OPINIÓN

VÍDEO del monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 20/09/2018

Contra El País no parece que vaya a presentar demanda alguna el presidente Sánchez.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 20.09.2018 08:12

El País no ha acusado de plagio al presidente por su tesis doctoral pero sí le ha pasado el turnitin al libro que, como explicó Sánchez, se basa en su tesis y amplía algunos aspectos. El libro que escribió (o al menos firmó) a medias con Carlos Ocaña. Y la conclusión a la que llega el diario es que Sánchez y Ocaña metieron en su libro párrafos enteros de una conferencia que dio un diplomático en la Universidad Camilo José Cela, de un discurso del ministro Sebastián en el Parlamento, de un informe del ministerio de Economía y de un comunicado de prensa de la Moncloa todo sin citar ni la fuente ni la autoría ni nada. El corta y pega es tan evidente que se repiten en el libro erratas de los textos originales.

Si usted, o Sánchez, pensaba que el asunto de su pericia académica era, como pretendía la Moncloa, caso cerrado, abandone toda esperanza porque entre eso y la comparecencia que va a tener que realizar en el Senado, el caso continúa.

Hasta ahora se había escrutado la tesis doctoral. Ahora se escruta el libro.

Que en sí mismo es una anomalía (o al menos, una cosa inusual) porque sacar un libro basado en una tesis doctoral que resulta que tiene dos autores cuando la tesis tenía sólo uno es raro raro raro. Si el libro, como dijo Sánchez, es la versión generalista de su tesis, lo suyo es que lo firme él, no que lo firme él más Carlos Ocaña.

A esta primera circunstancia, que dio pie ya en su día a que sospechara de Ocaña como el verdadero muñidor de la tesis, para entendernos, el negro, se añade ahora esto de reproducir pasajes enteros de una conferencia de otro señor. El señor en cuestión era Manuel Cacho, diplomático, al que la Camilo José Cela invitó a dar una charla en febrero de 2013. En efecto, él ofreció su conferencia y la universidad lo que hizo fue transcribirla. Y es ésa transcripción, con errata incluida, la que aparece textual en el libro de Sánchez & Ocaña pero como si fuera cosa de ellos dos. Según El País, la Moncloa ha dicho que fue un error involuntario.

¿Problema para el presidente? Que en su tesis también se ha encontrado la reproducción, sin cita, de un discurso de Miguel Sebastián de 2011 del que tampoco existe constancia escrita pero sí audiovisual. Ésta revelación que hizo el periodista Mathew Bennet después de localizar el vídeo con el discurso y comprobar que coincidía con pasajes de la tesis. O traducido, que en la tesis hay párrafos que no son del autor pero que el programa antiplagios no puede detectar porque no están copiados de un texto archivado en ningún sitio.

¿Problema para el presidente? Que empieza a parecer un hábito esto de agarrar conferencias o discursos, trocearlos y apropiárselos como si fueran del autor. O de los autores. Sánchez & Ocaña. Y que aunque El País se cuidó anoche de no emplear la palabra plagio en su información, atribuirlo como hace la Moncloa a un error involuntario no parece que vaya a servir para archivar el caso.

La pregunta sigue abierta, y ahora más: si el libro es la tesis de Sánchez más algunas aportaciones que ahora resulta que no eran originales, ¿por qué habría de firmar nada Carlos Ocaña? ¿Qué méritos reunía el coautor para tener el privilegio de firmar un libro junto al cum laude?

Bienvenida sea una ministra que baja a la letra pequeña de la vida cotidiana.

Le habríamos agradecido un poco más de precisión en las medidas que anunció ayer, pero al menos esta vez parece que no habrá ni bamboleos ni rectificaciones. He aquí una ministra que quita un impuesto —perdón, lo suspende— porque tiene claro que el impuesto será muy goloso para Hacienda pero es una carga para el consumidor del servicio eléctrico. Y he aquí una ministra que asume que si a veinte días de que termine el plazo para que los consumidores con menos recursos renueven su bono social no ha presentado los formularios ni la cuarta parte de los posibles beneficiarios es que hay un problema de información, o de burocracia, o de lo que sea, al que su ministerio está obligado a dar una solución.

Cuanta más claridad, y menos confusión, transmita cada miembro del gobierno mucho mejor para el gobierno y para la salud mental de los gobernados.

Teresa Ribera, ministra de lo que antes llamábamos Energía y ahora Transición Ecológica, ha encontrado una tecla que tocar para que la factura de la electricidad se nos abarate un poco. Muy poco, es verdad. En un factura de cien euros la bajada que se calcula es de unos 2. Pero es interesante en qué consiste la tecla: suspender el impuesto que se inventó hace seis años aquel ministro que tuvo Rajoy y que, aunque Sánchez lo haya olvidado, tuvo que dimitir por mentir sobre su participación en una sociedad off shore, ¡exacto, José Manuel Soria!

En 2012 —cómo pasa el tiempo— el ministro anunció la buenanueva para las arcas del Estado del impuesto a la generación eléctrica, el impuestazo, que es como lo llamaron las compañías eléctricas. En aquel momento la gran batalla del gobierno era el déficit de tarifa, lo que se le debe a las compañías eléctricas por haber intervenido los precios durante décadas —prepárense porque volveremos a oír hablar del déficit de tarifa—, y el ministro, encantado de su papel de bestia negra de las empresas, anunció que tendrían que pagar la Estado un 7 % de los ingresos que obtienen por la energía que producen. Que paguen las malvadas compañías y sus malvados accionistas, ésa era la idea. Y cuando se le dijo a aquel gobierno tan amigo de inventar y subir impuestos que serían los clientes los que acabaran pagando buena parte de esa factura, se respondió que no. Que no estaría bien que las empresas repercutieran en sus clientes el impuestazo.

Qué cosas. Seis años después, el mismísimo PP reniega de aquel impuesto que se inventó él. Tanto reniega, que ayer registró una proposición para que el gobierno se cargue el impuesto diez minutos antes de que la ministra anunciara justamente eso. Insisto: qué cosas. Seis años después de José Manuel Soria llega el gobierno socialista y lo suspende. Para aliviar no a las empresas sino a los consumidores. Aunque, por el camino, le den una alegría también a las empresas, a riesgo de que se le revuelva Podemos.

Dices: ¿pero éste de ahora no es el gobierno que necesita aumentar la recaudación fiscal para poder sostener el aumento del gasto público que pretende? Sí, pero renuncia a los 1.700 millones de euros y tendrá que sacarlos de otro sitio. Ya encontrará la ministra Montero de dónde. También dice el gobierno que no va a subir los impuestos a la clase media y luego se lo sube a la clase media que tenga coche diésel.