dímelo bien

Judith González nos ayuda a conocernos mejor: las partes de tu cuerpo que no sabes cómo se llaman

La filóloga de cabecera de 'Por fin no es lunes' nos descubre qué son los hinojos, cómo se llama la parte interna del codo o el término más culto para referirse al entrecejo

ondacero.es

Madrid | 17.12.2022 11:40

Ya en el tempo de Apolo en Delfos se podía leer una proverbial sentencia en griego clásico que decía γνωθι σεαυτόν (gnóthi seautón), una inscripción del siglo V a. C. que leída así igual nos dice poco, pero que todos conocemos porque no es más que la célebre máxima 'Conócete a ti mismo', que del templo de Apolo viene, y que tradicionalmente, como otras inscripciones que se ofrecían como consejo a los visitantes, se ha atribuido a los Siete Sabios de Grecia (ya sabéis, Solón de Atenas, Quilón de Esparta, Tales de Mileto…)

A mí este consejo me interesa, porque, oye, siglos y siglos de vigencia que tiene, pues algo de verdad habrá en él; pero, claro, como mi rollo es más lingüístico, pues yo lo quiero es hacer esta introspección en un terrero… filológico. Yo os invito hoy a conocernos a nosotros mismos, físicamente, a recorrer nuestros cuerpos, pero pero, diccionario en mano, no os vayáis a pensar…

Empezando por la cabeza, solo en ella, igual tenemos cuatro o cinco partes que no sé si todos sabríamos nombrar.

Si nos llevamos un dedo a la punta de la nariz, como si esto fuera un control de alcoholemia, y lo vamos deslizando hasta arriba hasta llegar al punto que hay entre nuestras dos cejas, hemos llegado a la pequeña placita, redondeada, que tenemos entre los ojos, es el entrecejo o la… glabela. La palabra viene del latín glabellam, que significa `lisa, suave`, es decir, sin pelo… y que es bastante más bonita que entrecejo, dónde va a parar.

Si volvemos con el dedo a la punta de la nariz y en vez de subir hacia las cejas vamos bajando hasta la boca, justo por encima de los labios tenemos un surquito en el medio. Nuestra piel tiene ahí dos pequeñas elevaciones, dos crestas. ¿Conocéis el nombre de este espacio? Se llama filtro. Filtro es el nombre en español, y la forma que recomienda la Real Academia Nacional de Medicina. Lo digo porque os cansaréis de ver por ahí la forma filtrum, más latina, pero que la Academia no recomienda. En latín, además, se llamaba sulcus nasolabis, del que procede nuestro nombre más técnico, si queréis, surco nasolabial.

Volvemos hacia arriba, no dejamos la cara aún, en la esquina interior de cada uno de nuestros ojos, donde los ojos se acercan a la nariz, hay un huequecito. ¿Os habéis parado a pensar en ese huequecito? Es donde acaban las “mijillas puñeteras” que se nos meten en el ojo y que tanto molestan a veces. Bueno, pues a lo que voy, ese pequeño nódulo globular rosa es la carúncula lagrimal, con frecuencia simplemente carúncula. Viene de caro, carnis, ‘carne’ lo carnal en ese sentido clásico, en el que la carne se oponía a lo espiritual.

Y una última palabra para una parte de la cabeza: si yo os digo trago, ¿qué os tocáis? (más de uno el vaso, seguro, pero no). Para tocarnos el trago hay que llevar la mano hacia la oreja y buscar esa pequeña prominencia que tenemos sobre el lóbulo, ese cartílago del que no nos acordamos nunca salvo cuando tenemos una infección de oído y nos duele.

Llegamos al manubrio, que todos tenemos uno

Salimos de la cabeza y seguimos conociéndonos: ¿sabéis ese mito de que en las uñas se aprecia nuestra salud, que delatan problemas de tensión, del metabolismo, etc? Pues ese método lo fía todo a la media luna blanca que tenemos en la base de la uña y que se ve sobre todo en los pulgares ¿Cómo se llama esa media luna? Se llama lúnula, etimológicamente ‘luna pequeña’ (lat. Lunulam= luna + ulam ´pequeña´).

Una que me encanta, y no penséis mal, ¡el manubrio! Por manubrio cada uno entenderá cualquier cosa, no lo quiero saber, pero según el diccionario es la `porción superior, cuadrangular y robusta del esternón, que se articula con las clavículas`. O sea, que manubrio tenemos todos, pero está un poquito por encima del pecho.

Otra, que creo que igual algunos quizá aprendieron con el coronavirus: la sangradura. La sangradura es la parte interior del codo, la que queda plegadita cuando doblamos el brazo y que se hizo popular con las recomendaciones de toser tapándonos la boca con la parte más interna del brazo, la sangradura justo encaja con la cabeza cuando doblamos el brazo al toser. Digamos que es al codo lo que la corva a la rodilla.

También hay zonas que tienen múltiples nombres porque casi siempre es posible encontrar un nombre popular y un nombre más técnico, que normalmente se emplea en medicina.

Quien sufra de juanetes probablemente habrá visto en su historial médico la palabra hallux, porque así es como se llama el dedo gordo en latín. Tenemos nombres desconocidos para partes conocidas, o no, de nuestro cuerpo, como estos que estamos repasando y algunos más (quien tenga interés que busque dónde tiene la columela [tabique entre los agujeros de la nariz] o el gnation [punto inferior del mentón]; pero también tenemos, como dices, varios nombres posibles para determinadas zonas y algunos son muy curiosos.

Todos sabemos donde está el coxis y sabemos que un sinónimo aproximado y coloquial es rabadilla, pero hay una tercera forma de llamarlo que, para mi gusto, es la mejor, la curcusilla.

Tengo otra, que no tiene nada que ver con la anterior, pero que también podemos comentar: cuando estrenéis unos zapatos y os hagan una herida o roce en la parte posterior del pie, pedid unos “apósitos para el calcañar” si todo sale bien el vendaje debería amoldarse perfectamente a esa parte del pie que está por encima del talón. De hecho, en el Génesis 3:15, no es que fueran a comprar tiritas, pero cuando aquello de la desobediencia de Adán y Eva, en la Biblia leemos “y tú le herirás en el calcañar”, ya sabéis, en esa parte del pie en la que es fácil que te enganche una serpiente.

Y una última, más conocida, pero que os recuerdo porque me gusta que tengáis palabras para todo y en la vida uno nunca sabe cuando va a tener que ponerse decimonónico, es hinojos: "Postrado de hinojos ante ti. De rodillas. Ante ti puesto de hinojos, yo te juro Reina y Dama. Y te rindo el vasallaje que tu orgullo me reclama". Que hay días que os pide poesía el cuerpo, que lo sé yo.

O, bueno, a cada uno que le pida lo que vea, que para eso hemos estado aquí, conociéndonos…