TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Asunta no pudo salvarse dos veces

Hoy habría cumplido 13 años. Asunta Basterra Porto fue asesinada la tarde del sábado 21 de septiembre en Santiago de Compostela. Le dieron pastillas y luego la asfixiaron. Sus padres, los dos, están en la cárcel por el crimen, un crimen del que hay muchos puntos oscuros. En Territorio Negro, contamos qué se sabe con toda seguridad de este terrible suceso, qué creen la Guardia Civil y el juez que ocurrió y también, que no ocurrió, y qué cosas que se han ido contando esta semana no son verdad.

Luis Rendueles y Manu Marlasca

Madrid | 30.09.2013 17:54

Casi todos los oyentes conocen ya el final de Asunta Basterra, la niña china que adoptó el matrimonio formado por el periodista Alfonso Basterra y la abogada Rosario Porto, cuando era casi un bebé, en 2001. Su cuerpo fue encontrado en una pista forestal la madrugada del domingo 22 de septiembre.

La primera prueba inapelable es la autopsia de la niña, Asunta o Yong-Fang, su nombre chino. Y la autopsia determina que alguien le dio a la niña unas pastillas, unos tranquilizantes horas antes de que muriera. Que la niña fue asesinada luego, hacia las nueve de la noche, por sofocación, es decir, como estaba sedada, no trató de defenderse, de forma que a su agresor le resultó fácil matarla, le bastó con apretar los dedos sobre su nariz y su boca o con ponerle una almohada encima de su boca, que son las dos formas del crimen que manejan los investigadores. Por eso no hay signos de lucha ni marcas de estrangulamiento en el cuerpo de la cría. Lo que sí se encontró junto a su cadáver fue un trozo de una cuerda de color naranja y la colilla de un cigarrillo.

La cuerda naranja, de las que se usan para atar fajos de cereales, es similar a otras halladas en la finca que la madre de la cría tiene en Teo, a apenas tres kilómetros del lugar donde fue hallado el cuerpo de Asunta. En cuanto a la colilla, se están haciendo análisis de ADN que se compararán luego con el de la madre y el padre para ver si fue alguno de ellos el que fumó junto al lugar donde se abandonó el cuerpo de Asunta. Eso sería una prueba definitiva.

Hasta ahí, la ciencia. Ahora entra la investigación criminal. Asunta comió con sus padres, con los dos, Alfonso Basterra y Rosario Porto. Todo indica que luego merendó en su casa con su madre, Rosario. Y aquí se acaban las certezas. La madre asegura que hacia las siete de la tarde dejó a su hija en casa. Y que ella se fue a hacer unas compras. Eso ya se ha demostrado falso, no ha sabido decir a qué tiendas, ni qué compras, ni dónde estuvo, ni nadie la vio allí. Luego contó que estuvo en la finca familiar para recoger unos trajes de baño, pensaban ir a la playa el domingo, comentó. Alguien, en efecto, la vio salir de la finca poco antes de las nueve de la noche diciendo que tenía prisa y que iba a recoger a su hija.

La madre dice que cuando llegó a casa su hija ya no estaba. Que llamó al padre, que vive cerca porque estaban separados, hacia las nueve y media. Y a las diez y media de esa noche los dos acuden a la comisaría de policía de Santiago de Compostela para denunciar la desaparición de Asunta.

Y es una denuncia muy peculiar. En ella, la madre cuenta de motu propio un episodio tremendo. Asegura que una madrugada del pasado mes de julio, hacia las dos y media de la mañana, se levanta de la cama de su piso de Santiago porque oye un grito desgarrador de su hija, que está en su habitación. Que cuando sale al pasillo, ve a un tipo pequeño, vestido con ropa oscura y guantes de látex que sale del dormitorio de la pequeña. La mujer trata de detenerlo, pero el tipo le pega, de hecho le deja señales de varios golpes en la cara, y huye.

No existe ese agresor. La madre se lo inventó. De hecho, la mujer no denunció un caso tan grave. Ella cuenta que fue para evitar que la niña se traumatizara teniendo que declarar en comisaría, viendo fotos de malos… La Guardia Civil no se cree esa historia, pero curiosamente el padre de la cría respalda esa versión, asegura que su mujer se lo contó, que vio los golpes que tenía ella y que él tampoco quiso denunciar un ataque tan grave.

