A Puigdemont lo que le interesa es que no haya presidente de la Generalitat. Por eso ha propuesto al preso Jordi Sánchez. Mientras no sea investido otro presidente, el peso del poder real en el independentismo lo seguirá teniendo Puigdemont. Y, además, se mantendrá vigente el 155.
Y, como consecuencia, Rajoy seguirá sin poder aprobar los presupuestos generales del Estado, porque el PNV no dará su voto hasta que la situación se normalice en Cataluña. Y eso mantiene al gobierno central en situación de gran inestabilidad, porque la oposición se endurece cada día más. A Puigdemont ya no le interesa que se normalicen las cosas.
Ese sería su triste final, porque pasaría de controlarlo todo, a ser como Anna Gabriel, que se ha quedado en Suiza, y ya nadie se acuerda de ella, y a nadie le importa.