OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Puigdemont se pasa la antorcha a sí mismo para no apagar la llama del referéndum"

Terminó la fiesta del orgullo LGTB en Madrid, y ya estamos en la víspera del orgullo indepe.

Mañana se ha organizado otra fiesta a sí mismo el presidente de la Generalitat de Cataluña. Que va a dedicar este verano a mantener en el candelero el raca raca del referéndum de octubre. Pasándose la antorcha a sí mismo de un acto a otro para que no se le apague la llama.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 03.07.2017 07:54

Constituido en comité de festejos, el president y su equipo de gobierno celebran mañana otro guateque en el que tiene prometido que terminará de desvelar todas las incógnitas. Como en las películas de suspense: después de tanto darle vuelas al ovillo, amigos espectadores llega, por fin, el desenlace. Puigdemont contará todos los detalles, dicen las crónicas, sobre el referéndum que pretende realizar el primero de octubre. Hombre, viendo cómo se ha conducido este presidente en su año y medio de desempeño cuesta creer que mañana vaya a contarlo todo. No esperen que cuente, por ejemplo, qué hará cuando ningún gobierno europeo —ni uno solo— se tome lo bastante en serio su consulta como para reconocer su resultado.

Los detalles que se supone va a revelar mañana tampoco son, a estas alturas, un gran misterio. No está previsto que diga qué día firmará el decreto y bajo qué fórmula. Y tampoco que permita, por ejemplo, que una comisión de juristas independentistas (no los que escogió a dedo Artur Mas para la cosa aquella del Consejo de la Transición Nacional) establezca la legalidad de lo que él mañana piensa presentar como la base legal de su referéndum. Ya saben que el gobierno independentista está volcado en la tarea de confundir al personal pretendiendo que el Parlamento autonómico puede legislar sobre materias que no le competen, por ejemplo, el referéndum de autodeterminación. Y que, en sea tarea, gusta de distraer al público con el debate irrelevante de si se hace una ley catalana de referéndos o una ley de desconexión que lo incluya. Juegos de sombras para que parezca que hay un debate jurídico al respecto.

Si es mejor hacerlo con la ley de referendos, con la ley de desconexión o con la ley del embudo, que es la única que ha puesto en pie con eficacia el presidente Puigdemont y que consiste en que a él no se le puede decir que "no" porque resulta poco democrático pero él sí puede decirle "no" al Constitucional y al Parlamento español porque él sí es un demócrata.

Lo más entretenido de esta semana va a ser ver cómo demuestra el gobierno independentista esto que tiene prometido a la sociedad: que será neutral en la campaña del referéndum. No vaya a parecer que está trabajando a favor de la independencia, oiga. Seremos neutrales. Qué formidable baile de disfraces.

Puigdemont se hará pasar por Ban Ki Moon,

Junqueras por el Papa Francisco,

la señora Forcadell será la madre Teresa de Calcuta

y Guardiola se disfrazará de Undiano Mallenco.

Todos árbitros. Todos neutrales.

La fecha, desde luego, está bien elegida. Es cuatro de julio, el día de la independencia de los Estados Unidos. Que se celebra, igual era en esto en lo que pensaba Puigdemont al escogerla, con una sucesión muy vistosa de fuegos de artificio.

Y entretanto, Esquerra sigue subiendo en las encuestas. Chupando voto de Convergencia y también a la CUP. El sondeo que hoy publica La Vanguardia y en el que se pregunta a quién votará el encuestado en las próximas elecciones autonómicas (ni constituyentes ni plebiscitarias ni gaitas, autonómicas) revela que el bloque independentista mantendría la mayoría absoluta de que hoy dispone (el rodillo) pero con un reparto del peso de cada uno de los socios bastante distinto. La CUP pierde la mitad de sus diputados, el PdeCAT empata a 23 con Ciudadanos y Esquerra se merienda el grueso del voto indepecon 43 diputados.

Salta a la vista por qué Junqueras no tiene el menor deseo de volverse a encamar con los convergentes en una misma lista electoral. Tuvo que tragar con la criatura de Artur Mas hace dos años pero no tiene por qué tragar —y no va a tragar— ahora. Cada uno por su lado y Esquerra a recoger la siembra con una espléndida cosecha. Si después de eso aparcará a su socio de estos años para buscar nueva pareja en Ada Colau está por ver. Tampoco es que el partido de la alcaldesa obtenga un resultado estratosférico: doce escaños de un parlamento de 135. Los mismos que el sondeo le atribuye al PP, y que son cinco menos que el PSC y once menos que Ciudadanos. Para aspirar a ser un actor tan principal en la vida política catalana, le faltan votos a los colaus. Decenas de miles de votos.

Hoy dice la alcaldesa en El Periódico, desmarcándose del bloque independentista, que "tirar millas con el referéndum no es eficaz". Obsérvese que su motivo, o su argumento, no es de la legalidad o el respeto a la voluntad mayoritaria de los españoles (catalanes incluidos) para decidir sobre aquello que les afecta, sino el argumento, o móvil, de la eficacia. No le parece eficaz una consulta tal como la está planteando el tándem Junqueras-Puigdemont porque no servirá para cumplir con el objetivo que se persigue: que el resultado tenga reconocimiento internacional. Colau, que participó en la consulta de cartón del 9-N aun sabiendo que tenía tan pocas garantías como ésta, y que votó sí a la independencia (sí si)pero ahora dice que lo hizo para votar contra el inmovilismo del PP (reescribamos la historia) alega ahora falta de eficacia para meter distancia y quedarse fuera de la melé indepe.

Fuera tienes vida propia. Dentro pasar a ser uno más. Salvo que te llames Oriol, y le sigas chupando el voto a tus colegas.