OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El presidente no responde"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la indiferencia de Sánchez a las preguntas que la oposición le realizó ayer en su comparecencia en el Congreso.

Carlos Alsina

Madrid | 15.04.2021 08:55

Es comprensible. Que se haga un lío. Cuando un actor pretende interpretar todos los papeles de una función, es comprensible que llegue un momento en que ya no sabe qué personaje le toca ser. Le sale un padre amoroso con voz de hijo puñetero y un cura moralista con tono de inquisidor.

"Sánchez alterna la homilía inspiradora con la ferocidad mitinera madrileña"

El actor mezcló todos sus papeles ayer en el Hemiciclo del Congreso. El actor desempeña la presidencia del gobierno. Y como viene alternando la homilía inspiradora (a medio camino entre los libros de autoayuda y Paulo Coelho), con la ferocidad mitineramadrileña (porque aspira a gobernar Madrid Madrid después del cuatro de mayo) pues se le mezclan los registros y en el pleno parlamentario al que acude a dar explicaciones a los grupos sobre el estado de alarma y el plan de resiliencia acaba pidiéndole él las explicaciones al resto.

El resto de los actores no alcanzan a hacerle sombra al actor polifacético porque están todos encasillados en sus personajes arquetípicos: el opositor atropellado, que es Casado; el tribuno del pueblo, español por supuesto, que es Abascal; la doliente capitana del Titanic, que es Arrimadas; el meritorio perpetuo, que es Errejón; los recitadores de tuits, que son Rufián, Echenique y Lastra; el colega que da collejas, que es Aitor Esteban; y la señora de Bildu, que es... la señora de Bildu. (Ver a Bildu implorando al gobierno de España que declare más estado de alarma es uno de los espectáculos más gratificantes que se han producido en los últimos años).

Sánchez es el inquisidor que condena a quienes usan la pandemia para desgastar a su gobierno y el látigo que usa la pandemia para desgastar al gobierno de Ayuso

Frente a estos actos encasillados, Sánchez es mucho más versátil. Él es a la vez el presidente del gobierno y el líder de la oposición a la oposición. El profeta del consenso autonómico y el mando único que decide cuándo sí y cuándo no. El inquisidor que condena a quienes usan la pandemia para desgastar a su gobierno ---e intentar ¡derrocarlo!--- y el látigo que usa la pandemia en Madrid para desgastar al gobierno de Ayuso, e intentar ¡derrocarla!

O que se derroque ella sola, porque ésta es otra: hoy toda la esperanza del PSOE está puesta en que a la señora Ayuso le vaya tan rematadamente bien el día 4, que se meriende a Vox y se quede sin socio con el que sumar para ser investida. Éste es un fenómeno inédito en nuestra vida política reciente: el PSOE madrileño ya no aspira ni a ganar a las elecciones ni a que Ayuso se la pegue, no, aspira a que saque todavía más votos de los que las encuestas le atribuyen. Para que, atiborrada de apoyo popular, no tenga en quién apoyarse.

¿Cabe reconocimiento más triste de la incapacidad propia para restarle votos? Sánchez se daría con un canto en los dientes si Ayuso sacara 68 escaños de los 136 que tiene el Parlamento autonómico. Que arrase, con tal de que no gobierne. Resignado el profesor Gabilondo a tener que casarse él con Más Madrid y con Iglesias porque en soledad él sí que carece de opciones.

El PSOE madrileño ya no aspira a ganar las elecciones, sino a que Ayuso saque todavía más votos de los que las encuestas le atribuyen

Hace tiempo que las comparecencias parlamentarias son un 50% de recrearse en la lectura de los tochos que le preparan y un 50% de sesión de control a la oposición. Si le piden que aclare, que concrete, que defina qué dice el documento de reformas que enviará a Bruselas, o qué restricciones podrán mantenerse en pie después del nueve de mayo, a él le sale el Sánchez del ‘chúpate esa’.

Hubo un tiempo en que en el hemiciclo del Congreso había ingenio, destellos de agudeza, de brillantez en la maldades que se dirigían los unos a los otros, de acidez en la ironía elegante y demoledora. Ahora casi todo lo hay es brocha gorda. Guantazo verbal a golpe a eslóganes de usar y tirar.

Cada vez que el presidente Sánchez le reprocha a Casado que le haga un mitin (y es verdad que se los hace) cobra sentido la expresión ‘le dijo la sartén al cazo’. Sería hermoso pensar que esa un fenómeno pasajero fruto del contagio mitinero que provoca la campaña electoral que estamos sufriendo, pero no es así. Ni es pasajero ni es por la campaña de Madrid. Es porque el debate político, hoy, consiste en esto.

El presidente predicador y mitinero podía dedicar medio minuto de su presencia parlamentaria a responder a aquello que se le pregunta

El presidente predicador y mitinero podía dedicar medio minuto de su presencia parlamentaria a responder a aquello que se le pregunta.

• Si, por ejemplo, los grupos parlamentarios le preguntan qué instrumentos jurídicos son esos que, según él, permiten a los gobiernos autonómicos prohibir a sus ciudadanos que se desplacen aunque no haya estado de alarma, responda a la pregunta.

• Si los grupos le preguntan cuándo piensa convocar a los presidentes autonómicos para pedirles criterio sobre el estado de alarma, responda usted a la pregunta.

El presidente polifacético juega sus cartas, claro. Pero ocurre que en su baraja sólo hay comodines. La matraca durante meses ha sido que el gobierno siempre tomará las decisiones por consenso con los gobiernos autonómicos. Ah, pero si le piden que prorrogue el estado de alarma, entonces espera que cambia de carta.

Si lo que me piden todos no me conviene, echo mano del comodín de los científicos. Le decimos a Simón, que es el único científico al que consulta el gobierno, que salga a predicar que el estado de alarma no es necesario y asunto resuelto.

Navarra, Madrid y País Vasco, las comunidades con peores datos

A la vez que el presidente presume que para el 9 de mayo tendremos la incidencia de contagios tan baja que ya no hará falta contener en sus regiones a la gente, la ministra Darias alerta de que los casos siguen subiendo (los casos y las hospitalizaciones). ¿Vamos a mejor o vamos a peor? Los números dicen que a peor.

Al comité electoral de la Moncloa se le ha gripado el argumento de que Madrid lidera los contagios por la desidia de su presidenta

Es verdad que al comité electoral de la Moncloa se le ha gripado el argumento de que Madrid lidera los contagios por la desidia de su presidenta. De nuevo hoy es Navarra la comunidad con mayor incidencia ---gobierno socialista--- y el País Vasco alcanza ya a Madrid y empeora a mayor velocidad ---gobierno socialista y del PNV---. Por eso le tocó ayer a la ministra Darias admitir que Navarra tiene peores números que Madrid pero añadir de inmediato que Chivite sí toma medidas y Ayuso no.

Con los datos de ayer, Madrid sigue empeorando la ocupación de UCI. Es la única comunidad por encima del 40% (41,4%) ahora que Cataluña (que es la segunda peor) desciende al 38,7.