opinión

Monólogo de Alsina: "Después de Corinna, Dante Canonica"

Carlos Alsina reflexiona en Más de uno sobre cómo afectará el coronavirus a las elecciones vascas y gallegas. Además, habla de la última información sobre el rey Juan Carlos y Corinna y sobre el caso de la tarjeta de memoria y Pablo Iglesias.

Carlos Alsina

| 06.07.2020 08:23

A seis días de que el País Vasco y Galicia celebren elecciones autonómicas. Dos de tres que vamos a tener este año. Las terceras serán las catalanas en otoño.

El domingo, a eso de las diez de la noche, sabremos si, como apuntan las encuestas:

· el PP tiene todo que celebrar en Galicia (mayoría absoluta incluso ampliada) y nada que celebrar en el País Vasco (sólo cinco diputados de los 75 que tiene el Parlamento, el hundimiento);

· el PSOE puede presentar una mejoría pequeña, pero reconfortante, tanto en Galicia como en Euskadi (de 14 a 16 en Galicia, de 9 a 11 en el País Vasco);

· el PNV aumenta su ventaja sobre el resto y el Bloque Nacionalista Gallego resucita hasta la tercera plaza;

· y las marcas locales de Podemos se desinflan en ambas comunidades: de 14 escaños a 4 en Galicia, de 11 a 8 en Euskadi.

El domingo lo contamos.

Con la incógnita fundamental que supone el coronavirus. O el efecto que la epidemia (y los brotes de estos días) pueda tener en la participación. Empezando por Lugo y por la situación que desde ayer vive la comarca de La Mariña, en el norte de Lugo y pegada a Asturias. Cien personas contagiadas. El gobierno autonómico cierra los accesos a la comarca y prohíbe las entradas y las salidas. Setenta mil vecinos de catorce municipios.

Aún preocupa más, por la extensión que se va viendo que tiene, el brote de El Segriá, en la provincia de Lérida. Pegada a Huesca, donde tres comarcas ya regresaron a la fase dos hace una semana. Aquí son doscientos mil los vecinos confinados y el gobierno autonómico admite que el número de contagiados va a seguir creciendo esta semana. Hasta ahora son trescientos. La mayor inquietud es la detección de casos en otros puntos de Cataluña cuyo origen está en esta comarca: personas que han estado el Segriá trabajando y se han movido a otros lugares esta última semana.

El presidente del gobierno, que ha cambiado las homilías televisivas por las homilías mitineras, intenta encontrar el equilibrio entre animar a salir y consumir, quitándole alarma a los brotes, y recordar al personal que evitar el riesgo es la manera más eficaz de no contagiarse.

Hombre, presidente, desconocer, lo que se dice desconocer, en marzo no desconocíamos cómo hacer frente al ecovi-19. Es verdad que habíamos fallado en la detección a tiempo de los primeros contagios, pero más por confiarnos en que era una cosa de China que porque no supiéramos cómo debía actuarse.

Igual usted se acuerda de que el mismo día que se declaró la alarma en España, el rey Felipe mandó a hacer puñetas a su padre en un comunicado que nos puso a todos en bandeja la broma (poco creativa) de llamarle a aquello el corinavirus.

Cuatro meses después, vuelve a estar Corinna en los papeles. A raíz de la investigación judicial que está abierta en Suiza sobre el dinero del rey Juan Carlos en bancos de ese país, su origen presuntamente ilícito (comisiones saudíes) y la utilización de tapaderas. (O por la parte que le afecta al Estado español, la ocultación del dinero a Hacienda). La investigación suiza también le afecta a ella, como presunta testaferro, de ahí que quepa poca sorpresa en la diferencia de versión que dio Corinna en el interrogatorio del fiscal Bertossa –-que es lo que El País ha publicado ahora— y lo que le contó a Villarejo en la conversación aquella que tuvieron en Londres hace cinco años y que el comisario, como siempre, grabó y registró en varias copias. En las cintas se escuchaba a Corinna contar que el rey no distinguía lo legal de lo ilegal, que negociaba comisiones millonarias y que tenía una cuenta en Suiza que cerró cuando el banco le advirtió que tendrían que informar a las autoridades españolas. El rey Juan Carlos, en aquel relato de Corinna, utilizaba procedimientos diversos para ocultar el dinero que tenía y la utilizaba a ella para comprar inmuebles en Mónaco y Marruecos.

En su declaración de ahora, ante el fiscal suizo, la versión cambia. Ahora el rey le transfiere, en efecto, 64 millones de euros pero no para ocultar el dinero, sino por amor y gratitud. Y porque aún tenía esperanza de recuperarla como pareja. Los 64 millones coinciden con la cantidad que el gobierno saudí pagó a la Fundación Lucum, presunta tapadera de don Juan Carlos, y que éste transfirió después a una cuenta de Corinna en Bahamas. Un gesto de amor multimillonario y con escala en un paraíso fiscal. Todo en orden.

Esta investigación de la fiscalía suiza es la que tiene réplica en la fiscalía anticorrupción de España y que ha llevado el asunto hasta la fiscalía del Tribunal Supremo. Las cintas grabadas en su día por Villarejo no consiguieron que el caso llegara tan lejos. Aunque sí permitieron a algunos partidos políticos en 2018, Podemos e Izquierda Unida, por ejemplo, dar por probado que el rey era corrupto. 'Ahora tenemos las pruebas', dijo Alberto Garzón al publicarse en El Español las grabaciones de Villarejo. Podemos difundió las cintas del comisario en las cuen-tas de redes sociales del partido. Máxima difusión a las grabaciones ocultas del comisario. Aquello salpicaba al rey. El comisario cloaca. Que ya lo era. Había sido detenido nueve meses antes por sus negocios irregulares. (Presuntamente).

