En vez de en una furgoneta, una Mercedes creo que era, ya podrían haber llevado a Koldo y Ábalos hasta Soto del Real en un Peugeot. También a las metáforas hay que hacerles justicia. Y el hombre que ayer entró en la cárcel no es un diputado cualquiera, no es un representante del Grupo Mixto precisamente. Ábalos es el hombre que estaba con Pedro Sánchez desde el principio, el que el día de la moción de censura subió a la tribuna del Congreso a decir que "los españoles no podemos tolerar la corrupción".
Con Ábalos en la cárcel, entra en prisión el sanchismo desde sus orígenes. Desde antes de que existiera incluso. Eran Ábalos y Koldo los que iban con Pedro Sánchez en aquel Peugeot, metáfora del 'Manual de Resistencia'. También Santos Cerdán, que acaba de salir de Soto del Real. O sea, los hombres que han manejado el Partido Socialista los últimos ocho años han acabado en la cárcel. Los dos.
Bueno, 'acabado' no porque es pronto para saber cómo acabará esto, aunque a medida que avanza la instrucción todo sea cada vez menos presunto. La entrada en prisión de Ábalos no es el fin de la historia. Puede, de hecho, que sea el comienzo. El comienzo de su colaboración con la Justicia para esclarecer lo que pasaba en aquellos años en los que el partido estuvo en sus manos.
Antes de entrar en prisión, Ábalos ha ido esparciendo en una entrevista a El Mundo amenazas que llegan hasta Begoña Gómez, la mujer del presidente, por el rescate de Air Europa. Y añade que se siente víctima de una cacería. Eso sí que le ha quedado sanchista.
Ábalos no era uno más. Era el ministro con el mayor presupuesto público de España y el que dirigía el PSOE. Y mientras acumulaba indicios de cohecho, tráfico de influencias y malversación, en el partido (y el Gobierno) miraban para otro lado. Nadie le paró los pies a Ábalos ni a Koldo ni a Cerdán, hasta que llegó la UCO. Los que miraron para otro lado ahora los ven entrar en prisión.
¿Moraleja?
El sanchismo se corona, con Ábalos en chirona
