CON LUIS RENDUELES Y MANU MARLASCA

Territorio Negro: Los estafadores del amor y el sexo en Internet

En Territorio Negro, Manu Marlasca y Luis Rendueles hablan de los 'love scams', los estafadores del amor que buscan en redes sociales a mujeres para seducirlas, engañarlas y robar su dinero.

ondacero.es

Madrid | 23.02.2021 17:16

Los príncipes azules no existen. Mucho menos, en las redes sociales. En el territorio negro de hoy, Manu Marlasca y Luis Rendueles nos hablan de los 'love scam', los estafadores del amor, una estirpe de hombres que buscan en redes sociales a mujeres para seducirlas, engañarlas y quitarles su dinero.

Quizás el mejor exponente de esos love scam se llama Rodrigo Nogueira, un hombre gallego, 44 años ya, que lleva media vida dedicándose a buscar a esas víctimas para engañarlas. Le llamaban el don Juan de Marín, por su lugar de nacimiento, en la provincia de Pontevedra, pero todo es mucho menos poético en esta historia. A este hombre, Rodrigo Nogueira, le acaban de condenar por cuarta vez por este tipo de estafas del amor o del sexo.

La Audiencia de Pontevedra le ha condenado a un año de cárcel por un delito de estafa, con el agravante de ser reincidente, además. Tiene otras tres condenas, por eso está en prisión. En 2017 fue condenado por estafar a un hotel, en Meaño, provincia de Pontevedra, ese mismo año le cayó la primera sentencia por engañar y estafar a una mujer, su especialidad. Fue en Bilbao. Y también tiene otras dos condenas, una por maltrato o violencia machista y otra por coacciones.

Nombres falsos y otros métodos para engañar a sus víctimas

Nogueira usó uno de sus nombres falsos (tiene muchos: Roy, Alex, Leto, Magneto…) para conocer por la web a una chica de Madrid. Se ganó su confianza, acabó yendo a vivir con ella y son su madre. Y como acaba haciendo siempre, después de tenerlas digamos enganchadas, se ofreció a hacerles favores y eso sí, les pidió algo de dinero como anticipo.

En este caso, Nogueira se ofreció a hacerles una obra que necesitaban en su casa. Él conseguiría la madera y haría la reforma. La madre de su novia le dio 1.387 euros en efectivo y luego su novia le dio 1.000 euros más. De la madera y la obra nunca más se supo. En este caso, este tipo se presentó como un empresario y eso lo utilizó también para sacar más dinero a esa chica y a su madre.

Cuando apareció en su vida, a través de las redes sociales, Nogueira hizo creer a la chica que era empresario y que ganaba bastante dinero. Poco después, cuando ella había mordido ese anzuelo, le ofreció entrar en su empresa con un 35 por ciento del capital. Cómo negarse. La chica le entregó mil euros más. No había empresa, lógicamente. Y Nogueira se esfumó.

Un patrón similar en sus acciones

Hasta 18 mujeres se unieron para denunciarlo. Y eso, que sucedió en 2016, acabó con la carrera de este don Juan de Internet. Nogueira tiene pendientes muchas otras causas que responden, casi todas, a un patrón similar, que ha analizado la ciberinvestigadora catalana Selva Orejón.

Hay una primera fase de búsqueda y selección de la víctima. En esto, Nogueira es un tipo cuidadoso. Busca chicas y mujeres jóvenes pero de un determinado nivel económico, ya sean ellas o sus familias. Navega y patrulla las redes y selecciona alguna. Lo hace, que se sepa desde finales de los años noventa.

Por ejemplo, en una ocasión vio que una chica tenía puesto en su perfil que era amante del senderismo; entonces se construye un personaje, por ejemplo Alex, un montañero experimentado, viajado por toda Europa. Otra chica era apasionada de la alta cocina y de darse algunos homenajes gastronómicos, pues Nogueira podía ser Leto, un chef italiano. Si una tercera chica era fanática de los tatuajes, nuestro hombre se hacía pasar en internet por un curtido tatuador con un estudio abierto en Suecia y que iba a abrir un taller de tatuajes en Barcelona.

