CON MARTA GARCÍA ALLER

Objetos cotidianos: El maniquí

Marta García Aller nos cuenta en Más de uno cual es el origen de los maniquíes, que se remonta al antiguo Egipto.

ondacero.es

Madrid | 07.01.2021 11:52

Marta García Aller explica en Más de uno cuál es el origen del maniquí. Asegura que el origen etimológico de la palabra maniquí, que viene del holandés 'hombre pequeño'.

Pero el origen de los primeros maniquíes es muy anterior. Es del antiguo Egipto. A juzgar por torsos de madera que se han encontrado en excavaciones, se cree que los hacían a imagen y semejanza de las medidas del faraón, que, como tenía un cuerpo sagrado, no podían tocarlo los sastres.

Aunque los maniquíes que conocemos ahora empiezan a usarse en la Francia del siglo XVIII, cuando París se convierte en la capital mundial de la moda. Inicialmente, estaban solo en los talleres de costura para clavar alfileres. Hay que esperar a finales del siglo XIX, coincidiendo con la Revolución Industrial y el avance de la máquina de coser, para que empiecen los maniquíes de cuerpo entero. Hasta la segunda mitad del siglo XX no eran de plástico, claro. Los primeros eran de madera y cera. Marcan el inicio de los escaparates como símbolo de la actividad burguesa. Pero claro, lo de que fueran de cera no era muy práctico para la moda de verano, por lo que pasaron a ser de plástico.

Por otro lado, cuenta que siempre han sido objeto de disputa y recuerda que en 2015, una marca americana fue polémica por poner en sus escaparates maniquíes con vello púbico y pezones. En este siglo ha evolucionado la idea de cómo de realistas era de buen gusto que fueran. Hasta los años 60 hubo leyes que prohibían desvestir los maniquíes femeninos sin cubrir los escaparates de las tiendas. En los años 20, se empieza a mostrar el tobillo de los maniquíes ¡y hasta las rodillas! Eso sí, aquellos cuerpos no estaban tan escuálidos como los maniquíes de ahora. Y con las Guerras Mundiales, la escasez de materiales hizo que se prescindiera de ponerles ojos de cristal, brazos y piernas. Y la pandemia también puede marcar el futuro de los maniquíes, que con la realidad virtual y los escaparates en el móvil corren el riesgo de desaparecer.