Aún siendo más sencillas que las respuestas, no es fácil hacer buenas preguntas. No es fácil…si eres adulto. Repreguntando, ni Alsina es tan bueno como los niños.
Es difícil hacer buenas preguntas porque hay sequía de respuestas. Por ejemplo, si nos preguntamos qué significa ser humano. La respuesta, hoy, sigue siendo controvertida. Aunque, la primera formulación de esa vieja pregunta se hiciera hace ya siete centurias. Por tanto, es posible concretar cuándo nació el humanismo aunque todavía a estas alturas no esté muy claro qué es ser humano. Lo más complicado del humanismo siguen siendo los seres humanos.
Fue en el Renacimiento cuando se planteó la necesidad del librepensamiento humanista. El libre pensamiento. Se habla mucho de la libertad; pero, cuántas personas, de verdad, son capaces de pensar sin que sus palabras -en el fondo- sean ecos de lo que otros han dicho.
El librepensamiento fue concebido como la esencia del conocimiento, desde la investigación y para la esperanza. Y a partir de ese momento, comenzaron a trazarse las grandes cuestiones.
El universo existe, y estamos aquí para preguntar ¿por qué? ¿Por qué hay algo en vez de nada? Esta suena a una pregunta tan fundamental que debería haber dejado perpleja a la humanidad desde los albores de la historia de la filosofía. Y, sin embargo, no lo hizo.
Los primeros filósofosgriegos se preguntaban de qué estaba hecho el mundo. Tales de Mileto pensó que la sustancia primigenia era el agua, Anaxímenes dijo que era el aire, Heráclito pensó en el fuego. Pero ninguno se preguntó por qué había algo. Por qué hay algo en vez de nada. Esa pregunta básica no se formuló hasta el año 1714. ¿Por qué hay algo en lugar de nada?
Hoy podemos plantearnos por qué hay algo más en las preguntas de la infancia que en nuestras propias preguntas.
