Esta semana, a la filóloga de Por fin no es lunes, Judith González, le ha llamado la atención un titular: “Las gallinas le ponen nombre a los humanos que viven cerca”. Un titular que a Judith le ha hecho reflexionar sobre la forma de comunicarse de los animales en su sección Dímelo Bien.
Judith confiesa que siempre ha pensado que a los animales “solo les falta hablar”, pero nunca se había detenido a considerar seriamente que los animales pudieran llegar a tener una forma incluso de identificarnos a nosotros de manera individual. Por suerte Eva Meijer, una filósofa experta en estos temas, sí que se lo ha planteado, de hecho, lo que ella postula en sus estudios es que para que los animales tengan un lenguaje no necesitan aprender nada nuevo, lo único que hace falta es que nosotros empecemos a darnos cuenta de que su lenguaje ya está ahí.
Entonces, ¿llevamos una vida entera enseñándoles a los perros a reconocer la palabra pelota y ellos ya tienen otra manera de referirse a ella o cómo funciona esto? En experimentos variados o simplemente con la perseverancia de algunos cuidadores numerosas especies han conseguido entender palabras, expresiones o pequeñas frases del lenguaje humano. Otras especies son capaces incluso de articular palabras casi como lo haríamos nosotros. Todos hemos oído hablar a algún loro, pero también hay casos de mamíferos como murciélagos, elefantes, focas y ballenas que han aprendido a producir sonidos nuevos.
Sin embargo, la tesis de esta filósofa no va por ahí. No se trata, para ella, de que los animales aprendan los rudimentos de nuestro lenguaje, ni de que reconozcan o articulen palabras; sino de que seamos nosotros quienes aprendamos a reconocer el lenguaje propio que las distintas especies de animales ya emplean entre ellas. Para esto tenemos que abrir la mente, agudizar todos nuestros sentidos y aprender a ver más allá de lo que tradicionalmente consideramos que es lenguaje, para reconocer otras formas de comunicación significativa.
¿Cómo se comunican las ballenas o los calamares?
Las ballenas cantan, al parecer se cantan canciones de amor, pero no es solo que canten es que se transmiten sus cantos de generación en generación y tienen variedades que casi podríamos considerar dialectales. Los delfines se llaman unos a otros, casi como nosotros nos llamamos por nuestros nombres o apelativos, los albatros crean una comunicación mediante el baile con su pareja y, como son aves monógamas, la desarrollan a lo largo de su vida. Los calamares cambian el color de su piel para indicar determinados estados y algunos investigadores están descifrando ahí una suerte de gramática. Digamos que cada especie ya tiene su propio lenguaje, pero nosotros los desdeñamos solo porque no son como el nuestro.
Diccionario en mano, nosotros no reconocemos más habla que la nuestra y lo más que hacemos es identificar los sonidos, en el mejor de los casos las voces, que emiten los animales. "Los animales hablar no hablaran, pero tampoco callan", dice Judith González en Por fin no es lunes.
La gallina cloquea. Según la RAE esto es ‘hacer cloc cloc’ y la gallina y el gallo, caceran, lo que se define como “dar voces”. Los patos dan graznidos y dar graznidos es parpar. Trisar es lo que hacen las golondrinas, y algún que otro pájaro más, y se define como ‘cantar o chirriar’. Precisamente “chirriar” es lo que hacen los pájaros que ‘no cantan con armonía’. Las cigüeñas crotoran, es decir, ‘producen un ruido peculiar con su pico’. Y luego están los cuervos y los grajos que urajean, que simplemente se define como ‘dar su voz’.
Según el diccionario, la voz del asno es el rebuzno, y además de rebuznar, los burros roznan, que es un sinónimo. Las reses vacunas dan mugidos, mugen; pero cuidado que, si la vaca está llamando a su cría, remudia. La voz del toro (también la del ciervo) es el bramido, y en general, se dice que “ciertos animales” berrean (vaya, que ‘dan berridos’). Los caballos relinchan, el Diccionario dice que esto es ‘emitir con fuerza su voz’, y bufan cuando, además, ‘lo hacen con ira o furor’. El elefante barrita, porque barritar es el verbo que se usa para ellos. Los gatos maúllan, mayan, mían o ronronean y los perros, los perros son uno de los animales que más sonidos emiten, ladrido, gemido, gañido, aullido, gruñido, etc.
¿Estas formas de comunicación de los animales podrían considerarse un lenguaje?
Esa es la gran pregunta. Ya desde su propia definición el lenguaje es solo algo nuestro, por lenguaje entendemos ‘la facultad del ser humano de expresarse y comunicarse’. Más allá de esto, siglos y siglos de pensadores han tomado el lenguaje como la piedra de toque con la que se mide la inteligencia; por lo que si el lenguaje es torpe, rápida y automáticamente, la inteligencia ha sido considerada nula.
Si hoy nuestros científicos descubren una gramática (una forma de organizar y combinar elementos para darles un sentido) en los dibujos que un pez hace en la arena, en los cambios en el color de su piel, o en los cantos que suenan en el océano, "pues yo, francamente, brindaría por ello", dice Judith González.