El escritor y periodista Javier Sierra ha revelado en Más de Uno Ibiza y Formentera una noticia tan insólita como simbólica: la Unión Astronómica Internacional ha aprobado que el asteroide 55866 pase a denominarse oficialmente “Javier Sierra”, como tributo a su trayectoria.
El autor, ganador del Premio Planeta 2017 y uno de los novelistas españoles con mayor proyección internacional, explicó que recibió la noticia en Palma de Mallorca al término de una presentación de su última novela, El plan maestro, cuando astrónomos del Observatorio de Mallorca se acercaron con un certificado oficial.
“Para mí fue un momento de shock… no tenía ni idea de que existían esas gestiones”, confesó Sierra, que también relató cómo acudió inmediatamente a verificarlo en los catálogos oficiales: “Fui corriendo al catálogo del JPL… y sí que está”.
Un certificado, un mapa orbital… y la foto pendiente
Sierra detalló que el homenaje se formalizó con un documento plastificado, además de un mapa orbital con las coordenadas celestes para poder seguir el objeto, de unos dos kilómetros de envergadura. Eso sí, todavía queda un detalle por completar: la imagen del asteroide.
“Lo siguiente que les pedí fue si tenían una foto… pero todavía no me la han enviado”, explicó, apuntando la dificultad de “singularizar” un objeto tan pequeño entre miles de cuerpos en observación.
“Da para un relato”: el guiño a su hijo, futuro astronauta
El autor también conectó el gesto astronómico con su propia vida familiar y su pasión por la exploración espacial: su hijo mayor estudia ingeniería aeroespacial en Estados Unidos y sueña con convertirse en astronauta.
“Fantaseo con que a lo mejor mi hijo… pueda dirigir una nave al asteroide de su padre. Da para un relato, desde luego”, señaló.
El cometa “3I/Atlas” y la “anticola” que intriga
Durante la entrevista, Sierra se refirió también al cometa “3I/Atlas”, que está generando debate por un comportamiento poco habitual: la presencia de una “anticola” —una emisión visible orientada hacia delante— que, según explicó, sigue manteniéndose incluso en el momento de mayor cercanía.
“Sigue maravillando el hecho de que tenga una anticola… eso hasta ahora no lo habíamos visto”, indicó, aunque matizó con claridad que no hay evidencia científica para sostener interpretaciones extraordinarias: “De ahí a decir que se trata de un objeto tecnológico… es un salto muy grande”.
“Vivimos en una roca cósmica pequeñísima”: ciencia, asombro y curiosidad
En el tramo final, el escritor reivindicó la mirada de asombro como motor del conocimiento, recordando que cuanto más se afina la observación tecnológica, más evidente es lo que queda por descubrir.
“Ese asombro, esa mirada de niño… es lo que pone en marcha la gran energía del ser humano: la curiosidad”, concluyó.
