Este crimen tiene fecha del 14 de diciembre del año pasado. Todo comienza cuando una mujer, Jean, acude a la Guardia Civil para denunciar que desde hace días no tiene noticias de su marido, un inmigrante camerunés llamado Jean Mirabeau, de 53 años con el que vive en Fuengirola, en la provincia de Málaga. Jean cuenta que había ido hasta la región de Murcia para tener una reunión de negocios, y que le había dicho que era por un asunto de una compraventa de coches y que no iba solo: a ese viaje le acompañaría su amigo Shaka, un inmigrante como él pero más joven, un hombre treintañero que había nacido en Costa de Marfil y que, como el propio Jean, se ganaba la vida en España.
Antes de entrar a la reunión, Jean envió a su mujer por Whastapp la ubicación de donde se iba a celebrar: en una nave enorme de una antigua empresa ganadera en Librilla, que es una localidad que está a 30 kilómetros de Murcia capital. Esa es la primera pista que tiene la policía para situar a estos dos hombres, a Jean y a Shaka, porque ésa fue su última localización conocida.
La Guardia Civil comenzó a indagar en la vida de los desaparecidos en busca de alguna explicación, y descubrieron que antes de ir aquella tarde a la nave abandonada, Jean y su amigo habían estado involucrados en algunos casos de lo que se conoce como el timo del 'wash wash'.
El timo del Wash Wash
El timo wash wash llegó a Europa procedente de África. Tal y cómo lo haría un ciudadano de un país africano, especialmente Camerún o Senegal, explicaría que está siendo perseguido en su país y que ha logrado huir con un montón de dinero, pero que necesitaría tintar los billetes para que no le pararan en Aduanas. El timador usa la excusa de que, aunque ahora esté en España y tiene la máquina, la tinta y los billetes listos para circular, necesita a algún ciudadano español para que la Policía o la Guardia Civil no sospecharan al ver a un negro cargado de billetes.
La propuesta la hacen en círculos predispuestos a escucharla: gente que necesita dinero rápido porque tiene menos escrúpulos que deudas que pagar, como es el caso de los empresarios arruinados. Los timadores más profesionales del 'wash wash' ofrecen incluso una demostración en la que aparentemente limpian varios billetes delante de los estafados (realmente usan ahí unos pocos billetes verdaderos que han manchado antes, pero el resto son falsos).
Jean y Shaka eran parte del timo
Lo último en lo que apunta la investigación de la Guardia Civil de Murcia es que Jean y a Shaka fueron a esa nave industrial por el timo del wash wash. Al parecer ambos habían colocado varios cientos de miles de dólares al antiguo encargado de la empresa Porkytrans y a su sobrino meses antes de la fatídica reunión.
El empresario murciano y su sobrino no habían denunciado el primer timo, quizás porque ellos querían colar los billetes falsos a otros y no pudieron, pero tampoco se quejaron a los dos inmigrantes que les habían pegado el palo. Es más, lo que hicieron fue llamarles y pedirles más billetes, hasta medio millón de dólares. Los dos inmigrantes debieron ver otra oportunidad de negocio y fueron a la nave de Librilla aquel 14 de diciembre. Ya no salieron de allí hasta hace unos días, cuando rescataron sus cadáveres.
La mujer de uno de los detenidos contó a la Guardia Civil que aquella noche en la que supuestamente mataron a los dos inmigrantes, su marido le pidió que fuera a la entrada de la nave, un terreno inmenso de más de 35 mil metros cuadrados, y que le esperara con el coche. El marido salió de noche, cojeando, no podía andar. Tuvo que llevarlo a Urgencias y allí vieron que tenía rotos varios huesos de una pierna. Todo indica que los dos inmigrantes se resistieron fuertemente antes de ser asesinados.
Con todos los indicios que va recogiendo la Guardia Civil durante meses, los investigadores deciden registrar la nave y el inmenso terreno que la rodea. No fue fácil buscar por allí, porque es un lugar en el que hay balsas de agua, decenas de pozos, depósitos, camiones frigoríficos, incluso obras del tren de Alta Velocidad. A ese registro acuden guardias civiles de Criminalística, que son los especialistas en las escenas del crimen, pero también agentes de subsuelo, porque saben que les va a tocar meterse en aguas más o menos turbias.
Y no solo eso: el despliegue incluye agentes de Policía Judicial, drones y también tres agentes caninos o K.9, perros del servicio central de Cinología, verdaderas máquinas capaces de encontrar cadáveres, sangre, pelos, ADN o cualquier resto biológico hasta más de un año después de un crimen. Los tres perros, que son familia, están en la nave y los terrenos de Murcia con sus guías: se llaman Dylan, su hermano Junco y su sobrino Enzo.
La detención
La Guardia Civil detiene al encargado y a su sobrino el domingo 7 de mayo. De momento, no dicen nada del paradero de los dos hombres desaparecidos desde diciembre. El lunes empiezan a registrar la nave y los terrenos, pero no tienen mucho éxito, por lo que los investigadores comienzan a inquietarse. Es muchísimo terreno, han pasado seis meses, y pueden haber emparedado los cuerpos en algún lugar de la nave, enterrarlos, tirarlos a una balsa de agua enorme. Es el momento, entonces, del trabajo de los agentes caninos Junco, de Dylan y de Enzo. Trabajan por turnos, en sesiones que nunca superan los 15-20 minutos, para no agotarlos. Su nariz es un millón de veces más potente que la de una persona, imaginemos todos los olores y matices que son capaces de detectar en muy poco tiempo.
En un rincón de la nave que estaba rastreando Dylan el miércoles hacia las siete de la tarde, había un enorme contenedor de unos mil litros de agua, cerrado como una jaula, por palets de madera. El guía de Dylan y otros guardias civiles que estaban allí vieron que el agente canino se ponía nervioso y hasta trataba de meterse con fuerza entre los palets, en esa jaula de madera y agua. Lo frenaron y entre todos movieron ese enorme depósito. Vieron que debajo había una especie de arqueta.
Entonces Dylan volvió a colocarse junto a la arqueta y a marcar positivo, es decir, quedarse totalmente quieto junto a ella. Eso quería decir que allí dentro había restos biológicos, podía ser un cadáver, sangre, u otra cosa. Los investigadores levantaron la arqueta, había una lámina de agua, luego otra arqueta, que también abrieron, y vieron un pozo lleno de un líquido oscuro, de unos dos metros de profundidad, dónde se encontraban los cadáveres de los desaparecidos.
Ahí llegaron los abrazos y las felicitaciones de todos los que trabajaron en este caso. Uno de los guardias civiles murcianos explicaba que "sin ese perro blanco que vino de Madrid" habría sido muchísimo más difícil y costoso dar con los desaparecidos, si es que se conseguía. Actualmente los dos hombres están en la cárcel a la espera de juicio.