La primera de la mañana

Marta García Aller recuerda a los amantes del concierto de Coldplay para alerta del peligro de la viralidad: "Es una injusticia brutal"

La protagonista de ese momento, Kristin Cabot, acaba de dar su primera entrevista desde que se hiciera viral hace seis meses un vídeo en la que aparecía en brazos de su jefe. En ella denuncia la campaña de acoso que ha sufrido.

Marta García Aller

Madrid |

La han llamado zorra, rompehogares y cazafortunas. Sus hijos todavía no quieren que nadie les vea con ella. El mundo entero se rio, nos reímos, de lo que le pasó. Aunque no sepamos su nombre, todos sabemos quién es. Kristin Cabot, la mujer de 53 años que apareció en la pantalla gigante de aquel concierto de Coldplay este verano, mientras la abrazaba su jefe, cuando la cámara les pilló por sorpresa. Más de 100 millones de visualizaciones en un par de días en TikTok; y memes; y burlas; y parodias en televisión.

Recibía más de 500 llamadas al día con amenazas; en su casa acamparon paparazzi; la policía tuvo que reforzar la seguridad de su casa, la amenazaban de muerte por adúltera. Seis meses después de aquel concierto de Coldplay, Kristin ha dado una entrevista en The New York Times. Cree que el silencio ya no tiene sentido.

Es muy inquietante leerla y ver cómo cualquiera, en cualquier momento, nos podemos hacer virales por los motivos equivocados. Acabó con su carrera y hasta con la posibilidad de ir al súper sin que la insulten.

Kristin ha contado que no tenía ninguna relación con su jefe. Era miércoles por la tarde y hacía siglos que no salía. De repente, le apeteció mucho el plan del concierto con amigos una noche de verano. Ella era la jefa de Recursos Humanos de una tecnológica. Él era su jefe, sí, pero también amigo. Y le gustaba. Estaba emocionada de presentárselo a sus amigas. Él, por cierto, también estaba separado. Esa noche se besaron por primera y última vez.

Él bailaba detrás de Kristin, cuando ella le tomó las manos y la rodeó con sus brazos. Y justo la cámara les enfocó. Él se tapó. Ella se agachó. Se quedaron sentados pensando que tendrían que informar a la junta directiva. No podían haberles comunicado antes una relación que ni siquiera había empezado. Lo peor empezó después, cuando llegó el primer pantallazo de tiktok. De repente estaban en todas partes. Ella se echó a temblar y el mundo a reír.

¿Moraleja?

A veces hacerse viral

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es una injusticia brutal