OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Más revacunación que restricción"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la marcha de Manuell Castells, sobre que el Senado haya aceptado que Bárbara Rey comparezca para explicar los supuestos pagos que recibió de Juan Carlos I y la evolución de la pandemia.

Carlos Alsina

Madrid | 17.12.2021 08:56

Manuel Castells, hasta ayer ministro de Universidades y persona de buen humor, será el primero en sorprenderse al ver cómo la actualidad les ha reunido en las primeras páginas a él y a Bárbara Rey. Quién nos iba a decir que algo así sucedería algún día. Quién diría que, entre incidencias acumuladas e inflaciones disparadas, esta semana acabaría con Castells abandonando el gobierno y Bárbara Rey llamando a la puerta del Senado. Ella tan conocida en otros tiempos, él tan desconocido para la mayoría de la opinión pública. No así para la opinión académica del ámbito de la Comunicación y las Ciencias Sociales. Mucho antes de ser ministro, el señor Castells ya había coronado su prolífica carrera como investigador y profesor universitario.

Es una broma fácil, pero oportuna, decir que hoy el periodismo consiste en contar que Manuel Castells ha dejado de ser ministro a personas que nunca llegaron a saber que lo era. Él mismo lo asume con filosofía. Ha sido un ministro más que discreto, ignoto. Y más que político, experimentador de la política. Como si hubiera aprovechado su condición de ministro de Universidades para hacer un estudio práctico del poder, su ejercicio y sus limitaciones. El presidente Sánchez comparecerá a las nueve, antes del Consejo de Ministros, para confirmar el relevo de Castells por otro académico de su quinta, Joan Subirats, éste más baqueteado en la cosa política. Castells abandona porque su prioridad, hoy, es cuidarse. Porque la enfermedad puede llegar a ser muy puñetera y porque salir del gobierno, como dijo aquí en julio, tampoco es un drama.

El ministro de la cara redonda y el pelo blanco que vestía camisetas

La filosofía zen. Para muchos espectadores fue el ministro de la cara redonda y el pelo blanco que vestía camisetas. Un ovni en la brega política. Aterrizado en España procedente de Santa Mónica. Debutó criticando la separación en dos ministerios de lo que antes era uno, Ciencia y Universidades, pese a que esa separación le permitía a él ser ministro. Y admitió que su ley de Universidades ideal no era la que llevó al Parlamento, porque las leyes, para que salgan adelante, a quienes tienen que gustar es a los socios parlamentarios del gobierno. Aún está en tramitación esa ley que ahora hereda Subirats, de la cuota de Ada Colau. Porque el gobierno de coalición tiene cuotas, como Netflix.

Petición de Compromís para que se cite a la artista en la comisión de Interior

De Bárbara Rey, y por cierto, lo que ayer hizo el Senado es dar trámite a la petición de Compromís para que se cite a la artista en la comisión de Interior. Pero ahora tiene que decidir esa comisión si se procede a convocarla y, en ese caso, para cuándo. Hay senadores que le quieren preguntar si es verdad que la untaron con fondos públicos, secretos, para que no destapara que había sido amante del rey Juan Carlos. Hace mil años, cuando el CNI aún se llamaba CESID. Las probabilidades de que la comparecencia llegue a producirse oscilan entre una entre cien y ninguna. Pero el morbo a semejante comparecencia no se lo niega nadie. Con el rey emérito queriendo volver ya a España, la Zarzuela buscándole casa y don Felipe peinando su discurso de Nochebuena, lo que le faltaba a esa familia es tener a la amante abriendo telediarios desde el Senado. Bendita navidad.

. Las probabilidades de que la comparecencia llegue a producirse oscilan entre una entre cien y ninguna. Pero el morbo a semejante comparecencia no se lo niega nadie. Con el rey emérito queriendo volver ya a España, la Zarzuela buscándole casa y don Felipe peinando su discurso de Nochebuena, lo que le faltaba a esa familia es tener a la amante abriendo telediarios desde el Senado. Bendita navidad.

Se pone aún más cuesta arriba el final de año y el comienzo del que viene

La evolución de la epidemia de covid es mala. Incluso muy mala si atendemos a la velocidad de incremento de los contagios. La famosa incidencia acumulada que sube y sube cada día sin que salga ya responsable alguno del ministerio a hablar de curvas, de picos, de mesetas y de todas aquellas cosas que hicieron célebre a Fernando Simón.

Es verdad que los tiempos han cambiado. Han cambiado, sobre todo, en que ahora la prioridad de los gobernantes ya no es revertir la curva. Es tener a toda la población, cuanto antes, revacunada. Ésta es la diferencia esencial: hoy se fía el control de daños a la vacuna que evita, casi siempre, que la enfermedad llegue a ser grave. Ya dejó de ponerse el acento en frenar los contagios por la vía de limitar nuestras actividades.

Es verdad que los tiempos han cambiado. Han cambiado, sobre todo, en que ahora la prioridad de los gobernantes ya no es revertir la curva. Es tener a toda la población, cuanto antes, revacunada. Ésta es la diferencia esencial: hoy se fía el control de daños a la vacuna que evita, casi siempre, que la enfermedad llegue a ser grave. Ya dejó de ponerse el acento en frenar los contagios por la vía de limitar nuestras actividades. A excepción de Navarra, donde no se descarta poner tope al número de personas que comen o cenan juntas, y del País Vasco, donde están en el aire las cabalgatas, la suspensión de actos festivos o los confinamientos selectivos ni siquiera se contemplan. Vacunación, sí. Restricciones, no. Atrás quedan aquellos tiempos en que los gobernantes decían aplicar religiosamente las recomendaciones de los epidemiólogos. Si éstos pedían limitar aforos, se limitaban. Si pedían confinar, se confinaba. Ahora ya no. Ahora los epidemiólogos pueden recomendar que se prohíban las reuniones numerosas pero no hay gobierno autonómico que tenga la menor prisa por hacerlo. En otras olas la polémica era Madrid, por no restringir. Hoy, con incidencias muy elevadas en casi todas partes, no se restringe y no hay polémica.

En otras olas la polémica era Madrid, por no restringir. Hoy, con incidencias muy elevadas en casi todas partes, no se restringe y no hay polémica.

Porque hoy las polémicas son otras. ¿Qué le llamó Nadia Calviño a Pablo Casado en el acto en el que coincidieron el miércoles? Descerebrado, decía una crónica. Desquiciado, decía otra. Desequilibrado, aclaró el alcalde Almeida.

Escandalizado está el PP por lo que dijo de Casado la vicepresidenta Calviño en una conversación privada. Y Almeida, que es portavoz nacional de Casado, aprovechó lo del desequilibrio para armar una frase.

En el PSOE dicen que grave fue lo de Casado, tachando al gobierno de encubridor de abusos a menores en su intervención pública del miércoles en el Congreso. Cuando amontonó sin orden ni criterio el caso de Baleares con el de Luis Eduardo Ramírez y el del juez Piñar aireando sospechas nunca probadas sobre Juana Rivas.

El espíritu navideño ha inundado el corazón de nuestros dirigentes políticos.