Los detenidos en Ceuta -un hombre nacido en 1982- y en Altea -nacido en 1978- y los arrestados en Tetuán y Castillejos, integraban dos células yihadistas que actuaban de forma coordinada y en colaboración directa con la organización terrorista Dáesh, según un comunicado del Ministerio del Interior.
Los cuatro arrestados tenían alto nivel de radicalización y compromiso con el Dáesh, añade Interior, y se dedicaban al adoctrinamiento y envío de nuevos yihadistas a las filas de la organización terrorista, para lo que recibían instrucciones, apoyo logístico y material propagandístico de una unidad ("katiba") radicada en zona sirio-iraquí.
Según los investigadores, los dos detenidos en España habían jurado lealtad a Dáesh y mantenían comunicación directa, constante y fluida con reclutadores y dirigentes de la organización terrorista.
La operación ha sido desarrollada por agentes de la Policía Nacional y de la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST) de Marruecos, en colaboración con el Centro Nacional de Inteligencia.
Las investigaciones, iniciadas en 2014, constataron que dos individuos que habían residido en España se habían integrado en una "katiba" adscrita a Daesh en zona sirio-iraquí.
Desde allí se dirigía la estructura ahora neutralizada, las dos células ubicadas entre España y Marruecos e integradas por los cuatro detenidos, que habían creado un entramado muy radicalizado y comprometido con los postulados del Estado Islámico.
La célula marroquí realizaba el adoctrinamiento para cohesionar la estructura frente a cualquier contingencia externa, mientras que la localizada en España era la encargada de seleccionar y capar nuevos integrantes para enviar a la zona de conflicto sirio-iraquí.
Los integrantes de la "katiba" en Siria conectaban las dos células terroristas con el Dáesh, las dirigían con instrucciones concretas de funcionamiento y proporcionaban el material propagandístico terrorista para su difusión.
Según los investigadores, ambas células se mantenían cohesionadas con frecuentes viajes a España y Marruecos para determinar líneas de actuación y apoyo logístico mutuo.
La peligrosidad de los detenidos, añade Interior, radicaba no sólo en su capacidad de adoctrinamiento, radicalización y captación de adeptos para la Yihad, "sino a su predisposición a pasar al siguiente estadio y desplazarse a la zona de conflicto para convertirse en mártires o perpetrar algún tipo de ataque terrorista en su país de origen o de residencia".
Los activistas utilizaban las redes sociales para el intercambio y difusión de mensajes, donde, además de publicitar y ensalzar el ideario yihadista, "realizaban llamamientos a todos los musulmanes, incitándoles a hacer la Yihad y alzarse con armas" para seguir la proclama de Dáesh: "luchar contra los infieles allá donde se encuentren".
Los dos detenidos en España habían jurado lealtad al Estado Islámico y mantenían comunicación directa con reclutadores y dirigentes de la organización terrorista.
Uno de ellos centraba su actividad en adoctrinar y radicalizar seguidores para la Yihad y el otro actuaba como líder carismático virtual, "considerado un "sheik" (director espiritual) por sus discípulos, lo que le convertía en una peligrosa arma de convicción y captación".
Los arrestados adoptaban fuertes medidas de seguridad en sus desplazamientos y comunicaciones telefónicas para evitar que sus actividades fueran detectadas.
La desarticulación de estas dos células terroristas, en Marruecos y España, evidencia, según Interior, la determinación de DAESH de desestabilizar la seguridad de todos aquellos países considerados un freno para su expansión, diseminando en su territorio combatientes nacionales y extranjeros instruidos para acometer actos terroristas.
Esta operación, que continúa abierta, y refleja la colaboración entre España y Marruecos frente al terrorismo yihadista, se ha llevado a cabo bajo la supervisión del Juzgado Central de Instrucción número seis y coordinación de la Fiscalía de la Audiencia Nacional.