dímelo bien

Judith González: "A nivel ortográfico, becario y presidente son la misma cosa"

La filóloga de 'Por fin no es lunes' ha repasado con Jaime Cantizano algunas de las razones por las que, habitualmente, nos confundimos con el uso de las letras mayúsculas

ondacero.es

Madrid | 12.11.2022 12:56

Judith González, la filóloga de cabecera de 'Por fin no es lunes' nos ha hablado hoy de mayúsculas y minúsculas.

Si pudiéramos hacer una encuesta rápida entre los hablantes de nuestra lengua y preguntarles algo como «¿cuándo se utilizan las mayúsculas en español?», la mayoría no lo dudaría mucho y rápidamente obtendríamos dos respuestas mayoritarias. Una, «se escriben con mayúsculas los nombres propios» y, dos, «se escribe mayúscula después de un punto». Es decir, respuestas con las que parece que la cuestión se tiene clara y que no hay que buscarle tres pies al gato…

Pero si esto fuera así, la Ortografía académica no le dedicaría casi 80 páginas a las mayúsculas. Un capítulo entero que llega a tener subdivisiones internas como 4. 2. 4. 8. 12. 2. (Premios y condecoraciones, objeto material y persona premiada). Por resumirlas, en efecto, los nombres propios se escriben con mayúscula inicial, pero que (y aquí tal vez viene la novedad para algunos) hay muchos menos nombres propios de los que creemos.

Me encuentro con muchos textos en los que, por ejemplo, palabras como universo, sistema solar o estrella polar aparecen escritas con sus letras iniciales en mayúscula y esto no es correcto. Estas denominaciones no son nombres propios, son palabras comunes, descriptivas. El hecho de que un término sirva para aludir a un referente único, como el universo, no lo convierte en un nombre propio. Así lo explica la Ortografía académica.

Tampoco son nombres propios los días de la semana ni los meses, por más que inequívocamente la palabra noviembre designe siempre al undécimo mes del año. Que una voz solo tenga un significado, una sola acepción en el diccionario, hace de ella una palabra monosémica, pero no la convierte en un nombre propio. De hecho, los nombres propios ni siquiera suelen figurar en el Diccionario. Hay excepciones, claro, y hay palabras que se recogen como comunes y que, en alguna acepción, se escriben con mayúscula inicial, pero cuando eso sucede el diccionario lo avisa.

Gobierno, por ejemplo, es un sustantivo común, descriptivo en la mayoría de sus acepciones, pero con un significado en el que se emplea como nombre propio. Pasa también con otras, por ejemplo, Estado.

Otra clave, en parte derivada de la anterior, es que las mayúsculas señalan que algo es un nombre propio, pero no sirven, su función ortográfica no es, como lo diría yo, delimitar conceptos y esto tendemos a hacerlo mucho al escribir. Usamos una expresión como inteligencia artificial, así como concepto general, o hablamos de que algo se utiliza «en el ámbito del derecho» y es muy común encontrar inteligencia artificial y derecho escritas con sus iniciales en mayúsculas.

Tendemos a escribirlas con caja alta, sobre todo, todo sea dicho, cuando nosotros nos dedicamos a esos campos; pero las ramas del conocimiento, las parcelas del saber (derecho, medicina, química, etc.) son nombres comunes, descriptivos, igual que las disciplinas científicas. Solo en aquellos casos en los que los empleamos como el nombre propio de una asignatura, de un plan de estudios reglado, se escriben con mayúscula inicial.

Por tanto, si yo fuera Licenciada en Derecho, que no lo soy, escribiría Derecho con mayúscula en esa frase; pero si escribo algo como «en Derecho se entiende que…», derecho se escribe con inicial minúscula e igual para cualquier disciplina. Sutilezas, pero es que con las mayúsculas siempre hay que estar atento.

Igual que este tipo de letra no delimita conceptos tampoco tiene entre sus funciones ortográficas la de señalar la importancia de algo. Ya sé que cuando queremos destacar lo que decimos lo ponemos en mayúsculas y con veinte admiraciones, pero no voy a eso, voy a los usos que en rigor tienen las mayúsculas en un texto bien escrito, no es una conversación de Whatsapp.

Entonces, para darle a importancia a algo está la tipografía, los pesos de las letras; pero no las mayúsculas, que además se leen bastante peor. Hablando un día con don Gregorio Salvador, académico y catedrático de Lengua Española, acabamos casi por bautizar a esto como las mayúsculas del «querida, mamá», porque don Gregorio decía que tendemos a escribir mamá con mayúscula cuando escribimos a nuestra madre porque es nuestra madre, para darle importancia, como un gesto o una deferencia. Bien, no vengo yo a mentar a la madre de nadie, pero pero, ortográficamente, esto de la importancia no es un criterio que se sostenga…

Es un especie de mayúscula de respeto, de cortesía, que, aunque puede ser admisible en determinados contextos, lo cierto es que abusamos de ella (es el mismo caso del derecho, cuando el que habla es jurista). Al escribir lo que debe prevalecer son los criterios ortográficos, que son los que regulan la escritura.

Presidente y becario se escriben igual

Otro caso similar, a caballo entre creer que algo es un nombre propio y querer darle importancia a las cosas, son los cargos. La Ortografía académica es clarísima a este respecto, cito: «Los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango (ya sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados) deben escribirse con minúscula inicial por su condición de nombres comunes». ¿Qué sucede, sin embargo, con esto? Que escribimos al presidente de nuestra empresa, que es nuestro jefe, y a ver quién es el listo que pone presidente en minúscula. Volvemos a mezclar la importancia de alguien o algo con la ortografía de una palabra.

Entonces, un truco, para evaluar esto en términos estrictamente lingüísticos vamos coger otro cargo, que igualmente designe un puesto civil público o privado, pero que tenga menos fuste: ¿Escribiríamos «becario» con inicial mayúscula? Presidente y becario son, a nivel ortográfico, el mismo tipo de palabra, dos cargos, términos que designan un empleo.

Más allá de la gracia, que espero nos ayude a recordarlo, pensar así nos permite quitarle hierro a la palabras y evaluarlas desde un criterio lingüístico. Si escribimos monaguillo con minúscula, no deberíamos escribir papa con mayúscula.

Por resumir: cuando dudéis, tratad de establecer estos paralelismos (si no sé como se escribe el nombre de un estadio voy a pensar cómo escribo el nombre de una catedral, si no sé cómo se escribe 'Dora, la Exploradora' voy a pensar cómo escribo 'Felipe, el Hermoso').

Recordad siempre que lo normal es escribir con minúscula inicial y cada vez que empleemos una mayúscula tenemos que justificarla, encontrar un motivo ortográfico en aplicación del cual debamos emplearla.