Los donostiarras, tres veranos después de su última participación en Europa, salieron desatados desde el pitido inicial, con ganas de agradar a su afición y con el juego y eficacia que exhibe desde en este inicio de temporada.
Dos llegadas en los cinco primeros minutos, fueron el preludio del buen fútbol que se vivió en Anoeta durante una primera mitad dominada a placer por los donostiarras, ante un romo Rosenborg que fía sus opciones en esta fase sobre todo a sus partidos de casa.
El primer gol llegó en el minuto 8 tras un zurdazo marca de la casa de Asier Illarramendi, André Hansen sólo pudo repeler el obús y ahí esperaba el exmadridista Diego Llorente para empujar al fondo de la red.
El aficionado blanquiazul celebraba el tanto que allanaba el triunfo cuando llegó el segundo: pase maestro de Xabi Prieto y remate con todo de David Zurutuza para desatar la euforia en las gradas del estadio donostiarra.
No levantaron el pie del acelerador
La Real no levantó el pie del acelerador a pesar de que el domingo le visita el Real Madrid, el resultado era cómodo, el control de juego era suyo pero el respeto reverencial que mostraba el Rosenborg animaba a los vascos a seguir buscando más.
Las combinaciones de peligro eran una constante, los noruegos sólo esperaban el descanso previendo que el marcador podía ser más adverso, algo que pudo ocurrir si Willian José hubiera elevado a gol un cabezazo tras servicio de Carlos Vela.
El tercero llegó tras otra maravilla del capitán Xabi Prieto, que vio solo a Willian José y le envió un gran centro que el central del Rosenborg, Skjelvik, introdujo en su propia portería sin darle opción al brasileño a rematar el balón.
La segunda parte templó los ánimos locales que se dedicaron a controlar a los noruegos sin hacer más sangre, y Rosenborg disfrutó de algunas ocasiones para marcar, como la que tuvo Tronsdsen iniciado el período.
Adegbenro, en un disparo intencionado magistralmente detenido por Rulli, despertó a los donostiarras, que en el tramo final intensificaron su dominio y recogieron un nuevo fruto con el bello gol de cabeza de Diego Llorente, que cerraba una gran noche particular y colectiva.