Hoy con Leleman venia pensando en… la traquilidad que da una victoria como la del domingo en Balaídos. Necesaria, muy necesaria.
Necesaria para que el Valencia saliera de esa dinámica negativa y necesaria para volver a mirar hacia arriba, hacia europa. Los futbolistas lo sabían y fueron capaces de remontar un partido que se les había puesto cuesta arriba con el gol de Aspas. Y Maxi se reencontró con el gol.
Solo había que ver las caras de felicidad de Hugo Duro o Gayá al finalizar el encuentro… o la de Piccini que volvió a ser titular dos años después tras haber pasado un verdadero calvario con las lesiones. El italiano mostraba en redes sociales su felicidad poco tiempo después al afirmar “más de dos años de oscuridad con pocos rayos de luz. Hasta hoy, de nuevo en Vigo y con una importante victoria. Feliz” Feliz como todos los valencianistas.
Por eso me gustaría detener mi mirada en esas caras al acabar el partido. En las de Gayá y Hugo Duro. Esas caras y esos gestos me representan. El primero sigue demostrando día a día que es el mejor lateral zurdo de España y que está más que comprometido con su Valencia. El segundo… el segundo me tiene enamorado, lo reconozco… es una de las sorpresas más agradables de la temporada… cuando llegó todos nos acordamos de aquel “tocó en Hugo Duro” y pocos o ninguno pensamos, más allá de esa anécdota, en lo que podía aportar. En poco tiempo se ha demostrado su nivel de compromiso, se ha ganado ser un fijo en el once y su rendimiento está siendo brillante.
Tal vez por eso ver sonreír a Hugo Duro tras una victoria me mola. Me mola mucho. Porque es el reflejo del sentir del valencianista. Y porque a tipos como él nos gusta verle sonreír porque eso significa que le están yendo bien las cosas…