Hoy venía pensando en… como el Valencia deja una marca inolvidable a todo el que pasa por él.
Esta semana hemos tenido dos pruebas de ello. Por un lado el cariñoso mensaje de despedida de Mamardashvili a través de sus redes sociales. El georgiano no ha escatimado en elogios para el Valencia y para su afición. El segundo el de Sadiq.
El delantero, pese a pertenecer a la Real Sociedad y habar acabado su cesión con el Valencia, sigue poniéndose la camiseta del Valencia en Nigeria. Ha sido en un partido benéfico en su país. Y no cabe ninguna duda que no olvida su paso por el club valencianista pese a haber estado solo seis meses en el equipo.
Es normal. Quizá los que somos de aquí o los que como yo llevan yendo a Mestalla más de 40 años no nos demos cuenta de la grandeza y de todo lo que significa el Valencia. Estamos más que acostumbrados a vivir cada domingo ese espectacular ambiente en Mestalla que casi ni le damos el verdadero valor que debería tener. Por eso es normal que quien lo pisa por primera vez o vive en primera persona su poder y su magia, alucine. Por mucho que alguno desde Singapur se haya empeñado en hacernos más y más pequeños nunca podrá con la grandeza de este histórico club fundado en 1919.
Muchos son los futbolistas que no se quieren marchar, muchos los que quieren volver y otros tantos los que quieren estar pese a las dificultades de estos últimos años. Eso es lo que nunca ha entendido Lim. Y os digo una cosa, teniendo el 92% de las acciones l ha tenido… a huevo… para experimentar esa misma sensación. A poquito que hubiera hecho bien las cosas o hubiera sentido algo de cariño por este equipo, le hubiera sido devuelto multiplicado por infinito. Como se ha hecho con esos futbolistas que se dejaron la piel por este escudo. El problema… que nunca quiso… ni querrá…
