opinión

Monólogo de Alsina: "Lo de 'la nueva normalidad' es convertir la anormalidad en un puerto seguro en el que nunca hemos fondeando"

Diario de la pandemia. Veintisiete de abril. Ya queda un día menos para dejar todo esto atrás.

Carlos Alsina

Madrid | 27.04.2020 08:20

· Creo que todos nos acordamos ayer de la niña cautiva. Bueno, yo me acordé de su padre, que por fin puede limpiar su nombre ante de todo el barrio.

Ahora ya sabe la pequeña confinada que no es su padre el que decide quién sale y quién no sale (y cuándo sale). Es el presidente del gobierno. Con sus expertos, sus presidentes autonómicos, su vicepresidente sin mascarilla y sus marcadores para la desescalada.

· Hay frases que si te las hubiera dicho hace un mes no habrías entendido nada. Ésta, por ejemplo: 'la desescalada será asimétrica, gradual, y se guiará por marcadores hacia la nueva normalidad'. Me habrías dicho: ¿Cuándo se ha dado usted el golpe en la cabeza? Hemos aprendido todos la jerga de los epidemiólogos y los gobernantes. La 'distancia social', el 'desconfinamiento', la 'desescalada', y éste que ahora es el favorito del gobierno: 'la nueva normalidad'. Regresar a la nueva normalidad, llega a decir el presidente, convirtiendo la anormalidad en el puerto seguro al que volver sin haber fondeado allí nunca.

· Ana, que es de Nigrán y tiene 27 años, me ha escrito sólo para dar la enhorabuena a la niña cautiva. 'Todos somos ella', me dice. Bueno, y también que algunas noches no consigue dormir, porque se angustia y llora. Y que gracias a su amigo Artur, que está en Badajoz y también se desvela, ha descubierto este ratito nuestro de la radio.

· Me temo que quienes más se sientan hoy cautivos son los viejos, que ven que lo suyo se retrasa, y son los pre adolescentes, que es como se le llama en el siglo XXI a los chicos y chicas de catorce años. Imagina que cumpliste catorce hace tres semanas y que te habías hecho a la idea de que podrías salir a la calle un rato como los demás niños. Y cuando llega el gran día te recuerdan que no se te considera ya niño, o niña enclaustrada, y que tú sólo puedes salir a hacer la compra.

Despertarte, te seguirás despertando, Joit, y pesadilla es verdad que está siendo. Pero no soñada, sino vivida de verdad. Y sufrida.

· Los de catorce podréis salir un rato a partir del sábado. Los de cualquier edad. Bueno, según lo estoy diciendo me estoy arrepintiendo de decirlo. El presidente anunció el sábado que para el dos de mayo, permiso carcelario general. Pero claro, ya sabes cómo son los anuncios de los sábados. Que luego llega el martes, el consejo de ministros aprueba una cosa distinta a lo que se había anunciado, la gente lo critica, el gobierno recula, el ministro rectifica, le dan tres o cuatro vueltas y al final sale Iglesias y se cuelga una medalla.

· Cómo ha ido lo de ayer, y lo de hoy –-el permiso carcelario de los críos— sólo podemos saberlo, de momento, en términos de orden público, no de efecto en la epidemia. Sabemos que no se multó a los padres, aunque algunos se bajaran a la calle los dos en lugar de uno (algunos), y que no se multó a los niños, aunque algunos con el balón se pusieran a jugar partidillos (algunos). No sabemos si por estar en la calle los niños habrá habido más contagios, que era por otra parte la razón de que hasta ahora no salieran.

· Veo a gente muy indignada porque hay gente que se comporta de manera irresponsable. 'La gente' siempre son los demás. Ninguno nos incluimos nunca, para mal, en el concepto gente. Si algo te queda claro, a poco que te fijes, es que casi ninguno sabemos calcular cuánto es un metro, ni dos ni tres. Y que cuando empezamos a hablar con alguien nos sale el irnos acercando. Hace dos meses aún se consideraba de mala educación no darse la mano. Ahora sigue pareciendo feo decirle a alguien: 'eh, no te me acerques más' (que no sé si eres portador y me vas a estar contagiando). Yo esperaba ver más mascarillas en la calle, la verdad, pero teniendo en cuenta que el gobierno sigue pensando que con usarlas en el cercanías ya tenemos todos bastante, supongo que no hay de qué extrañarse.