Lo que pasó aquella noche de julio, solo lo saben con toda seguridad Asunta y su madre. Y el padre, por referencias. Es un enigma. Lo cierto es que se barajan dos posibilidades. La más suave, digamos, que la madre se inventara el ataque, se lo creyera de verdad, debido a sus problemas psicológicos. O que, debido a esos mismos trastornos, que ahora veremos, fuera la propia madre la que entrara en la habitación de la niña mientras dormía y tratara de matarla asfixiándola. La niña, siempre según esta hipótesis, se defendió, ya tenía 12 años, y golpeó a su madre. En cualquiera de los dos casos, el padre optó por silenciar el episodio y, eso sí, pedir a la madre que recibiera atención psiquiátrica.

En efecto, lo que ocurrió en esa casa es un enigma. Pero algo grave pasó, porque la abogada sí fue ingresada pocos días después en un hospital. A sus amigos, Alfonso y Rosario les contaron que había tenido un problema de lupus, una enfermedad muy dura, que provoca, entre otras muchas cosas, cansancio, fiebre, dolores musculares y en articulaciones, y que en efecto padece la madre de Asunta. Pero ella prefería tratarse con productos de homeopatía y el ingreso en psiquiatría del verano fue desencadenado por ese misterioso ataque a su hija aquella noche de julio.

La mujer ingresa en un hospital y sale tras varias semanas. Tiene que tomar medicación, por cierto, igual a la que se le dio a su hija para evitar que se defendiera. En agosto, la familia se reúne para pasar un tiempo en la casa que tienen en Vilanova de Arousa. Aparentemente todo va bien. Pero en ese mismo mes de julio, dos profesoras de una academia de música donde acudía Asunta hablan con su madre porque la cría llega una tarde a clase en muy malas condiciones, con la boca pastosa, casi dormida… Era una niña muy inteligente y muy activa, casi superdotada, de forma que su padre tuvo que dar explicaciones. Aseguró que su hija tomaba un jarabe muy fuerte para la alergia que la dejaba casi sin fuerzas.

Bien, pasa agosto, y llega septiembre, el mes en que va a ser asesinada. Y antes del día 21 ocurren otros episodios muy reveladores. El día 18, tres días antes de que Asunta muriera, su madre escribe un SMS a una de sus profesoras en el instituto Rosalía de Castro. “La niña está muy mal. Ha tomado muchas pastillas y tiene muchos vómitos. Espero vuestra colaboración cuando vuelva a clase”. Esa misma tarde, Asunta también falta a su clase de ballet. La madre envía otro SMS a la profesora, casi idéntico al de por la mañana.

No se sabe con certeza si la niña no tomó esas pastillas. Se necesitan análisis más profundos para ver la cantidad de drogas que le habían dado. Lo cierto es que no fue a clase aquellos días

Una amiga suya ha contado que le dijo que su madre la había querido estrangular. En cuanto a las pastillas, no sabemos si se dio cuenta. Lo cierto es que era muy inteligente y que se tuvo que sentir muy sola, sobre todo tras la muerte de sus abuelos maternos, Francisco Porto y Socorro Ortega, a los que quería con locura.

Hay quien ha apuntado que la muerte de sus abuelos no fue accidental, que podría estar implicada la madre de Asunta.  Eso ni siquiera se está investigando. La abuela de Asunta murió el 11 de diciembre de 2011, la encontró en su casa su marido, el abuelo Francisco. Un forense certificó su muerte por fallo cardiaco. Y unos meses después, el 26 de julio de 2012, murió el abuelo, que tenía 88 años. También se certificó como muerte natural y ambos fueron incinerados. Lo único cierto es que a Asunta y a su madre, las muertes les afectaron mucho. La madre cerró su despacho de abogada, decidió separarse de su marido y cambió de vida radicalmente. En cuanto a la nieta, Asunta, volcó todo su dolor en un blog que resulta, visto ahora, sorprendente

Empieza igual que el retrato que se hacía hasta ahora de su vida y la de sus padres: “érase una familia feliz”. Pero es un relato de misterio que, leído hoy, permite avanzar que la cría no aceptaba la muerte de sus abuelos. Incluso anunciaba que iba a investigar los extraños sucesos que ocurrían en Santiago de Compostela, especialmente en los parques de su ciudad.

