Qué se juegue una pachanga a 1800 metros de altura en un mini campo trasportado por un globo aerostático, habla mucho del incentivo de la marca de bebida energética que lo impulsa y también del cerebro inquieto del ser humano. Sobre todo, el de un ruso de 30 años llamado Boytsov al que le ha dado fuerte por elevar recintos a base de chorros de helio. Acróbata extremo, se autocalifica.
Pero el gran foco del viernes es para un gran americano (así lo atestigua su 1'92 y sus casi 100 kilos de peso). En Casa Trump se sortea el primer tramo de la Copa del Mundo de la FIFA. El evento deportivo más seguido del planeta activa hoy la cuenta atrás hasta que el 11 de junio del 26 el balón cobre vida sobre el verde del Estadio Azteca en México DF.
Hoy asistiremos a otro colectivo relevante (el del deporte) rindiendo babosa pleitesía hacia un dirigente que cada día se supera en descalificaciones y exabruptos. ¿O acaso no es cuanto menos increíble, que un señor que llama "basura" a una nacionalidad entera, anfitrione a 47 países completitos con sus señores de corto y sus aficiones de grada? Duele mucho la normalidad con la que nos tomamos como el presidente de los EEUU de América arremete contra seres humanos por su origen, su piel o el grosor de su cartera. Hay politólogos que se remontan a los tiranos del siglo XX. A mí me parecen hasta modernos en la comparación.
Sonriente y ufano, el mandamás del balón Gianni Infantino está encantadísimo en su "bromance" con Donald. Aplaudió a rabiar en su toma de posesión, le llevó al oval unas réplicas doradísimas de los trofeos fifos y solo salen de su boquita de piñón parabienes y flores que dejan como un admirador "seco" al mismísimo Rutte.
La Casa Blanca tiene larga lista negra. 19 países con prohibiciones y restricciones. Irán y Haití son mundialistas y sus nombres asoman. Trump ha amenazado a ciudades de gobernanza demócrata con quitarles la sede por seguridad. ¿Seguimos con las palmas o pasamos a las risas?