· Me llegó a primera hora del domingo el vídeo que un paisano le grabó a Pablo- Pablo Iglesias haciendo compra en un supermercado. Lo primero que pensé fue: no tiene nada de particular, que un ministro haga la compra. Lo segundo fue: qué raro que no lleve mascarilla. Si el gobierno la recomienda para el transporte público, no va a ser menos recomendable en un espacio público como éste. Pero caí en la cuenta de que el vicepresidente nunca ha cumplido las recomendaciones que su gobierno nos hace al resto. Ni siquiera las instrucciones, como aquella de guardar aislamiento si tu pareja ha dado positivo. Y entonces me sorprendió menos y me molestó más. Que nos diga lo que debemos hacer los demás como si él estuviera exento.

· Alfonso es médico de atención primaria y el sábado tuvo guardia. Dice que fue igual que las de antes pero distinta. Antes era cuando no le habían diagnosticado el covid. Y aunque no lo dijera mucho, atendía a los pacientes con miedo. Miedo a que le pegaran algo y a llevarse el virus consigo a casa. Eso fue, de hecho, lo que pasó. Que acabaron su mujer y sus hijos contagiados. Ninguno ha sufrido complicaciones y han salido todos adelante, pero ha sido un mes de angustia y de cargo de conciencia. La guardia del sábado fue distinta porque el doctor ya se sabe inmunizado y puede volver a tratar a sus pacientes con la cercanía propia de los médicos de familia. Como todos llevan mascarilla, ha aprendido a leer la sonrisa en los ojos. 'Aún no duermo bien por la noche', me dice, 'sigo teniendo pesadillas, pero vuelvo a sentirme feliz haciendo mi trabajo'. Alfonso, por cierto, colabora en un programa de radio que se llama igual que éste.

· Ramón tiene la suerte de conocer a la persona más buena del mundo. No sólo la conoce, es que le trajo a él al mundo. Se llama Cuqui y algunas cosas se le olvidan, pero recuerda que nació en Turón, recuerda el sótano de la casa de Oviedo donde se protegía de los bombardeos y recuerda, sobre todo, que tiene seis hijos y trece nietos. Cuqui vive sola en su casa del barrio madrileño de Argüelles y tiene una mujer que la cuida. Apareció por casualidad a primeros de marzo. Primero iba cada día a ayudarle en casa y cuando empezó el confinamiento se ofreció a confinarse con ella. Se llama Veni, nació en Paraguay, y escribe cada día a los hijos para contarles que todo va bien. Me dice Ramón que hay miles de Venis que merecen valoradas estos días por la labor que hacen. Él cree que, en realidad, Veni es un ángel que le fue enviado a Cuqui por su marido desde el cielo.

El miércoles afirmas que a menos test mejores estadísticas y el viernes tu gobierno proclama la mejor estadística de las últimas semanas a base de retirar de la lista miles de test. El bailecito con los números y la forma de contabilizar esta epidemia es, desde hace semanas, bochornoso.

· En junio cumplirá 101 años Pilar. Doce días ha estado ingresada en Móstoles. Nació el año siguiente a la gripe española y tuvo infancia de niña huérfana a cargo de las monjitas. Después de la guerra se empleó en la cafetería California de Madrid y conoció a un sastre de nombre Germán que acabó siendo su marido. Hoy son sus nietos los que le organizan homenajes de vez en cuando.

La abuelita ha superado la neumonía y la infección de riñón. Con 100 años.

