LA BRÚJULA

La carta de Ónega: El reencuentro

Buenas noches, reencuentro. Eres la palabra mágica del día. Agenda del reencuentro. Así tituló don Pedro Sánchez su programa de gobierno, cooperación, diálogo, entendimiento y voluntad para seducir a Joaquim Torra.

ondacero.es

Madrid |

Reencuentro, que hermosa palabra eres. Y qué bien sonabas a mediodía en boca del presidente. Parecías sacada de una crónica del corazón, de una novela de amores recuperados, de la parábola del hijo pródigo, del emigrante que vuelve, del independentista que, arrepentido, acepta la Constitución. Reencuentro, qué romántico, qué lírico, qué sentimental, qué patriótico, qué histórico que vino a decir el señor Sánchez, que quizá sueñe que dentro de un siglo un día como hoy se celebre un acto solemne cuyas invitaciones debería decir: “Primer centenario del Reencuentro. Desfile del Ejército español y los Mossos d’Esquadra por la Diagonal”.

Y los niños, ya no adoctrinados, estudiarían en Educación para la Ciudadanía cómo se gestó aquella feliz coincidencia sideral del hombre del diálogo llamado Torra y del hombre de la visión de Estado llamado Sánchez. Torra había pedido perdón a los españoles por sus viejos escritos, que atribuyó a un desafiante pecado de juventud. Sánchez se había comprometido a dar una conferencia en cada municipio de Girona como acto de penitencia para él mismo y para sus oyentes. Todo eso será recordado dentro de un siglo en un lugar donde habrán levantado una estatua con esta leyenda en pedestal: “A los héroes del Reencuentro. El pueblo, agradecido”. Pero todo eso será en el futuro. Hoy se puso la primera piedra. Lástima, reencuentro, que Torra todavía no lo haya entendido y no dé importancia a los 44 milagros que Sánchez llevó en su cestillo. Lástima que el Parlament haya aprobado una moción a favor de la autodeterminación y la amnistía, como si en el Palau de Sant Jaume no hubiera pasado nada. Pero no te amargues, reencuentro. Todas las grandes palabras de la historia pasaron algún momento, a veces algún siglo, de dolorosa incomprensión.