OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Calviño va a más. Iglesias, a menos"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la candidatura de la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, a la Presidencia del Eurogrupo. Además, habla sobre el decreto de la nueva normalidad y sobre los rebrotes de coronavirus que se han producido en esta última semana.

Carlos Alsina

| 25.06.2020 08:27

Ellos están convencidos de que nos pone el circo, el ‘dales caña, Arfonso, dales caña’, la pelea de barro y la política de ultrasur y de bufanda.

Están convencidos de que es la gresca lo que nos mantiene atentos y activos. Y es probable que acierten y que sólo estén dando al pueblo soberano lo que el pueblo de verdad disfruta, aunque luego ese mismo pueblo no lo reconozca. Es posible. Miras las encuestas y todas sostienen que la mayoría de la gente aprecia el entendimiento, la concordia, los acuerdos. Pero te asomas al Twitter y compruebas que lo que excita al personal es la brocha gorda, el garrotazo, el troleo y las consignas. Visto así, el Parlamento sería más parecido a una red social (a la parte leñera y sectaria de una red social) que a la vida en general.

La España de junio de 2020, escuece decirlo, tiene las peores perspectivas económicas del mundo. Somos líderes en algo en lo que nadie desea serlo, el encogimiento previsto del PIB. Es comprensible que nuestro Gobierno, tan dado a airear rankings internacionales durante la pandemia, incluso a inventarse alguno, prefiera pasar de puntillas sobre el rejonazo que nos acaba de meter el Fondo Monetario Internacional: en abril calculaba que perderíamos este año un 8 % del PIB, en junio calcula casi un 13 %. O quince puntos si contamos los dos que estábamos creciendo hasta que nos arrolló el tsunami. No parece que hayamos salido más fuertes, presidente.

La España de junio de 2020 encara, como admite la ministra Calviño, meses duros sin brotes verdes a los que agarrarse y con rebrotes víricos que anuncian curvas. La fabulación, cándida, según la cual saldremos de ésta sin mayor deterioro en los ingresos familiares, y sin mayores sacrificios, porque para eso está el Estado con sus catálogo de nuevas prestaciones y para eso está Europa enchufándonos el surtidor del dinero sin coste, es novelería. No hay país que haya salido de una recesión sin meterle tijera a algunas cosas, incluido el nuestro que lo tiene, por cierto, aún bien reciente. La subida del IRPF, o del IVA, que viene señalando el gobernador del Banco de España es también una forma de ajuste y de recorte. Ajuste del dinero disponible de las familias, recorte del margen que les queda para la inversión y el consumo. No hay dirigente político que no sepa que, con salvavidas europeo y todo, loo que viene no es agradable. Y sin salvavidas europeo, como vino a reconocer la ministra Laya aquí el martes, o Feijoo la semana pasada, sin salvavidas europeo no hay nada que hacer porque el plan B para financiarnos nosotros solos no existe.

En la España menguante de junio de 2020 la oposición y el gobierno, como las patronales y los sindicatos, están más de acuerdo y en más cosas de lo que son capaces de admitir. No vayamos a pensar que se están ablandando. Veamos:

· Esta mañana saldrá adelante en el Congreso el decreto de la nueva normalidad (horrible nombre). Lo hará con una amplia mayoría de la cámara de la que forman parte el PSOE, el Partido Popular, Podemos y Ciudadanos. Cuatro de los cinco partidos políticos de ámbito nacional.

· Están de acuerdo también los cuatro en promover a Nadia Calviño como presidenta del eurogrupo (eso incluye a Podemos, que es el partido que menos simpatía tiene por la vicepresidenta económica).

· Salió adelante sin un solo voto en contra el Ingreso Mínimo Vital, iniciativa del ministro Escrivá que contó con las aportaciones de los gobiernos autonómicos del PP y Ciudadanos.

· Está al caer el anuncio de acuerdo entre el gobierno y el PP para rediseñar las residencias de mayores en España. De un lado, el ministro Illa, del otro la ex ministra Pastor. Ya han intercambiado papeles y coinciden en que hay que reforzar el vínculo de las residencias con los hospitales: que sin convertir las residencias en clínicas sí tengan que disponer de enfermería (y profesionales sanitarios) y hospital de referencia que ejerza de supervisor y de responsable de la atención a los mayores.

· Y está al caer el acuerdo para prorrogar los ertes hasta final de septiembre. La negociación que mantienen las patronales, los sindicatos y el ministerio de Trabajo, y que más allá de los flecos en los que aún andan, tendrá tambien el respaldo del PP y de Ciudadanos.

Hay bastante más acuerdos de los que se empeñan en reconocer. Entrenados como están, y especializados, en transmitir una animadversión mutua insuperable en sus agarraditas parlamentarias de sobreactuación y escandalera.

Detectar a tiempo y atajar la cadena de contagios. Es la esencia del control de una epidemia ahora que la población ha dejado de estar confinada o sometida a restricciones variadas. Al ministro de Sanidad no le alarma el número de focos que se han producido en la última semana pero sí le preocupa que la tendencia va a más: más focos, más contagiados y más hospitalizaciones.

Doscientos nuevos contagios ayer. Y a la preocupación por las fiestas populares y las reuniones familiares en las que decae pronto la mascarilla y se acortan las distancias se une el temor a que algo no se esté haciendo bien en las residencias de mayores ahora que han vuelto las visitas de familiares. Como dijo el ministro ayer, basta un caso en una residencia para que se considere brote y se ponga de nuevo la barrera. Ha ocurrido ya en cuarenta y cuatro residencias de Madrid: suspendidas las visitas porque hay contagios. Que se atribuyen a personas que, sin saberlo, han traído el virus de fuera. La preocupación es doble: cuántos infectados hay, sin saber que lo están, que van a ver a sus familiares y qué agujero se está produciendo en las medidas de seguridad para que, a pesar de los plásticos y las mascarillas, el virus entre y se quede.

El gobierno regional madrileño sostiene que la situación está controlada porque al primer contagiado, como dice Sanidad, se cierra la residencia. En los próximos días se irá viendo si el control es tan eficaz como la consejería de Políticas Sociales de Díaz Ayuso sostiene. Y para hoy, por cierto, el examen a la cohesión del gobierno que ella preside. Se vota en el parlamento autonómico la reprobación del consejero de Sanidad y el foco está puesto en el consejero de Políticas Sociales, precisamente, que es de Ciudadanos y que no parece por la labor de votar a favor de su compañero de gabinete. El matrimonio a palos que forman el PP y Ciudadanos en Madrid agoniza desde hace meses.

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