O sea, este hombre, un gallego de Marín, actuaba como un camaleón, se disfrazaba de lo que él sabía que iba a gustarles a esas chicas por los datos que ellas ponían en redes sociales

También actuaba como un camaleón por las aficiones sexuales que algunas de ellas dejaban en páginas como adoptaauntio.com. Algunas explicaban que buscaban hombres sumisos, serviles; en otras ocasiones, tiraba el cebo a mujeres que pedían ser ellas las sometidas, conocer el sexo duro, el bondage. En función de la mujer a la que quisiera atraer, Nogueira podía convertirse en una cosa y la contraria.

Lenguaje para "enamorar" a la víctima

Una experta en lingüística forense, Sheila Queralt, explica que Nogueira usa un tipo distinto de vocabulario para enamorar a la víctima, otro al principio ya del engaño y otro más cuando ya la víctima se ha dado cuenta de lo que realmente está ocurriendo. Incluso acaba recurriendo a las amenazas. Por ejemplo, las frases en las que les pide dinero son siempre muy breves, envueltas en otras cariñosas y de cortejo, para quitarle importancia al tema material.

Algunos ejemplos que han denunciado algunas de esas 18 mujeres, aunque se sospecha que sus víctimas durante estos años han sido más de setenta. Solía aceptar conocerlas físicamente cuando ya estaban pilladas. Y al principio era un encanto, capaz de gastarse 400 o 500 euros en una noche con ellas.

Cuando él notaba que la chica en cuestión estaba ya digamos pillada, surgía un problema inesperado y urgente. A una de ellas le contó que se le había roto la tubería de su piso y necesitaba 300 euros para pagar al fontanero, por ejemplo. Si Nogueira entendía que esto no bastaba, lo adornaba todo con un toque dramático.

Por ejemplo, a una chica le dijo que tenía una hermana drogadicta a la que él tenía que ayudar constantemente. A otra le contó que su madre estaba enferma de cáncer, a otra que ya había fallecido, etc. A una más que el que tenía cáncer era él y que necesitaba un tratamiento caro en Alemania para recuperarse. A otra, una joven mejicana, que el cáncer era en la boca y que tenía que tratarse en España, donde las pruebas no las pagaba la sanidad pública, tenía que pagárselas él de su bolsillo, o más bien del de ella.

Engaños en muchas comunidades

Le iba muy bien. Consigue que le den dinero, que le regalen un teléfono móvil, tiene a las mujeres tan convencidas que una de ellas deja que el tatuador Nogueira, al que ella conocía como Vanger, le haga un murciélago en su pierna junto a la V mayúscula de su enamorado. Fue viviendo con impunidad, saltando de un sitio a otro. No tenía domicilio conocido, no tenía nada a su nombre, ni siquiera un teléfono, un coche…

Tenía cierto arte y además las víctimas tenían vergüenza por lo que había ocurrido. Se sentían solas y tontas, culpables. Alguna presentaba denuncia en su zona, pero los jueces lo veían como algo aislado, un tema privado entre un hombre y una mujer que luego terminaba mal. Muchos fueron archivados. Así que le fue bien durante mucho tiempo, pero Nogueira, como ocurre con muchos delincuentes, va a medir mal sus fuerzas, especialmente cuando se instale en Barcelona.

El caso que termina con su detención en Barcelona

A este don Juan de Internet se le acumula el trabajo en Barcelona. Había llegado a Cataluña gracias a otro engaño. Cuenta a otra joven que su hermana, aquella falsa drogadicta, se había suicidado y que quiere dejar Galicia. Su penúltima enamorada lo ayuda. El problema es que en Barcelona nuestro hombre llega a seducir a otras tres mujeres más, simultáneamente. Se fue a vivir con una de ellas, una joven guía turística de 28 años a la que conoció en Badoo.

Dijo que era un hijo de gallegos que habían emigrado a Suiza. Que ganaba mucho dinero haciendo marketing para empresas y que viajaba mucho, por Alemania, Japón, Argentina, China… Que estaba cansado y quería instalarse en algún sitio, vivir más tranquilo. Ella le recordaría luego como el perfecto caballero y guarda incluso una canción que supuestamente Nogueira le compuso para ella y se la envió en un audio.

