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Madrid | 24.01.2013 21:50
Ni la baja de Falcao supuso demasiado contratiempo para el Atlético de Madrid, que selló su pase a las semifinales de la Copa del Rey con un partido práctico en el Benito Villamarín. Primero frenaron a un inoperante Betis en ataque y luego Diego Costa aprovechó el regalo de Amaya y Casto para cerrar cualquier margen para la remontada verdiblanca.
Los de Simeone caminan hacia una gran temporada. La primera final está a un paso. El Sevilla será el último escollo para poder disputar el primer título del año. Segundos en Liga y con la Europa League en la recámara, el Atlético parece no renunciar a nada.
El Benito Villamarín se presentaba como una dura prueba para el conjunto rojiblanco, que solventó el partido con extrema facilidad. El Betis se adueñó del balón, obligado por el resultado de la ida y el escenario, pero para nada tradujo esa posesión en ocasiones.
Godín y Miranda cortaron cualquier ocasion. Mención al margen para Manquillo. El chaval sigue gozando de la confianza de Simeone ante la ausencia de Juanfran y responde como un veterano. Defiende y se atreve a subir por su banda. Un proyecto de buen jugador.
Los de Simeone dejaban pasar los minutos conscientes de las urgencias del Betis. Al borde del descanso se produjo el accidente, un siniestro total para el equipo de Pep Mel. Casto y Adrián fueron a cortar un balón en largo de Miranda, que si tuya que si mía y nadie despeja... El más listo, Diego Casto, llega por detrás para llevarse el balón y marcar a portería vacía.
El gol fue una losa sobre las esperanzas béticas por su significado y al llegar a un minuto del descanso. Las malas formas con las que se retiraron los jugadores del Betis confirmaron el enorme daño que hizo el gol.
La segunda parte casi sobró. Jorge Molina pudo dar al go de vida a la eliminatoria tras una buena internada de Rubén Castro por la izquierda pero su remate salío pegado al palo derecho de Courtois.
Simeone y Pepe Mel dieron descanso a sus jugadores importantes, señal de que todo estaba decidido. El empate llegó tras un riguroso penalti señalado por el colegiado que no perdonó Jorge Molina.
El Sevilla espera al granítico Atlético de Simeone, un equipo sin fisuras. El rumbo de los rojiblancos sigue impecable camino de otra final.