Se ha especulado también con el tema de la herencia. Que todo el crimen tuviera un móvil económico. Los abuelos de Asunta tenían hasta cinco pisos y fincas en Santiago. Pero a su muerte, todo pasó a su madre, a Rosario. El único testamento encontrado data de 1975 y dejaba todo a la madre, que por cierto había intentado vender la estupenda finca familiar, sin conseguirlo. No parece que sea un crimen por dinero.

También se ha hablado de terceras personas que pudieron participar en el crimen o, al menos, en deshacerse del cuerpo de la cría. Aunque también está descartado. Es cierto que la madre tenía una amistad estrecha con un sindicalista marroquí, por cierto acusado de explotar a compatriotas, pero la participación de otras personas está descartada. En cuanto a dónde fue asesinada la niña, no se sabe. Pudo ser en su casa de Santiago o en la finca, desde donde luego una o dos personas la llevaron hasta la pista forestal. Cuando la mataron, la niña no llevaba teléfono móvil y vestía un chándal que casi era un pijama, con el que nunca habría salido de su casa voluntariamente.

Hay unas cámaras de seguridad que muestran a la madre conduciendo su mercedes en dirección a la finca. Y que va acompañada de la niña, por el tamaño. El caso recuerda por momentos al tema de José Bretón, condenado por asesinar a sus dos hijos, también en la finca de los abuelos. Lo cierto es que la madre, tras ver esas imágenes y ser preguntada por el juez, ha cambiado su historia. Ahora dice que fue con la niña a la finca y que luego regresaron juntas, la dejó en una plaza de Santiago y ya no volvió a verla.

Existen varias similitudes con el caso de Bretón. Una muerte de una hija usando pastillas para evitar que se defienda, una finca de los abuelos, unas cámaras de seguridad. Y da que pensar sobre lo que hacemos o contamos a veces los periodistas, nosotros los primeros, claro, es un asunto delicado. Lo cierto es que aquí hay una ventaja: se encontró el cuerpo de la niña, hemos dicho muchas veces, siguiendo al gran doctor García Andrade, que los cadáveres hablan, y una desventaja: en el caso Bretón había una víctima clara, además de los niños, la madre; en este caso, el papel del padre es un enigma.

Sí porque el periodista Alfonso Basterra está en prisión, acusado de lo mismo que la madre de Asunta, de matar a su hija. Pero no está tan claro su papel. Es cierto que fue él quien compró las pastillas que luego alguien hizo tomar a Asunta con engaños, pero también es cierto que esas pastillas eran para su mujer. A falta del resultado de la famosa colilla, hay dos opciones para el papel del padre. La menos mala, que supiera de los problemas mentales de su mujer y no denunciara nada por evitar que la metieran en prisión y la separaran de la cría, confiando en que con medicación y tratamiento la cosa mejorara. En esa línea, el padre no habría defendido a su hija de los ataques de la madre, y habría consentido que le diera pastillas a la cría cuando la mujer sufriera ataques de ansiedad y otros trastornos.

Otra posibilidad, que a día de hoy es menos probable, es que participara directamente en el crimen. Sinceramente, no lo sabemos, y creemos que a día de hoy, insistimos, la Guardia Civil tampoco lo sabe. Lo cierto es que el padre respalda a la madre al cien por cien.

Estaremos atentos. Y les contaremos el final de esta terrible historia. Vamos a concluir con lo que escribió Asunta en septiembre del pasado año en aquel blog, un relato de cómo los crímenes destrozan una familia: “´Érase una familia feliz, un hombre, una mujer, un hijo. Un día, la mujer fue asesinada. El hombre tenía que vengarse de la persona que mató a su mujer, pero a él también lo mataron. Su cuerpo está en el parque de la Alameda y su espíritu también. El cuerpo y el espíritu de su mujer estén en el parque Velvís”.

Aquel relato de la cría, que era alguien muy especial, acababa con un poco de esperanza entre tanta tragedia. Decía: “El hombre se sienta en un banco y confía en que el espíritu de su esposa vendrá a reunirse con él, algún día”. Esta sección no es muy optimista, los hechos que contamos aquí no nos dejan serlo, pero ojalá que Asunta descanse en algún lugar tranquilo y mejor, junto a sus abuelos. Que descanse en paz.