Recomendaciones para proteger a los bebés de los golpes de calor
“Los niños, sobre todo los bebés por debajo de un año de vida, son los grupos más sensibles a sufrir daños provocados por los golpes de calor”, así lo ha explicado la doctora Reyes Novoa, miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Las elevadas temperaturas del verano pueden causar graves lesiones entre los colectivos más vulnerables. El golpe de calor está ocasionado por un aumento de la temperatura corporal debido al exceso de calor ambiental, sobre todo en condiciones de humedad, o de un esfuerzo físico intenso. La principal causa de esta afección es una subida de la temperatura corporal por encima de los 40°C que, acompañada de síntomas como sensación de mareo, náuseas, vómitos, dolor de cabeza, debilidad, confusión, sueño o convulsiones puede derivar, si no se detecta a tiempo, en consecuencias mucho más graves como un fallo multiorgánico.
“Los niños, sobre todo los bebés por debajo de un año de vida, son los grupos más sensibles a sufrir daños provocados por los golpes de calor”, así lo ha explicado la doctora Reyes Novoa, miembro del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Las principales recomendaciones que señala la la doctora Novoa son, “ofrecer continuamente líquidos a los más pequeños, si continúan tomando pecho ofrecerlo con más frecuencia; no practicar ejercicio en las horas de máximo calor, evitar la sobreexposición solar y bañar a los niños frecuentemente para combatir con éxito estos accidentes. Asimismo, utilizar ropa holgada, ligera, transpirable y de colores claros o proteger la cabeza con una gorra o sombrero puede ayudar a eludir estos trastornos”.
Por otro lado, en caso de que se sospeche que el menor está padeciendo un golpe de calor, la pediatra ha recomendado “colocar al niño tumbado, boca arriba, en un sitio fresco, a la sombra y bien ventilado; quitarle la ropa que no necesite y aflojarle la que le oprime; colocar compresas de agua fría en la cabeza, la cara, el cuello, la nuca y el pecho, e ir cambiándolas a medida que se calienten. En caso de que el niño esté consciente, debemos ofrecer líquidos como agua fría o, preferiblemente sueros de rehidratación oral o bebidas isotónicas. Por el contrario, si no lo está, debemos iniciar maniobras de reanimación cardiopulmonar básicas (RCP) y avisar al 112 para atender esta emergencia lo antes posible. En última instancia, es muy importante que, ante cualquier signo de golpe de calor, acudamos a un especialista que valore la situación y examine al paciente, aunque este se recupere con las primeras medidas de auxilio.