Mojácar se encaramada en un promontorio frente a la costa mediterránea, formando una ciudad vieja llena de calles empinadas, rincones con encanto y vistas impresionantes. Desde sus alturas, se puede contemplar una panorámica que abarca desde las casas blancas que bajan por las colinas hasta el mar, con la costa del Levante de Almería extendiéndose en el horizonte. La Plaza Nueva, en el corazón del pueblo, es un balcón privilegiado desde donde se aprecia una vista casi aérea del territorio, con la costa hacia el norte, la depresión de Vera, Turre, Garrucha y Villaricos y la línea del horizonte que se funde con el Mediterráneo.

Mojácar ha sido habitada por civilizaciones antiguas
Desde tiempos neolíticos han dejando huellas los millares, fenicios, romanos y visigodos. Sin embargo, su legado arquitectónico y urbanístico está principalmente ligado a los árabes, quienes la gobernaron hasta 1488. La influencia árabe aún se percibe en sus rincones, en sus calles estrechas y en la arquitectura de sus casas encaladas. La iglesia de Santa María, construida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita, es un ejemplo de la historia de la ciudad, que en su pasado fue fortificada para resistir ataques de piratas berberiscos.
Mojácar también cuenta con edificios modernos que llaman la atención, como el Palacio de la Marina, un ejemplo de estilo neoárabe construido en el siglo XIX por el marqués de Chávarri. Además, su Parador, inaugurado en 1966, ofrece una estancia con vistas privilegiadas al mar y jardines cuidados. La Fuente Mora, con sus doce caños, simboliza la historia de lucha entre árabes y cristianos, y su escudo refleja la fortaleza y la resistencia del pueblo.

Es imprescindible visitar la ciudad vieja
Sus miradores son impresionantes y la iglesia de Santa María alberga las imágenes de los patronos del pueblo, la Virgen del Rosario y San Agustín. La fuente Mora y las calles encaladas del barrio del Arrabal, con sus callejuelas estrechas y luminosas, son rincones que reflejan la esencia de Mojácar. La Puerta de la Almedina, arco de entrada a la ciudad y las casas del Torreón también forman parte del patrimonio que no puede faltar en tu visita.
A mediados del siglo XX, Mojácar sufrió un declive tras la explotación minera y la Guerra Civil, quedando en el olvido con apenas 300 habitantes. Sin embargo, gracias al movimiento cultural Indaliano y a la llegada de artistas y extranjeros en los años 60, Mojácar experimentó un renacimiento. Hoy en día, es un destino turístico y cultural que combina su patrimonio histórico con una vibrante escena artística, con museos y centros de arte como el Mirador del Castillo y La Fuente.

Mojácar, un pueblo que renació de sus cenizas
Las fiestas de Moros y Cristianos, celebradas en junio, reúnen a miles de personas en desfiles, caballos, música y ambientación histórica. La fiesta de San Juan, en la playa del Descargador, es otra tradición muy popular, donde las hogueras y la verbena llenan la noche de alegría y tradición popular. Visitar Mojácar es sumergirse en un pueblo con historia, belleza y carácter, donde cada rincón cuenta una historia y cada vista invita a soñar.