Hoy con Leleman venía pensando en… los 8 años de la firma de la venta del Valencia a Peter Lim.
Ocho años en los que no se ha cumplido casi ni uno de los supuestos compromisos que cacareaba a los cuatro vientos el entonces presidente de la fundación Aurelio Martínez. Aquel al que se premió con la Insignia de Oro y Brillantes del club por el dudoso mérito de vender el Valencia al empresario de Singapur.
Dijo sin rubor que al tercer año la deuda del Valencia sería de 28 millones de euros. Hoy, ocho años después supera los 350 millones de euros. Dijo que era la mayor transacción del fútbol mundial y a día de hoy lleva camino de convertirse en el mayor fiasco del fútbol mundial. Dijo que no hacía ampliación de capital porque era la oferta más respetuosa con el accionista minoritario. Hoy lleva dos, ha pasado del 70 al 90% de las acciones y obliga a tener 3.598 acciones para poder asistir a la Junta.
Por no hablar de lo del campo. Aún recuerdo aquel teatro que montó Amadeo Salvo con Peter Lim, casco puesto, paseando por las obras del Nuevo Mestalla. Como si aquello probara su intención real de acabarlo. Nada más lejos de la realidad. Dijo Aurelio que estaría para el año del Centenario, han pasado dos, y que vendería las parcelas por un mínimo de 150 millones y sino los pondría el propio Lim. Ni una acertó Aurelio. Todo mentiras y más mentiras.
Aún habrá quien piense que tanto a él como a Amadeo les engañaron como a chinos. ¿De verdad? ¿De verdad al actual Presidente del Puerto y a un tío tan preparado e inteligente como Salvo les engañaron? No, a quienes engañaron fueron a muchos valencianistas que creyeron en esos compromisos escritos con tinta china y que jamás, jamás y jamás tuvo intención de cumplir…
