnos bonito en Instagram. Nuestra colaboradora escribe lo que hago y las impresiones que esas cosas le causan, escribe si ha comprado algo y luego se hace una reseña a sí misma, si le ha gustado, si al cabo de un mes lo sigue usando… Si va a algún sitio nuevo pongo una foto, si visita un museo pego la entrada… cosas sencillas de las que ella saca información sobre sí misma cuando vuelve a mirarlas X meses después.
Si lo haces sistemáticamente, con perseverancia, la mera sucesión de hechos, al relacionarse entre sí, se convierte en datos y los datos ya son otra cosa… Al cabo de un año tal vez veamos, en nuestras anotaciones, que pese a lo bien que lo pasamos aquel día en el campo, no volvimos a dar un paseo así en 12 meses, que no tuvimos tiempo… tal vez incluso, entre las anotaciones, veamos en qué otras cosas, que hemos disfrutado mucho menos, se nos ha ido, sin embargo, el tiempo. Anotar un hecho tal vez no tenga valor, pero si anotamos muchos hechos podemos ver patrones en nosotros mismos y reflexionar sobre si esos patrones nos gustan y son lo que queremos o si podemos ponernos como objetivo personal cambiar algo para que nuestra vida sea más feliz, o se parezca más a la que cada uno quiera que sea.
Ahora que llegan las vacaciones, que podemos descansar de las pantallas, de los Excell, de las presentaciones en ppt, que podemos sentarnos a mirar el mar, en su inmensidad, o las montañas en sus alturas, que tal vez visitemos una ciudad nueva, es decir, que veamos algo que nunca antes hemos visto. Es un momento espléndido para echar un cuaderno en la mochila y hacer algunas anotaciones.
Judith os invita a escribir lo que queráis, aunque suene loco. Pocas herramientas tan sencillas y tan potentes como un cuaderno y sus anotaciones. Ella tiene en casa enmarcada una hoja de una libreta pequeña que pone “dice el alguacil que en Caja Castilla la Mancha hay otro hombre que se llama igual que yo, el mismo nombre y apellidos”. La tinta es azul y la letra es la de su abuelo, que tenía montones de libretas empezadas, la anotación es simplemente un hecho, sin pretensiones, que él creyó que había que anotar, cada vez que la lee le hace sonreír.