Y ahora voy a hablar de Vicente Vallés. Y él me lo va a reprochar, porque preferiría que no lo hiciera.

Vallés es un profesional riguroso, solvente, independiente y respetado. Vallés ya era periodista cuando Pablo Iglesias aun no tenía coleta y lo seguirá siendo cuando a este gobierno le haya sucedido el siguiente y al siguiente el siguiente, y al siguiente el siguiente. Vallés ha visto pasar ya tantos ministros, tantos vicepresidentes y tantos líderes de la oposición que sabe que los políticos pasan; los periodistas íntegros permanecen.

Abandone, por tanto, la jauría la esperanza de silenciar a Vallés. Lleva en esto tiempo suficiente para saber cómo funcionan estas campañitas.

Ni Echenique ni ninguno de los integrantes del séquito morado ha podido desmentirle a Vallés una sola palabra de lo que dijo el viernes sobre el caso Dina. Ni el viernes, ni todos los días anteriores. Pregunta para el portavoz parlamentario del gobierno, portavoz tuitero: ¿Dijo acaso Vicente algo que no sea cierto? Si todo lo que contó es lo que tiene dicho el juez en sus autos y lo que el propio vicepresidente segundo declaró a Radio Nacional el viernes. Es Iglesias quien ha contado que recibió fotos íntimas que no eran suyas y decidió quedárselas en lugar de devolvérselas a su propietaria.

Dado que fue Iglesias quien subrayó la condición de mujer joven de Dina Bousseham para explicar por qué se sintió con derecho a decidir él si le entregaba una tarjeta que era de ella no debería escocerle tanto que se cuente precisamente así: Iglesias se sintió con derecho a ocultar a una mujer que le habían entregado fotos íntimas suyas. 'Y mayor de edad', claro que sí, como expuso Vallés aportando un dato esencial para entender por qué es ella, y sólo ella, quien tenía derecho a guardar esas fotos. Ser mujer y ser joven no le confiere ni a tu jefe, ni a tu presunto amigo, el poder de disponer de tu privacidad.

El problema que tiene Iglesias en esta causa judicial es que el juez se ha sentido engañado. Porque la denunciante cambia de versión sobre el estado en que recibió la tarjeta de memoria de manos de su jefe. Y porque no entiende que, teniendo denunciado el robo de su teléfono móvil, no informe al juzgado el día que recupera la tarjeta de memoria y se entera de que se la habían entregado a su jefe.

Todo lo que se está publicando estos días no procede de cloaca alguna. Todo está en los autos del juez, en las declaraciones judiciales de Dina Bousselham y conversaciones de telegram entre los abogados del partido en 2016 que han trascendido porque alguno de los participantes lo ha creído oportuno.

En contra de lo que predica Iglesias en los mítines, nadie ha dicho que Villarejo sea una creación suya ni que nunca existieron las cloacas. Villarejo tiene causas judiciales pendientes para aburrir y es este mismo juez el que investiga tandem, la kitchen, o lo del BBVA. Lo que se ha contado estos días es que, en esta causa judicial, la de Dina, Iglesias ha dejado de ser perjudicado y el juez sopesa investigarle. O sea, lo que hay.

A Iglesias --y su ruidoso séquito-- lo que le irrita es que los medios nos ocupemos de esta causa judicial ahora. No le incomodó que lo hiciéramos el día que él declaró como perjudicado, marzo de 2019. No le incomodó que se dedicaran entonces minutos y horas de radio y televisión a informar de cómo el juez García Castellón extendía la investigación al informe Pisa que se fabricó para perjudicar a

Podemos. No le importó que se descataran, de sus mítines, justo las frases que arremetían contra Villarejo y las cloacas basándose en esta causa judicial. Le irrita que se informe de ella ahora que se le ha complicado a él.

La brigada morada gusta de distorsionarlo todo para acabar siempre en lo mismo: cualquier cosa que les incomode es la prueba de que hay una operación en marcha contra ellos. En 2016 la operación era para que no gobernaran nunca, en 2020 la operación tiene que ser para que salgan del gobierno.

Vicente Vallés no está en ninguna operación. Su ejercicio honrado del periodismo consiste, precisamente, en que no busca beneficiar a unos y perjudicar a otros. No tiene la calculadora de consecuencias políticas en la cabeza para decidir de qué habla porque nunca ha pretendido ni poner gobiernos ni quitarlos.

Al séquito lo que le pasa es que no les cabe en la cabeza que alguien informe y analice lo que sucede sin más intención que la de hacer su trabajo. Para ellos siempre tiene que haber una razón bastarda, una obsesión, una animadversón, una conjura. ¿Por qué? Porque así es como funcionan ellos. Ellos no dan nunca una información, dan propaganda. No opinan basándose en los datos, opinan basándose en sus intereses, sus cálculos y sus campañas (campañitas) de denigración de quien les incomoda.

En la cabeza de un fanático sólo hay dos tipos de periodistas: los que le resultan útiles y los que estorban.

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