La misionera, de 51 años y natural de Barcelona, vivía desde hace varios años en el país caribeño, donde estaba dedicada a trabajar con personas pobres.
Sola Matas recibió al menos dos disparos y una fuente de la Policía dijo a la radio haitiana que en un primer momento presumen que el móvil del crimen fue el robo, ya que los atacantes se llevaron el bolso y otras pertenencias de la víctima.
Las informaciones radiales aseguran que la monja era muy activa entre los sectores más humildes de Puerto Príncipe, con quienes prácticamente convivía a diario, sobre todo después del terremoto que devastó la capital y otras zonas de Haití en enero de 2010.