OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El mitin como actividad esencial"

Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre la posibilidad de saltarse el confinamiento perimetral en Cataluña si se va a un mitin. También habla sobre el despliegue gubernamental para la despedida de Salvador Illa del Ministerio de Sanidad.

Carlos Alsina

Madrid | 27.01.2021 08:27

Antes incluso de empezar, ya ha obrado la campaña electoral catalana prodigios insospechados. Por ejemplo, que ir al mitin se considere actividad esencial.

Aunque esté en vigor el confinamiento perimetral (que es esto de que no se puede entrar ni salir de los municipios) se permitirá saltárselo si es para ir a un acto de partido. Alega el gobierno catalán que la participación política es un derecho fundamental. (Hombre, moverse también, por eso limitarlo requiere del estado de alarma). En el control te paran los mossos de esquadra: ¿dónde va a usted, a trabajar, a estudiar, a cuidar a un familiar? ‘Nada de eso, ¡voy al mitin!’ ‘Ah, el mitin. Adelante, adelante, no pongamos en riesgo la calidad del proceso electoral’. Dices: no puedo ir al pueblo de al lado a ver a mi madre pero sí puedo ir a ver a Laura Borrás soltándome un sermón sobre el profeta Puigdemont. ¡La democracia lo exige, ciudadano!

El ejercicio de contorsionismo que están haciendo los dos partidos que gobiernan Cataluña para sostener a la vez que no deberían celebrarse las elecciones el 14 de febrero, por el riesgo de juntar a la gente en los colegios electorales, pero que sí deben celebrarse los mítines con público porque ahí no va a haber riesgo alguno es digno de admiración. A ver, no será como lo de Perpiñán de hace un año, quién se acuerda ya, la peregrinación multitudinaria a Francia para escuchar a Puigdemont, sin mascarillas ni geles ni nada cuando ya estaba el virus circulando en Francia y en España. Y cuando Puigdemont aún era aclamado como presidente en el exilio por las gentes del PDeCAT.

Ve estas imágenes Puigdemont y se emociona casi tanto como Pablo Iglesias. El público en los mítines que no falte mientras el gobierno de Cataluña pide a la población que restrinja al máximo sus desplazamientos.

La incidencia acumulada del coronavirus en Cataluña está en descenso y la ocupación de camas de UCI también. Los datos siguen siendo muy malos, pero van a mejor, lo que aleja la posibilidad de que las elecciones se aplacen. Ahora está por ver que esto que la Moncloa ha bautizado como el efecto Illa aguante hasta la jornada electoral y se plasme de verdad en las urnas. Por el gobierno central no va a quedar.

Qué despliegue gubernamental para darle bombo a su despedida como ministro. Le han extendido una alfombra roja desde la puerta del ministerio hasta la Ciudadela de Barcelona. Un marciano que hubiera aterrizado esta semana en España habría pensado que se jubila el estadista con más prestigio y más larga carrera de servicio público en la historia del país. Pedro Sánchez le organizó un acto de exaltación el lunes en la Agencia del Medicamento, ayer le brindó el escenario de la sala de prensa de Moncloa para que el ministro pudiera despedirse, es decir, promocionarse...en la televisión pública emitieron un reportaje en el que acompañaban al ministro en sus últimas horas en el cargo... no se recuerda un caso semejante: la conversión de un ministro en cartel electoral publicitada con semejante pompa y circunstancia. Aquí nadie disimula: toda la potencia publicitaria de la administración central del Estado al servicio del candidato socialista. Alabado sea Illa, el Salvador que rescatará Cataluña del rodillo independentista. Y ojalá lo consiga, amén.

Como escribió el abogado Melero en La Vanguardia, ‘Illa, para salir bien librado, solo necesita hablar lo menos posible y aparecer con esa pose circunspecta de gerente de una funeraria de postín. Porque son los aspavientos de sus oponentes lo que resulta chocante, como si Sánchez les hubiera enviado a Churchill o a Obama’.

El presidente del gobierno confirmó ayer lo que era un clamor desde diciembre: que en el sillón de Illa sienta a la ministra de Política Territorial Carolina Darias, que no está vacunada...y que en el sillón de Darias acomoda a Miquel Iceta, que tampoco lo está.

Queda claro, ministra portavoz. (Ahora en los currículums hay que poner que uno no está vacunado irregularmente como rasgo de integridad). El presidente, que tampoco está vacunado, se asomó a la puerta de la Moncloa el presidente para glosar los méritos de la ministra intercambiable y el líder del PSC caído.

Pero así como de la señora Darias repasó el currículum (consejera en Canarias, presidenta del Parlamento autonómico, ministra), de Iceta lo que repasó el presidente es lo popular que es y lo bien dispuesto que llega. Esto de los verbos que empiecen por 'co' que le salió un poco rebuscado al presidente.

Le faltó el verbo co-indultar a políticos condenados por sedición, es decir, indultarlos a pachas Sánchez e Iceta. Después de todo, el precursor en esto del indulto, el pionero (o el ideólogo, no sé) fue Iceta, que ya estaba abogando por indultar a los políticos delincuentes en la campaña de las elecciones de 2017, cuando Sánchez aun decía que lo que había que hacer era considerar rebelión, delito máximo, lo que habían hecho. El día que delibere el Consejo de Ministros sobre los indultos ya hay un voto asegurado a favor. Bueno, más de uno: Pablo Iglesias, Irene Montero, Garzón, Castells, Iceta... y todo indica que Sánchez, que será quien decide lo que se hace.

El presidente de las homilías pandémicas habla ahora como si ya no tuviéramos una emergencia sanitaria. La emergencia la conjuga en pasado.

Pues aunque el presidente guste de mirar al futuro cuando el presente no le es grato, la emergencia sanitaria lo sigue siendo. Todos los indicadores siguen siendo tremendos: 36.000 nuevos contagiados en un día, incidencia acumulada de 893 casos por cien mil, 41 % de camas UCI ocupadas por covid y, sobre todo, cerca de 290 fallecimientos diarios. Hoy, otras trescientas personas morirán por el coronavirus en nuestro país. Y éste, que es el número más árido que tenemos que contar cada día, va a seguir creciendo en las próximas jornadas. Por supuesto que estamos en una emergencia sanitaria.

Les vengo contando desde las seis que, siendo la situación tan extremadamente grave, hay alguna buena noticia que encontrar en los números diarios. La principal, que aunque haya subido de nuevo la incidencia acumulada lo ha hecho en una cuantía inferior a la de las jornadas precedentes. Es decir, que estos últimos días la velocidad de los contagios va a menos. Lo explicamos ayer con ayuda de un matemático: la incidencia acumulada es la media de catorce días. Que la media sea superior a la del boletín anterior no contradice que la curva se esté moderando. Más aún, hoy sí puede afirmarse que si las tendencias se mantienen, esta misma tarde o mañana podamos tener, por primera vez en muchas semanas, una incidencia acumulada igual o menor que la del día anterior.

Es una luz pequeña en medio del infierno que hoy se está viviendo en las UCIs y en los tanatorios, pero es el primer indicio sólido de que en dos semanas empiece a aflojar la presión hospitalaria. Dos semanas se nos hacen eternas en un contexto como el que hoy tenemos, pero no estamos para desechar indicios positivos. Máxime cuando la variante británica gana presencia, cuando el gobierno admite ya que esta variante no sólo se transmite más sino que causa daños más graves en los enfermos, cuando la vacunación se demora y cuando vemos todavía lejos alcanzar la meta: tener vacunado al 80 % de la población para poder decir que la inmunidad (de rebaño) ha sido alcanzada.