Habrá que hablar de la adherencia al tratamiento, esa manera de cumplir con perseverancia y mucha constancia para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Porque la falta de adherencia disminuye la eficacia del medicamento y puede provocar la aparición de efectos secundarios, lo que se traduce casi siempre en alteraciones y contratiempos clínicos innecesarios.
Los pacientes deben involucrarse en su enfermedad y formar parte activa de las decisiones que se adoptan en esa sacro-santa relación médico-paciente. Porque el enfermo es el que mejor puede ayudar a ajustar sus necesidades y su forma de vivir a la indicación terapéutica.
Precisamente las asociaciones deben contribuir en favorecer un mayor conocimiento de las patologías y de los detalles de cada enfermedad para concienciar a los afectados de la importancia terapéutica de los fármacos.
A pesar de todas estas cuestiones más del 50 por ciento de las personas con una enfermedad crónica no cumple el tratamiento. Para centrarnos de manera precisa en este asunto quiero recordar que la Organización Mundial de la Salud define la adherencia a un tratamiento como el cumplimiento del mismo; es decir, tomar la medicación de acuerdo con la dosificación y el programa prescrito; y la persistencia, tomar la medicación a lo largo del tiempo del tratamiento indicado.
Puestas así las cosas quisiera dejar claro que las consecuencias de la falta de adherencia pasan por un peor control de la enfermedad, pues se generan mayores probabilidades de recaídas y agravamientos y se empeora la calidad de vida de las personas. Por supuesto que pueden inducir a nocivos efectos secundarios innecesarios e incluso intoxicaciones. Pero más aún, y esta es una cuestión muy delicada, se incrementan los gastos socio-sanitarios y se pierden recursos esenciales para el sistema. Todos los agentes del sistema sanitario estamos implicados en este problema en el que el paciente también debe mojarse. Unos porque tienen miedo a los posibles efectos adversos, otros porque tienen dificultad para entender las pautas del médico, muchos por desconocimiento de la enfermedad y un buen número porque tiene bajas expectativas de mejora. Así pues, los olvidos, las equivocaciones y las repeticiones de dosis se cuentan entre los errores más frecuentes.
Por todo eso me ha parecido muy oportuno que en Santander tuviera lugar el Encuentro de la Industria Farmacéutica Española y los factores que pueden ayudar a mejorar la adherencia a los tratamientos. Se viene barruntando hace tiempo este asunto que constituye el despilfarro más inhumano, pues no sólo impide el control de las enfermedades sino que genera una mayor probabilidad de recaídas y agravamientos.
Ha sido oportuno que entre los presentes figuren los responsables al más alto nivel como es el caso de los presidentes de los Consejos de Farmacia, Medicina y Enfermería. Este es el caso de Jesús Aguilar, Rodríguez Sendín y Máximo González Jurado que junto al Director General y Presidente de Farmaindustria, Humberto Arnés y Antoni Esteve han completado el círculo implicado en este grave problema sanitario.
Sólo el 49,9% de los pacientes crónicos españoles cumplen correctamente con el tratamiento médico prescrito. Así se desprende de una encuesta realizada por el gabinete Sociología y Comunicación para Farmaindustria sobre la adherencia terapéutica en España a una muestra aleatoria y representativa de 1.400 pacientes crónicos, en la que están representados los distintos grupos de edad, patologías, sexos, zonas geográficas, niveles de formación y otras variables, que permite disponer de datos rigurosos sobre la adherencia a los tratamientos en España. Seguro.