· Mira lo que le pasó el otro día a Rafa, que vive con su novia en Madrid y bailaban en el baño cada mañana la sintonía de La España que Madruga. Vive con su novia y con su abuela Celia, 88 años, que no baila. Rafa estaba a las ocho esperando al Facciamo cuando me escuchó contar la historia de un tal Javi que está en Holanda, que tiene diez hermanos y cuya madre echa canicas en un bote cada vez que le da una vuelta al patio. Y Rafa grita de pronto: ¡el Morilla, ése es el Morilla! Porque resulta que él conoce al tal Javi y de pronto ha sentido lo del hilo invisible que une Madrid con Holanda pasando por Cádiz.

· Hay oyentes que el viernes dedicaron la mañana a viajar por la memoria que guardan de las voces y los programas de radio que les han ido acompañando mientras crecían.

· 'Sacaremos el país adelante', nos dijo el viernes, en este programa, Luis del Olmo. 'Nos tocará luchar, pero el entusiasmo también es contagioso'.

Fue el colofón a las cuatro horas que disfrutamos escuchando a algunas de las voces que forman parte, en presente, de nuestras vidas de oyentes de radio.

· Aún queda mucho camino que recorrer antes de que podamos salir a la calle sin permiso, sin límite de tiempo y sin distancia máxima recorrida. Aún queda trecho antes de que podamos ir unos a la casa de otros, o quedar en el bar, o ir a comer en grupo a un restaurante. Pero al menos los niños desfogados saldrán del bucle. Porque algunos, a base de reclamar y de lamentarse, se habían quedado atascados.

Por fin ya no tienen que escuchar los padres que por fin vais a poder salir. Tendemos a pensar que el padre y la madre se van a pelear entre sí por sacar a los niños de paseo. Pero escuchando a esta oyente he empezado a pensar que a lo mejor es al contrario.

Hazte cargo del disgusto que se lleva una madre como ésta cuando empieza a disfrutar de su silencio y descubre que el niño sigue aún en casa. ¿Por qué? Porque el padre tiene una cabeza limitada.

· Leí a alguien ayer que pedía, o imploraba, que se dejase de decir que el dato de fallecidos del sábado era un buen dato. Hay cosas que, a pesar de la jerga epidemiólogica, aún no hemos aprendido a expresar. Por ejemplo, ésta: que doscientos ochenta y ocho fallecidos en un solo día se reciban como un dato alentador. Es verdad que los números de la epidemia este fin de semana fueron 'mejores' que en todos los días del último mes. Pero 'mejores' sólo significa que en la comparación son menos malos. Tenemos que inventar una palabra que refleje lo que siendo mejor sigue siendo una tragedia. 288 familias que se añaden a las veinticinco mil que ya han encajado la pérdida de alguno de sus integrantes.

· El viernes por fin pudimos escuchar que el número de nuevos diagnosticados es inferior al de nuevas altas hospitalarias. Escucharlo fue una inyección de aliento, después de siete semanas en las que fue al contrario. Una inyección que resultó menos alentadora al comprobar que la caída en el número de contagiados diarios se debía al enésimo cambio de criterio al hacer la estadística. Ahora por nuevo diagnosticado se considera sólo el que ha dado positivo en el PCR, no en los test rápidos. Y quedó raro que el cambio de criterio se aplicara justo después de que el presidente Sánchez dijera esto en el Congreso de los Diputados.

Si todos los padres tomaran tantas precauciones como éste no habría tanta gente voceando en twitter que somos un país de irresponsables que merece cualquier cosa que le pase. La gente, cómo es la gente.

Aclaremos a esta hora la garganta porque llega el momento de hacer como que creemos que el cielo sigue siendo azul y los mayores están bien. O lo que sea que es lo que cantan, rebeldes, los niños como Adur que se inventan la letra sin sentir cargo de conciencia por el destrozo.

Ésta ya es la séptima semana que escuchamos a esta hora a Ombretta Colli. Si aún no te has aprendido la letra no tienes perdón de dios. Ánimo arriba que el día está empezando. Facciamo. Finta. Che.

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