Y es esta chica, esta guía turística, la que va a desenmascarar al estafador. Vivían juntos, pero Nogueira estaba con otras tres mujeres en Barcelona. Para justificar sus ausencias, le contaba que tenía que seguir haciendo algunos viajes a Suiza, para cerrar su empresa allí. El caso es que una noche que no estaba en Suiza, sino en Barcelona con otra mujer, quizás por vanidad, Nogueira decidió colgar en Facebook esta frase: “Cosas que hacer en Barcelona a las tres de la mañana”, acompañada con una imagen suya y de la otra mujer.

La chica empieza a investigar en redes sociales, en los contactos de su novio… y las sorpresas continúan. Contacta con otra joven que le dice muy segura: Lo siento, Roi es mi novio, estamos prometidos. Al final eran cinco mujeres en Barcelona, una de ellas en fase digamos de captación. Una de ellas recordaría que les había robado dinero a todas, también objetos de unas que luego regalaba a otras, y que eran “su fondo de inversión” para vivir del aire. Con una de ellas decía que estaba prometido y que se iban a casar, a otra le había prometido que tendrían un hijo.

Y aquí viene la moraleja final. Cinco mujeres que se unen para vengarse de este estafador del amor y logran que lo detengan. Es un episodio casi de novela. Porque los mossos d’Esquadra detienen a Rodrigo Nogueira la noche de los enamorados, un 14 de febrero, San Valentín.

Una de sus víctimas le citó en su casa para una noche romántica y allí fueron los mossos. Otras dos mujeres estaban en la puerta esperando para verle salir esposado y decirle, así lo cuentan ellas: “Feliz día de los enamorados”.

Sale en libertad y se archivan las denuncias

Pero tres días después salió en libertad y las denuncias fueron archivadas. Hasta que estafa a una joven vasca en la que va a ser su primera condena de prisión. La conoció en un foro de aficionados a los videojuegos. Dijo llamarse Roi Alonso y ser un prestigioso creador de música para videojuegos. Se ofreció a ayudar a la chica, que se dedicaba al marketing online. Había un problema, un amigo suyo en Pontevedra tenía un restaurante que iba mal.

En pocas palabras, en ocho meses Roi le sacó a esta chica 2.229 euros, un ordenador, un Ipad y un Iphone. Esta chica se dio cuenta del engaño cuando vio la foto de su novio en redes sociales. La había colgado otra mujer, de otro punto de España, que pedía ayuda para encontrar a su novio, que había desaparecido. Temía que pudiera haberle pasado algo. En este caso Nogueira fue condenado a prisión por primera vez.

En la revista Interviú, la periodista Vanesa Lozano habló con Nogueira antes de que lo condenaran. Fue en el año 2016. Nogueira contó que había conocido a esas mujeres en páginas de sadomasoquismo o fetichismo, que tuvieron relaciones sexuales libres pero que una acabó mal. Y que fue esa mujer la primera en denunciarlo por despecho y la causante de sus males. En aquella entrevista insistía en que no había engañado a nadie, no era un embaucador ni mucho menos un psicópata. Entonces trabajaba como cocinero en un restaurante de Aranda de Duero. Solo admitía que le gustaba mucho ligar. Y no se le daba mal.

Otros estafadores y consejos de los expertos

Albert Cavallé, parece que ha pedido perdón y está camino digamos de reinsertarse. Los expertos dan varios consejos para no caer en la red de uno de estos tipos. Primero, no hay príncipes azules ni en la vida física, ni en redes sociales. En cualquier caso, cuando pensemos que hemos conocido a uno, lo primero es comprobar su nombre en google. Puede que haya dejado rastro de sus fechorías en otras zonas.

Los más cuidadosos cambian su nombre, pero no su imagen, su foto de perfil, de forma que comprobar la foto por redes también es una buena manera de saber con quién nos la estamos jugando.

Por último, y además del sentido común, los expertos insisten en que no debemos dejar correr mucho tiempo entre conocer a ese tipo fascinante y verlo físicamente. Si la relación virtual se eterniza es más fácil que nos enganchen y que cuando les veamos tengamos ya un criterio discutible. Además, generalmente en persona pierden bastante, como el caso de Nogueira, bajito y con cierto sobrepeso.

No eternizarse en la red, si ves que estas enamorándote de una imagen, conocerlo pronto para evitar esas creaciones artificiales. No suelen ser tan guapos ni tan fascinantes en persona, enseguida se les ven las costuras. Verlo físicamente antes de tener un vínculo romántico o idealizado.