Adrián Martín trabaja en la panadería familiar. En La Tahona de María, del centro de Candás, la actividad empieza normalmente a eso de las 6 de la mañana. El despertador suena a las 5 o 5.30, aunque en las épocas de mayor trabajo puede llegar a sonar una hora antes. Sus 22 años le ayudan a llevar bien los madrugones. De hecho, nos cuenta, levantarse tan temprano le permite aprovechar mucho más los días porque al filo de las 13.30h suele acabar su jornada. Es la gran ventaja de empezar las jornadas tan pronto, aunque hasta que no empezó en esto tampoco se daba cuenta. Nunca pensó que acabaría trabajando en la panadería, pero ahora le gusta mucho. La clave para disfrutar es organizarse bien, aunque se limitan las distracciones por el horario laboral.
Adrián nos explica que las cosas han cambiado mucho. En tiempos de su abuelo, que abrió la panadería, los panaderos entraban a medianoche para empezar a preparar las masas. Hoy en día ese trabajo se deja en buena parte en manos de las máquinas. Aun así, reconoce, cuando empiezan su jornada tienen que realizar el trabajo más importante del día y no es sencillo cuando estás aún despertando.
Para una panadería artesanal saben que no todo el mundo reconoce el esfuerzo. El precio no es el mismo para una barra de pan que te llega congelada y de pan tiene poco que una barra artesana. Y no todo el mundo lo tiene en cuenta.